martes, 27 de octubre de 2020

somalilandia, arqueología en el desierto del cuerno de áfrica

 


Las dunas de Berbera, en Somalilandia, donde se han encontrado varios yacimientos arqueológicos con evidencias de contactos comerciales a larga distancia.

Foto: Álvaro Minguito Palomares

el todoterreno se ha parado al borde del Mar Rojo, cerca del puerto de Berbera, en la costa de Somalilandia. La marea está muy alta y el equipo de arqueólogos no puede seguir avanzando por la playa. Mientras esperan, alguien observa al pie de una enorme duna un brillo de puntos blancos que rompe la monotonía de la arena. Al acercarse, comprueban que el viento, al desplazar la duna, ha dejado al descubierto un tesoro arqueológico: un conchero, un campamento donde hace más de quince siglos un grupo de pastores nómadas plantó sus tiendas, consumió marisco y pescado, sacrificó y cocinó parte de sus cabras... Y comerció con pueblos lejanos.

SIGLOS DE COMERCIO Y PAZ

Desde el año 2015, un proyecto del Instituto de Ciencias del Patrimonio (Incipit) investiga 2.000 años de contactos a larga distancia en el Cuerno de África. Y lo hace en Somalilandia, un territorio que se independizó de Somalia en el año 1991 y, al contrario que su vecino, ha logrado mantenerse en paz desde entonces, crear instituciones que funcionan y desarrollar un sistema político que combina estructuras tradicionales y democracia al estilo occidental. Somalilandia posee un patrimonio arqueológico riquísimo que incluye desde algunas de las pinturas rupestres más hermosas del mundo a las ruinas de ciudades medievales. Y pese a ello, el equipo del Incipit es el único que trabaja en estos momentos en el país, donde ha realizado seis campañas consecutivas.

Somalilandia posee un patrimonio arqueológico riquísimo que incluye desde algunas de las pinturas rupestres más hermosas del mundo a las ruinas de ciudades medievales.

Lo cierto es que desde la década de 1970, con la excepción de Yibuti, todo el territorio somalí ha sufrido violencia de mayor o menor intensidad. Los conflictos étnicos en Etiopía, el terrorismo islámico en Somalia y el noreste de Kenia, y la piratería en Puntland han impedido las investigaciones durante mucho tiempo –y todavía las dificultan enormemente–. No solo eso; la gran Somalia también es hostil desde el punto de vista de la geografía física: desiertos o estepas la cubren en su mayor parte y hay muy pocas carreteras. Algunos lugares resultan simplemente inaccesibles. Los conflictos, un entorno inclemente y la crisis climática explican a su vez sequías y hambrunas, que se han cobrado la vida de cientos de miles de personas en las últimas décadas.

Pero durante miles de años la historia de este territorio fue bien distinta. Es un relato de cosmopolitismo y tolerancia, de nabad iyo caano, "leche y paz", como dirían los somalíes. Y precisamente este proyecto, que ha contado con el apoyo de la Fundación Palarq, pretende dar visibilidad a esa otra historia, la más duradera y la más importante.

ROMANOS EN EL CUERNO DE ÁFRICA

Cuando el equipo comenzó su prospección entre las dunas de Berbera pensó que se trataba de un yacimiento neolítico, de entre 3.000 y 6.000 años de antigüedad. Pero no era así: junto a los moluscos, los huesos y las cerámicas hechas a mano aparecieron objetos que claramente procedían de lugares lejanos: primero, cerámica a torno. Es difícil saber su procedencia, pero por el aspecto es muy posible que se fabricara en el Mediterráneo. Poco después apareció una olla casi entera. En este caso su origen fue más fácil de trazar: el reino de Himyar, que sucedió al mítico reino de Saba, que dominó el sur de Yemen durante los cinco primeros siglos de nuestra era y se convirtió en un país próspero gracias al comercio del incienso. Los romanos intentaron conquistarlo y fracasaron, y más tarde sus reyes adoptaron el judaísmo como religión de Estado. De otra pieza también ha podido saberse la procedencia: se trata de una pulsera de vidrio negro del Egipto romano. Con estos materiales, el yacimiento puede datarse entre los siglos III y VI d.C.

