lunes, 24 de junio de 2013

Aportaciones de las Nuevas Religiosidades al Cristianismo

1. Una de las primeras y más claras aportaciones es la reformulación que provocan los nuevos retos del contexto social y cultural emergente sobre la experiencia religiosa, sobretodo el dar respuesta a ese nuevo paradigma antropológico que no rechaza la dimensión trascendente del ser humano como se aprecia en la experiencia mística de Compte Sponville. 2. La aparición de nuevas religiosidades no ha dejado indiferentes a los cristianos. En cierta manera ha supuesto una entrada de aire fresco, cansados de la rutina de las formas más tradicionales, las espiritualidades emergentes han sido acogidas con entusiasmo porque sintonizan con un deseo de liberación de dogmas, normas e instituciones que se ven desfasadas y ayudan a tener, dentro de la Iglesia, una actitud más abierta, reflexiva, madura y dialogante. Esto se ha centrado en un retorno de la espiritualidad y un renovado interés por la mística que puede revitalizar los profundos valores de la espiritualidad cristiana. 3. La nueva situación puede ayudar a renovar el pensamiento teológico, las estrategias pastorales y sobre todo la mistagogía. Nos encontramos ante una época que reclama apertura, creatividad y coraje para generar una pedagogía espiritual comprensible para la cultura de un mundo nuevo que puede enriquecer al cristianismo en general y aportar una mayor conectividad con las generaciones actuales ayudándonos a entender los “signos de los tiempos”. 4. La dulzura de la new age queda muy lejos de la angustia kierkegaardiana. En las nuevas formas de religiosidad, la finalidad es la paz, la tranquilidad, la tranquilidad espiritual y somática de la persona, y experiencias anímicas como la angustia, el temor y el temblor son más bien negativas y quedan fuera. Es por ello que como nos indica Torralba, frente a esa angustia profunda y negativa se nos planeta otra que no es excesiva ni patológica, y que tiene un valor pedagógico fundamental, tanto para el hombre en estado natural como para el hombre creyente, porque le sitúa frente al desafío de superarse infinitamente a sí mismo. Nacho Padró

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