martes, 28 de febrero de 2023

Marketing religioso: creer para trascende

 Comúnmente asociamos la mercadotecnia (o marketing) con anuncios de zapatos, ropa, comida, smartphones. En fin, con productos y servicios que consumimos regularmente. Como el hospedaje en un hotel, un dentista, los servicios de fontanería o un buen abogado para que nos saque de apuros. 

También se suele mencionar que la mercadotecnia es la herramienta para incrementar las ventas de las empresas en medio de un feroz ambiente de mercantilismo.

Ante esta situación, ¿cómo se puede hacer publicidad de temas tan espirituales como el pecado, la reencarnación o la santidad? ¿Hay espacio para el marketing en asuntos tan intangibles y espirituales como la religión?

Por supuesto que no hablamos aquí de un papa o un dalai lama anunciando un nuevo auto o una cerveza sin alcohol en televisión o redes sociales. 

Se trata de comprender si es posible que las religiones hagan uso de las técnicas de marketing.

Las necesidades humanas, materia prima del ‘marketing’ religioso

Los humanos, por naturaleza, estamos en constante búsqueda para satisfacer nuestras necesidades: sentimos la carencia del agua e inmediatamente bebemos líquidos que nos hidraten, tenemos hambre y comemos. Ante una necesidad, buscamos la forma de saciarla.

El psicólogo estadounidense Abraham Maslow explicó de manera gráfica, a través de una pirámide, cómo se agrupan las necesidades en niveles jerárquicos: comenzando con las necesidades fisiológicas y desde lo más básico, como el alimento y la seguridad, hasta situaciones de autoestima y realización personal, como la fama y el reconocimiento social.


















La pirámide de Maslow o de jerarquía de las necesidades humanas. Wikimedia Commons / J. FinkelsteinCC BY

Así como para un pastelero la materia prima de su trabajo es la harina, en el marketing la materia prima son las necesidades humanas, que son motivadas y activadas mediante sutiles técnicas y mensajes de persuasión. 

Si la religión intenta satisfacer necesidades, ¿de qué manera lo hace? 

La religión como producto de masas

Desde luego que ni la espiritualidad ni las creencias religiosas se ofertan por kilos, ni la salvación eterna se vende por kits, con una gorra, una camiseta o una cajita feliz de regalo. 

La religión no es ni un producto que se consume, como unas papas fritas; ni un servicio que se experimenta, como cuando vamos a un restaurante. 

La religión es una ideología, es decir, un conjunto de ideas a las que el consumidor se adhiere, se afilia y comulga con ellas. 

En este mismo renglón de productos entrarían los partidos políticos, los clubes sociales y deportivos, o las asociaciones integradas por personas con intereses afines (medioambientales o de diversidad de género, por citar a algunas).

Las religiones, en plural, trabajan la necesidad de creer en algo, de ofrecer espiritualidad, de tener una guía. Por eso las creencias y prácticas de lo divino son de las antiguas de la humanidad. Y la religión que cubra mejor esta necesidad ganará más adeptos y, en cierto sentido, obtendrá la mayor participación del mercado que es la humanidad.

La fe y el sentido de la vida

Las religiones y sus prácticas apuntan a satisfacer las necesidades de trascendencia del ser humano: dan respuesta a preguntas sobre la existencia de un ser superior o lo que le sucede al individuo después de la muerte. 

A muchas personas, la religión les ayuda a entender el propósito y significado de su vida. La espiritualidad puede proporcionar una visión de cómo encaja la propia existencia en el universo y con la voluntad divina. 

La religión puede proporcionar un sentido de conexión y comunidad con otras personas que comparten esas ideas. Por mucho, y se dice con sobrada razón, la religión ayuda a dar estabilidad en una comunidad.

Además, la religión consuela y apoya en tiempos de dificultad emocional, puede ser una fuente de esperanza en momentos de desesperación y ofrece una forma de expresar y procesar emociones fuertes. 

Mediante la religión, se establecen un conjunto de valores que pueden guiar la conducta y el comportamiento humano para entender y lidiar con temas éticos y morales complejos.

Acciones de ‘marketing’ religioso

El marketing religioso es una práctica común en muchas religiones y consiste en utilizar técnicas y estrategias de persuasión para convencer, promover y difundir la fe, los valores y las creencias religiosas. 

El objetivo principal es atraer y retener fieles, enamorarlos para que consuman su producto, que no es otro que la fe. 

Es importante señalar que lo que en marketing se denomina consumidores, en el marketing religioso se le llama adeptos, personas dispuestas a pagar por creer.