Conchero de Ceel Gerdi, de mediados del primer milenio d.C.

Conchero de Ceel Gerdi, de mediados del primer milenio d.C. 

Foto: Álvaro Minguito Palomares

Pero ¿cómo y por qué llegaron estos objetos a las áridas costas de Somalilandia? ¿Cómo acabaron en manos de una pequeña comunidad de pastores trashumantes? Somalilandia tiene una posición geográfica privilegiada: está a la entrada del mar Rojo, en una encrucijada entre África, el Próximo Oriente, el océano Índico y el Mediterráneo. La vía más rápida entre la India y Europa, de hecho, pasa por delante de sus costas. Además posee dos de los elementos más apreciados por las civilizaciones de la Antigüedad: incienso y mirra. La mirra tiene una distribución algo más extensa, pero el incienso crece sólo en unas regiones montañosas muy concretas del sur de Yemen y Somalilandia. Ya a mediados del segundo milenio a.C., navegantes de Egipto acudían al litoral del Cuerno de África para obtener resinas y otros productos, como marfil y esclavos. El comercio se intensificó notablemente desde época del emperador Augusto, en el cambio de era. En el siglo I d.C. contamos, de hecho, con una descripción precisa de la navegación y el comercio entre el Egipto romano y la India: el Periplo del Mar EritreoGracias a ella sabemos que en este territorio se realizaban intercambios entre romanos, himiaritas, indios e indígenas en varios puntos de la costa. La descripción de uno de estos puntos, Malao, coincide con la actual ciudad de Berbera, que se sitúa a sólo 20 kilómetros de nuestro conchero.

Ya a mediados del segundo milenio a.C., navegantes de Egipto acudían al litoral del Cuerno de África para obtener resinas y otros productos, como marfil y esclavos.

Otro de los puertos mencionados es Mundu, al este de Malao. Mundu es la actual Xiis, donde también existen huellas de la presencia de antiguos navegantes. En su inmensa playa se extienden más de 300 tumbas construidas por los pastores nómadas, como los de Berbera, durante los primeros tres siglos de nuestra era. En su interior depositaron cuidadosamente los cuerpos de sus difuntos en enterramientos individuales y los acompañaron de ricos ajuares funerarios en los que alternan terras sigillatas del Lacio, vidrios de Alejandría, jarras vidriadas del Imperio parto y ánforas de Arabia. En el siglo III d.C., este lugar remoto y desértico estaba más conectado con el mundo exterior que la mayor parte de localidades del Imperio romano. Algunas de las tumbas han proporcionado impresionantes colecciones de objetos importados. Entre ellos, un gran jarrón de cristal para perfume, que se fabricó en la Siria romana y fue depositado junto al cuerpo de una adolescente. La joven llevaba además un collar con cuentas de vidrio y bronce y tobilleras de hierro, no muy distintas de las que aún utilizan hoy en día algunos grupos étnicos en el Cuerno de África.

Tumba de la necrópolis de Xiis en la que se enterró como ofrenda junto al cadáver un gran jarrón romano de perfume procedente de Siria. Siglo III d.C.

Tumba de la necrópolis de Xiis en la que se enterró como ofrenda junto al cadáver un gran jarrón romano de perfume procedente de Siria. Siglo III d.C.

Foto: Candela Martínez Barrio

Pero pese a su activa participación en lo que se conoce como comercio internacional, los pastores de Somalilandia no llegaron a desarrollar estados ni ciudades. En eso son un caso único en las orillas del océano Índico, donde el intercambio lo protagonizaron mercaderes basados en emporios, generalmente dependientes de imperios o reinos. Es una situación sorprendente. Pero más lo es que se mantuviera durante casi dos milenios.

LA OTRA RUTA DE LA SEDA

Durante la Edad Media, el este de Asia y el Mediterráneo estaban comunicados por lo que se conoce como la Ruta de la Seda, una serie de caminos que cruzaban el continente de lado a lado, atravesando montañas y desiertos. Pero había otra ruta, la del océano Índico, que unía los extremos del mundo y que contaba con siglos de existencia. En tiempos medievales, Somalilandia vio cómo surgían ciudades y, con ellas, estados. Es un proceso que comenzó en el siglo XIII,bajo el influjo de la islamización, y alcanzó su apogeo durante los siglos XV y XVI, época en que el Sultanato de Adal domina gran parte del Cuerno de África. Pese a la existencia de este sultanato, el comercio se siguió desarrollando en muchos sitios sin intermediación de ciudades. Como en Xiis o el conchero de Berbera mil años antes, durante la Edad Media los pastores acudían a ciertos puntos de la costa a comerciar con navegantes procedentes de Persia, la India o Egipto. Lo hacían siguiendo los ritmos que marcaban los monzones: sus vientos permitían a los marinos llegar al Cuerno de África y sus lluvias regaban los pastos que alimentaban los rebaños de los nómadas.

Pulseras de Yemen y la India encontradas en Somalilandia, siglos XV-XVI.

Pulseras de Yemen y la India encontradas en Somalilandia, siglos XV-XVI.

Foto: Álvaro Minguito Palomares

Estos nómadas acampaban en la playa esperando la llegada de los mercaderes. Se reunían por familias y clanes, plantaban sus cabañas de ramas y esterillas, encendían fuegos y sacrificaban animales. Los restos de todo ello han quedado sobre la arena, en la superficie. También los fragmentos de porcelanas chinas, ungüentarios egipcios, cerámica vidriada de Arabia y Persia, y cuentas de pasta vítrea, ágata y cornalina procedentes de la India, Malasia o Indonesia que los comerciantes intercambiaron por incienso, marfil y concha de tortuga. Quizá lo que más abunde, sin embargo, sean las pulseras de vidrio. Las hay por docenas en cada una de estas ferias costeras. Las hay monocromas y polícromas, oculadas y con bandas, en relieve y lisas. Vienen de Arabia, de Yemen, quizá de Egipto y Siria. Los pastores de Somalilandia las utilizaban en las transacciones matrimoniales, de ahí que sean tan comunes. De las playas del mar Rojo partían caravanas cargadas de tesoros hacia las ciudades islámicas del altiplano abisinio. Pero las caravanas continuaban más allá, se adentraban en el territorio ignoto de las jefaturas y tribus paganas que habitan las selvas del sur de Etiopía y donde, también, se han encontrado cuentas de vidrio del Índico.

En las playas hay restos de porcelanas chinas, ungüentarios egipcios, cerámica vidriada de Arabia y Persia, y cuentas de pasta vítrea, ágata y cornalina procedentes de la India, Malasia o Indonesia.

De todas las ferias que el equipo ha estudiado, quizá la más espectacular sea la de Siyara. Todavía existía a mediados del siglo XIX, porque la visitó el viajero inglés Richard Burton y habló de ella, aunque ya sólo como un recuerdo desvaído de sus tiempos de gloria medievales. Es espectacular por su ubicación, bajo un gran promontorio y frente a una playa que se pierde entre montañas rocosas, por su tamaño, por la riqueza de sus hallazgos y por su antigüedad. Algunas cerámicas indican que aquí ya se comerciaba con el reino de Himyar y el Imperio sasánida en el siglo V d.C. Desde el siglo XI al menos, los contactos con Yemen, Irán y la India son constantes. Pero apenas hay estructuras de piedra en el yacimiento. Lo que más abundan son concentraciones de huesos y cerámica que nos indican los lugares donde acamparon nómadas y mercaderes. Los tipos de cerámica permiten intuir dónde se asentaron los indios, dónde los yemeníes, dónde los somalíes...

La costa de Siyara, donde se estableció una de las ferias medievales más importantes del Cuerno de África.

La costa de Siyara, donde se estableció una de las ferias medievales más importantes del Cuerno de África.