Existe un abanico muy amplio de estrategias de marketingreligioso, que va desde la presencia personal de los agentes religiosos en los domicilios particulares de sus seguidores, hasta la publicidad en medios masivos como la televisión, la radio y los anuncios impresos, y la omnipresencia en línea. 

Estos anuncios pueden incluir información sobre clases de meditación, retiros espirituales y otros eventos relacionados con la práctica religiosa en cuestión. 

Las religiones organizan actividades de recaudación de fondos, colectas o diezmos, así como festivales y subastas de arte, que pueden ser una oportunidad para educar, hacer caridad y mejorar a la comunidad.

El éxito del marketing religioso puede ser difícil de medir, ya que la meta principal de la religión es la propagación de sus enseñanzas, no la venta de productos o servicios. 

Es importante tener en cuenta que, como en todo producto, dicho éxito puede depender en gran medida de la calidad y autenticidad de las enseñanzas religiosas y de la capacidad de la religión para satisfacer las necesidades espirituales de sus seguidores. 

Religiones, normas, valores

La mercadotecnia religiosa también puede llegar a ser un mecanismo de control social mediante la imposición de un sistema de normas y valores que se “publicitan” a través de promesas de vida eterna o amenazas de castigo divino.

Esto no implica que todas las religiones sean herramientas de control: muchas personas encuentran consuelo y orientación en sus creencias religiosas sin sentir que están siendo controladas.

La próxima vez que escuche o lea sobre marketing religioso, piense que parroquias, mezquitas, sinagogas y templos son puntos de venta de un producto que promete a sus adeptos que gozarán del paraíso: la fe. 

Finalmente, las religiones, también mundanas por estar en el mundo y al día en tecnología multimedia y de redes sociales, apuestan por prácticas modernas de marketing digital.

martes, 21 de febrero de 2023

¿Cuáles son los símbolos del Año Santo Jacobeo en la Catedral de Santiago de Compostela?

 Junto con Roma y Jerusalén, Santiago de Compostela es uno de los centros espirituales de peregrinación más importantes del mundo cristiano. 

Desde el descubrimiento de los restos del apóstol Santiago, hacia el año 830, miles de peregrinos han recorrido el Camino para visitar la Tumba de Santiago el Mayor en su Catedral

Según recientes investigaciones, el Año Santo Jacobeo fue establecido en el siglo XV, a imitación del de Roma, y corresponde con los años en los que el 25 de julio, festividad del martirio de Santiago, cae en domingo

A lo largo de los siglos se han ido configurando una serie de elementos que sirven para identificar el Año Santo compostelano. 

No consuma noticias, entiéndalas.

El Jubileo

En Año Santo, los peregrinos que lleguen a Compostela pueden obtener la indulgencia plenaria, que supone la remisión total de la pena temporal por los pecados, lo que se conoce como “ganar el Jubileo”. Para ello, los peregrinos deberán cumplir, necesariamente, los siguientes preceptos:

  • Visitar la tumba del apóstol en la Catedral y rezar alguna oración.

  • Recibir la absolución participando en el sacramento de la confesión (ya sea en la Catedral o en cualquier otro lugar quince días antes o después de la visita).

  • Recibir el sacramento de la eucaristía (ya sea en la Catedral o en cualquier otro lugar quince días antes o después de la visita al santuario jacobeo).

La Puerta Santa

Situada en la girola de la Catedral, hoy en día está formada por una puerta de bronce de dos hojas, en la que se representan, en relieves, diversos pasajes de la tradición jacobea y de la vida de Santiago. 

La Puerta Santa se abre exclusivamente durante el Año Santo. A ella se accede desde la parte inferior de la Plaza de la Quintana, también denominada Quintana de Mortos. Allí se localizaba hasta 1870 el cementerio de la ciudad –en contraposición con la parte superior de la plaza, la Quintana de Vivos–. 

Ambas se comunican a través de unas escaleras monumentales que forman parte del urbanismo barroco de la ciudad, al igual que la fachada oriental de la catedral, tras la que se ocultan los ábsides románicos de las capillas de la girola. 

En esta obra barroca también se realizó la fachada exterior de la Puerta Santa, en la que las imágenes de Santiago peregrino y de sus discípulos, Atanasio y Teodoro, se acompañan de personajes bíblicos procedentes del coro románico en piedra del maestro Mateo

Apertura de la Puerta Santa. Foto Adolfo Enríquez. Fundación CatedralAuthor provided

La apertura de la Puerta Santa se realiza el 31 de diciembre previo al Año Santo, a media tarde, en una ceremonia solemne que conlleva la realización de una procesión, encabezada por el prelado compostelano. 

El momento culminante tiene lugar cuando el arzobispo golpea tres veces con un martillo ceremonial y se abre la puerta. Esta permanecerá abierta hasta el siguiente 31 de diciembre, en el que otra procesión dará por clausurado el Año Santo y se cerrará. 