Foto: Álvaro Minguito Palomares

FESTIVALES E INTERCAMBIOS

En la costa también se celebraron rituales y fiestas, posiblemente en relación con intercambios comerciales. Cuando los arqueólogos del Incipit visitaron el yacimiento de Bandar Abbas por primera vez pensaron que era una feria de playa más. El nombre lo corroboraría, porque bandar, en persa, hace referencia a un puerto de comercio. Aquí también se hallaron cerámicas islámicas vidriadas y celadones chinos (un precedente de la porcelana), pero apenas estructuras sólidas que revelasen la existencia de una ciudad o un pueblo. Al contrario que otros lugares, Bandar Abbas parece que sólo fue frecuentado durante un tiempo breve, hacia el siglo XI o XII. La última vez que el equipo lo visitó, el viento y la lluvia habían lavado la arena y descubierto la casi totalidad del yacimiento: lo habían excavado mejor de lo que pudiera hacerlo el arqueólogo más meticuloso. A la vista quedaron hogares de arcilla, vasijas completas hincadas en el suelo, montones de huesos troceados y quemados, recipientes de almacenaje rotos allí donde quedaron abandonados, incluso una cabaña construida con huesos de camello.

En Bandar Abbas se hallaron cerámicas islámicas vidriadas y celadones chinos (un precedente de la porcelana), pero apenas estructuras sólidas que revelasen la existencia de una ciudad o un pueblo.

Claramente no se trataba de un simple lugar de comercio. De hecho, los productos importados de lujo son una minoría: lo que más abunda allí es la cerámica de cocina local y las vasijas de almacenaje y cocina yemeníes. Pero hay más:entre los restos de fauna, los de camello son muy numerosos. Se consumieron docenas de ellos. Los dromedarios, en la Edad Media como en la actualidad, se sacrificaban en grandes eventos, como bodas y festivales religiosos. No sabemos qué se celebraba en Bandar Abbas, pero puede que el ritual estuviera en relación con un túmulo funerario que se encuentra en el centro del yacimiento. Lo que sí se puede intuir, por la cerámica, es que en la fiesta participaron yemeníes y pastores locales. Un encuentro en la playa, multicultural y festivo, hace ocho siglos.

Esta forma de vida se mantuvo en el Cuerno de África hasta el siglo XVI. En ese momento, tres fenómenos acabaron con ella: la invasión de un pueblo nómada, los Oromo, que en pocas décadas conquistó gran parte de Etiopía y Somalia; la guerra entre el sultanato de Adal y la Etiopía cristiana, que contribuyó al colapso del sultanato, y la irrupción de los portugueses en el océano Índico, que trajeron consigo el espíritu de cruzada, las ansias de monopolio y la militarización del comercio. Los intercambios en el mar Rojo se vieron afectados por la lucha entre portugueses y otomanos a lo largo del siglo XVI, y Somalilandia ya no se recuperaría del bloqueo. El comercio en las playa desapareció o quedó reducido a su mínima expresión. Los nómadas continuaron moviéndose entre la costa y el interior, pero ya no llevarán consigo porcelanas chinas ni ungüentarios de Egipto.

UN POBLADO DESTRUIDO

Del momento del colapso se conserva un importante testimonio arqueológico. A orillas de un gran río estacional, el Biyo Gure, se alza un espolón de roca sobre el que se ubicó una pequeña aldea entre los siglos XV y XVI. En este caso sí había casas: una treintena de cabañas rectangulares con el zócalo de mampuestos de arenisca o cantos del lecho del río. La erosión las ha dejado todas al descubierto. Junto a ellas había una gran cantidad de cerámicas, vidrios, cuentas y pulseras. Ni un solo elemento es local: todo, absolutamente todo, procede del comercio. También hay jarras de transporte del sur de China, conocidas como martaban, porcelanas blancas y azules de la dinastía Ming, cerámicas persas de vidriado turquesa... Es un lugar único en Somalilandia: una pequeña comunidad de comerciantes.Es posible que transportaran los objetos foráneos entre la playa y las montañas, donde otros comerciantes los llevarían hacia el interior de África.

A orillas de un gran río estacional, Biyo Gure, se alza un espolón de roca sobre el que se ubicó una pequeña aldea entre los siglos XV y XVI. Aquí ni un solo elemento es local: todo, absolutamente todo, procede del comercio.

El río Biyo Gure, en cuya orilla se estableció una pequeña aldea en el s. XV desde la que se comerció con lugares tan distantes como Myanmar y China.

El río Biyo Gure, en cuya orilla se estableció una pequeña aldea en el s. XV desde la que se comerció con lugares tan distantes como Myanmar y China.

Foto: Álvaro Minguito Palomares

Lo que sí está claro es cómo desapareció el poblado: lo arrasaron. Llama la atención la abundancia de cerámicas, algunas casi completas, y la existencia de carbones en algunas cabañas. Al excavarlas, el equipo descubrió gruesos depósitos de ramas quemadas, carbones y cenizas: la techumbre abrasada que quedó hundida sobre el suelo ¿Quién destruyó esta pacífica aldea? Lo ignoramos. Hay varios candidatos: los etíopes, los oromo, los portugueses... Estos últimos incendiaron el puerto de Berbera en dos ocasiones a principios del siglo XVI. Berbera está a sólo 15 kilómetros de Biyo Gure. Quizá los portugueses se adentraron por el wadi(cauce seco de un río) buscando agua potable –ésta es una de las pocas zonas donde se encuentra–. Tal vez se encontraron con la aldea, la saquearon y la arrasaron. No lo sabemos. Pero lo que sí sabemos es que al mismo tiempo se abandonaron las ferias de playa y comenzaron a aparecer poblados fortificados en riscos inaccesibles. Biyo Gure marca el comienzo del fin de una época: mil quinientos años de comercio pacífico y multicultural en el océano Índico.

Objetos importados encontrados en la prospección de Biyo Gure: cerámica china, birmana, persa y yemení y pulseras de vidrio de la India y el sur de Arabia.

Objetos importados encontrados en la prospección de Biyo Gure: cerámica china, birmana, persa y yemení y pulseras de vidrio de la India y el sur de Arabia.

Foto: Álvaro Minguito Palomares

El proyecto del Incipit en Somalilandia continuará durante los próximos años, explorando esos contactos cosmopolitas que conformaron las culturas del Cuerno de África, y que todavía son parte de su esencia. Sin duda, y a pesar de todos los retos a los que se enfrentan, lo seguirán siendo durante muchos años más.

Para más información sobre proyectos de arqueología y paleontología humana visita la web de la Fundación Palarq.

ofrenda a una diosa anfibia maya en un baño de vapor en xultún

 los "baños de vapor" tienen una larga trayectoria de uso en toda el área de Mesoamérica. Estas estructuras son aún utilizadas hoy en día en las comunidades mayas por las parteras en la atención posparto y perinatal, y están de algún modo relacionadas con la figura de la abuela. En el sitio arqueológico de Xultún, en Guatemala, el estudio de los restos de un baño de vapor maya del Período Clásico (que acaba de ser publicado en Cambridge Archaeologicla Journal), excavado entre los años 2012 y 2014, en el que se encontró una colección inusual de artefactos, ha llevado a un equipo de arqueólogos del Instituto Smithsoniano de Investigaciones Tropicales (STRI), del Programa de Arqueología de la Universidad de Boston y de otras instituciones a recopilar nuevas evidencias sobre estas creencias y a arrojar luz sobre las prácticas rituales relacionadas con estos edificios.

UN LUGAR LLENO DE SERES SOBRENATURALES

Los pueblos indígenas de Mesoamérica han visto y ven el mundo natural como un lugar poblado por ancestros y seres sobrenaturales, muchos de los cuales tienen su morada en el interior tanto de elementos naturales como de edificios antiguos. Este fue ciertamente el caso de los mayas clásicos. El baño de vapor de Xultún, llamado Los Sapos, que data del Clásico Temprano (250-550 d.C.), parece haber sido habitado por una diosa anfibia. Fuera del edificio del baño, los científicos hallaron una representación de esta deidad maya tan poco conocida, cuyo nombre se transcribe como "ix.tzutz.sak". Esta diosa está representada en cuclillas, en posición de sapo, con las patas adornadas con iguanas y una especie de sapos de caña (Rhinella marina)"Ninguna otra estructura en Mesoamérica, baño de vapor o de otro tipo, se parece a este edificio. Parecería que cuando alguien penetra por el frente de la estructura, está entrando dentro de la diosa anfibia que personificaba el baño de vapor", ha afirmado la arqueóloga del STRI Ashley Sharpe, una de las autoras del estudio.