Aunque el origen de la actual Puerta Santa no está perfectamente definido, es muy probable que date de los primeros años del siglo XVI, promovida por el arzobispo Alonso III de Fonseca, a la manera de la Puerta Santa del Vaticano

La Luz del Peregrino

La torre de una catedral iluminada con la linterna encendida.
Fotografía de la Torre del Reloj con la linterna iluminada. Foto Adolfo Enríquez. Fundación CatedralAuthor provided

El tradicional carácter marinero de Galicia ha hecho que, desde hace siglos, la región cuente con multitud de faros cuya luz guiaba a los marineros evitando que los barcos se acercasen a los peligrosos acantilados rocosos de sus costas. 

Análogamente, y con un sentido eminentemente simbólico, al iluminar a los peregrinos al final del Camino, donde iniciarán una vida renovada, la Catedral compostelana se enciende durante el Año Santo con una luz situada en lo alto de la Torre del Reloj, un faro que se puede ver a varios kilómetros de distancia. 

Esta linterna forma parte de la reformulación barroca de la torre, dirigida por el arquitecto Domingo de Andrade y concluida en 1680. 

El botafumeiro

El botafumeiro de la Catedral de Santiago es un incensario de gran tamaño que recorre las naves del transepto y que se ha convertido en una de las señas de identidad de la sede apostólica. 

En su origen tenía un carácter eminentemente ceremonial, pues su misión era la de solemnizar la procesión de las reliquias por el interior de la catedral en los principales oficios, esparciendo, de este modo, un característico olor a incienso que, además, perfumaba y purificaba el aire en el templo. Por este motivo, tradicionalmente se le ha atribuido un carácter higienizante, aunque no esté en ello su razón de ser. 

Varios hombres mueven el botafumeiro.
Botafumeiro en acción con los tiraboleiros. Foto Adolfo Enríquez. Fundación CatedralAuthor provided

A lo largo de la historia ha habido diversos botafumeiros. El actual data de 1851, es obra del platero compostelano José Losada y está hecho de latón plateado. También existe una copia en plata, que se utiliza a veces en sustitución del primero, y que es una ofrenda de peregrinación del ejército español. El botafumeiro mide unos 150 centímetros de altura y pesa unos 50 kilogramos, si bien las leyes de la física hacen que con su movimiento multiplique su peso. 

Para hacer “bailar” el botafumeiro, se ata una cuerda con tres grandes nudos y se aprovecha un sistema de poleas situado en lo alto del cimborrio, ideado en el siglo XVI por Juan Bautista Celma. 

Ocho tiraboleiros se encargan de moverlo tirando de la cuerda de forma acompasada, de manera que en un minuto y medio alcanza una velocidad de unos 69 kilómetros por hora recorriendo de extremo a extremo las naves del transepto hasta casi tocar con las bóvedas. 

Página de un códice.
Detalle del Códice Calixtino donde aparece el término turibulo argenteo. Fundación CatedralAuthor provided

Aunque es posible que ya existiese con anterioridad, la primera mención documental conservada sobre el botafumeiro de la catedral es una nota marginal donde se le llama turibulo argenteo, añadida en el siglo XIV-XV a una de las páginas del Códice Calixtino. Este manuscrito del siglo XII conservado en la catedral compila diversos aspectosrelacionados con la tradición jacobea y el Camino en honor de Santiago.

Hay diversas anécdotas relacionadas con el botafumeiro, entre ellas, un percance que tuvo lugar en 1499 cuando salió disparado por una de las ventadas de la fachada de Platerías en presencia de la infanta Catalina de Aragón (la quinta y última hija de los Reyes Católicos), cuando ésta peregrinó a Compostela como parte de su viaje a Inglaterra para casarse con el Príncipe de Gales. 

El ceremonial compostelano establece el funcionamiento del botafumeiro al final de la procesión de las reliquias por las naves de la catedral en determinadas fiestas señaladas de la Iglesia.

No obstante, el renovado auge del Camino de Santiago ha traído consigo un notable incremento de las peregrinaciones y también se puede ver como signo de acción de gracias y alabanza al final de las celebraciones, concretamente con ocasión de peregrinaciones –por lo que es posible que funcione en varios momentos el mismo día– o durante actos litúrgicos diocesanos de especial relevancia y significación.

Cualquier fecha es adecuada para realizar la peregrinación. Si desea hacerla durante un Año Santo, recuerde que los próximos serán en 2027 y 2032. Sea cuando sea, ¡buen Camino!


Este artículo se ha escrito en colaboración con Daniel Lorenzo Santos, director de la Fundación Catedral.