El baño de vapor de Xultún, llamado Los Sapos, que data del Clásico Temprano (250-550 d.C.), parece haber sido habitado por una diosa anfibia.

Por su parte, Mary Clarke, arqueóloga de la Universidad de Boston y autora principal del mismo estudio explica que "aunque el nombre de esta diosa permanece aún sin descifrar, las lecturas propuestas sugieren que ella era la responsable de los ciclos de gestación, tanto del tiempo como de la vida humana. Sin embargo, vincular las nociones de nacimiento con figuras de reptiles no es infrecuente entre los mayas clásicos, ya que expresan el verbo 'nacer' como un glifo en forma de boca de reptil invertido. Lo que vemos en Xultún es un ejemplo en el que esta diosa reptil, así como las ideas y los mitos que encarnó, se expresan como un lugar físico".

Localización de Los Sapos en el sitio arqueológico de Xultún, en Guatemala.

Localización de Los Sapos en el sitio arqueológico de Xultún, en Guatemala. 

Mapa producido por Carlos Chiriboga (2016), elaborado por Mary Clarke (2019).

RESTOS HUMANOS Y ANIMALES

El baño de vapor de Los Sapos formó parte activa de la comunidad de Xultún durante unos trescientos años. Alrededor del año 600, un individuo adulto fue enterrado en el interior de la puerta, después de lo cual el edificio entero fue enterrado, a pesar de que los mayas continuaron viviendo en Xultún durante varios siglos más. Aproximadamente trescientos años después se volvió a visitar el edificio enterrado, se retiraron la mayoría de restos humanos y se presentó una nueva e inusual ofrenda a la estructura, que incluía un niño, animales juveniles (como un cachorro) y pájaros, varios sapos de caña e iguanas completos y numerosas herramientas de piedra y recipientes de cerámica. Los artículos depositados allí presentaban diversos grados de daño por calor. Los arqueólogos creen que los mayas colocaron sus ofrendas y prendieron fuego dentro del edificio desocupado. Para los autores del estudio, la selección de artefactos puede haber estado asociada con la identidad del baño de vapor como representación de la figura de la abuela y la comprensión temprana de la estructura como un lugar de nacimiento y creación.

Los artículos depositados en Los Sapos presentaban diversos grados de daño por calor. Los arqueólogos creen que los mayas colocaron sus ofrendas y prendieron un fuego dentro de la tumba desocupada.

"Los arqueólogos a menudo encuentran en sitios arqueológicos mayas concentraciones de artefactos como estos que probablemente eran dedicatorias a estructuras, pero rara vez se ha comprobado un vínculo tan obvio entre los objetos y la estructura. Debido a la iconografía existente en el exterior de Los Sapos, y porque sabemos que fue un baño de vapor, tenemos un caso excepcional en el que podemos asociar las ofrendas –un niño, figuritas de mujeres y ranas e iguanas– con el papel que la estructura jugó en la comunidad", comenta Sharpe.

PIDIENDO AYUDA A LA DIOSA

El depósito de Los Sapos sugiere que el papel histórico del baño de vapor en Xultún continuó siglos después de que el edificio fuera enterrado definitivamente. Como las diosas relacionadas con los baños de sudor se describen a lo largo de la historia mesoamericana como dominadoras de las condiciones de vida en la Tierra, la ofrenda probablemente fue un intento de solicitar la ayuda de esta divinidad que se encarna en la estructura de Los Sapos. Tal vez se trató de un último y desesperado esfuerzo para complacer a la entidad sobrenatural y evitar perder el control de sus tierras, que fueron abandonadas poco después, en torno al año 900.

Restos del esqueleto juvenil descubierto en Los Sapos (Xultún).

Restos del esqueleto juvenil descubierto en Los Sapos (Xultún).

Foto: David Del Cid
Diversos huesos hallados en la ofrenda de El Sapo.

Diversos huesos hallados en la ofrenda de El Sapo.

San Bartolo-Xultún Regional Archaeological Project

La ofrenda probablemente fue un intento de solicitar la ayuda de esta divinidad que se encarna en la estructura de Los Sapos.

"Esta figura sobrenatural es una encarnación feroz de la Tierra. Cuando está disgustada puede vengarse o retener las cosas que la gente necesita para sobrevivir. La ofrenda en Los Sapos fue tanto un intento de apaciguar a esta divinidad como un acto de resistencia. En lugar de ver a una población sucumbir al colapso, la vemos tratando de negociar con esta diosa para lograr su supervivencia", concluye Clarke.

Lo que significaba ser bueno o malo en el antiguo Egipto

En el antiguo Egipto no había una sola palabra para definir el bien o el mal. Esta riqueza léxica es uno de los aspectos más importantes del estudio del comportamiento de esta civilización. 

Las diversas conductas del individuo, en los ámbitos de la sociedad y la religión, podían ser definidas con un amplio elenco de vocablos. Aunque las distinciones de comportamiento que refleja esta riqueza léxica pueden ser universales, y comunes al hombre moderno, las implicaciones y manifestaciones de estas pautas en el antiguo Egipto sólo se entienden a través de los principios, costumbres y reglas de su particular sistema ideológico, intelectual y religioso. 

No es lo mismo bueno que correcto

En la literatura egipcia abundan las descripciones del individuo de buen comportamiento (remech-nefer), correcto (maaty), sabio (remech-rej), discreto (ger), paciente (uaj-ib), generoso (jeye-jer), devoto (remech-necher) o heroico (nejet). 

Estos calificativos proliferan en textos autobiográficos que elogian el comportamiento del difunto en vida, justifican sus acciones ante los dioses y propician la existencia eterna. También aparecen en los relatos de aventuras donde, a través de las acciones y palabras de sus personajes o por medio de encomios integrados en el relato, ensalzan sus virtudes y méritos, reforzando el topos del héroe. 

No consuma noticias, entiéndalas.

Los calificativos arriba descritos abundan también en los textos sapienciales, cuyo objetivo era promover los parámetros de orden social de la época, y establecer las reglas éticas y morales para alcanzar la condición ejemplar de sabiduría y honorabilidad. 

Alborotador, insolente o malo

A pesar de que la percepción mágico-somática de la escritura en el antiguo Egipto –la relación que entendían los egipcios entre la representación textual de una realidad y su efecto en la misma mediante la magia– no alentaba la descripciones de conductas o actos inmorales, el empleo de referencias indirectas al mal comportamiento también era común en los textos. Sobre todo, en aquellos que pretendían instruir al individuo sobre la corrección social y religiosa. 

Encontramos las siguientes referencias al individuo de mala conducta: (remech-binbenat), que actúa como un criminal (isefetyiry bu-yu), codicioso (afy), insolente (yer-jer), maligno (yu-qed), idiota (sugjene), alborotador (sejem-ibkenes), vago (dema), glotón (jety) o impío (saba).

El análisis lexicológico del repertorio empleado para expresar las virtudes y vilezas del individuo permite su relación con dos conceptos fundamentales y antagónicos de la cultura egipcia: maat “orden, justicia, verdad, bondad” e isfet “caos, falsedad, injusticia, maldad”. 

El bien: vara y pluma

Etimológicamente, el primero de estos conceptos, maat, procede de la palabra maa “recto, genuino”, escrito con jeroglíficos que representan un bastón o vara y una pluma, símbolo de la diosa. El concepto de maat es fundamental en la cultura egipcia, ya que no sólo manifestaba el orden cósmico y la justicia divina sino también el equilibrio social y político preservado por el rey egipcio y la conducta íntegra de cada individuo hacia la familia, la comunidad y los dioses. 

De ese modo, maat integraba elementos legales, religiosos, morales, éticos y de la sabiduría o conocimiento personal. Además, constituye uno de los ejemplos más tempranos de la deificación de un concepto abstracto. Desde el Reino Antiguo, la palabra puede aparecer escrita con el jeroglífico del rollo de papiro atado, en referencia al conocimiento necesario para tener una actitud correcta, o con el de la diosa, para aludir a la divinidad del orden y la justicia. 

Balanza de Maat con el corazón del individuo y la pluma de la diosa (Libro de la Salida al Día de Nany, cantante del dios Amón, Dinastía XXI, ca. 1050 a. C.; Metropolitan Museum of Art, pieza cat. MMA 30.3.31)

Su papel justifica la presencia destacada de la deidad en el capítulo 125 del Libro de la Salida al Día (más comúnmente conocido como Libro de los Muertos), donde se juzga al difunto mediante el pesado de su corazón contra la pluma que alude al orden de maat (imagen de arriba) o en los relieves de los templos donde el monarca ofrece el equilibrio social y cósmico a los dioses (imagen de abajo). 

Ramsés IV realiza una ofrenda de Maat al dios Amón-Re (relieve del templo de Khonsu en el complejo de Karnak, Reino Nuevo, Luxor; imagen del autor)

A nivel individual, cada sujeto debía mantener una conducta adecuada que obedeciese las reglas de la maat, el orden divino y el código moral. Este compromiso se expresaba en los textos con acciones como “hacer maat” (iri maat) o “decir maat” (yet maat), es decir, hacer o decir “aquello que es correcto”. El buen comportamiento contribuía, además, a la definición del carácter e identidad del egipcio tanto en vida como en el más allá.

El mal: gorrión y ente sobrenatural

La ausencia de las pautas sociales, religiosas y morales que debían prevalecer en el país y hacer florecer su sociedad resultaba en la manifestación del caos. Este desequilibrio cósmico afectaba a los dioses y traía la injusticia y el crimen a Egipto. 

Este concepto también se conocía como isfet y fue motivo de atención en textos religiosos, literarios y sapienciales. Etimológicamente, isfet utilizaba normalmente el jeroglífico de “gorrión”, un tipo de signo vinculado semánticamente a nociones negativas, dañinas o catastróficas. Algunas veces aparecía con el de “deidad” o “ente sobrenatural”, lo que reflejaba la conceptualización del mal como un monstruo supernatural, independiente, nocivo y latente que debía ser aislado del mundo y derrotado. 

En los textos funerarios, ciertos seres del inframundo encarnan dicha fuerza maligna y destructora, como es el caso de Rerek en los Textos de los Ataúdes o Apep/Apofis en el Libro de la Salida al Día y otros libros del inframundo.

Del mal individual al caos cósmico

Isfet representaba no sólo el caos cósmico y la desaparición del orden social y político, sino también la emergencia de injusticia e inmoralidad, de actos criminales y abusivos, así como de un comportamiento impío hacia los dioses y sus templos. 

Por esa razón, la literatura egipcia condenaba reiteradamente la manifestación de vicios, abusos y crímenes desde el propio individuo, ya que estas flaquezas del espíritu eran consideradas el origen de un desequilibrio aún mayor de carácter social y cósmico que los dioses y el monarca aborrecían. En el Diálogo de un Hombre con su Espíritu, el hombre en disputa con su consciencia narra su desconsuelo por la ausencia de maat

¿A quien puedo dirigirme hoy? Cada uno estafa y todo hombre roba a su vecino. ¿A quien puedo dirigirme hoy? El criminal está seguro y el amigo se ha convertido en enemigo. ¿A quien puedo dirigirme hoy? Las mentes de los hombres son envidiosas y ya no existe el corazón de un hombre en el que se pueda confiar. ¿A quien puedo dirigirme hoy? No hay personas que hagan lo correcto y solamente quedan aquellas que hacen mal (Diál. 112-29).

En la literatura egipcia la conducta de un individuo se podía definir comúnmente como adecuada, con el adjetivo nefer“bueno, bello”, o como inapropiada, mediante los adjetivos bin y yu “malo, lamentable”. Para el antiguo egipcio, el antagonismo entre la fuerza vital, dinámica y benéfica de maat y el poder latente y destructor de isfet era constante y susceptible de determinar el destino de la creación, los dioses y las personas. 

martes, 20 de octubre de 2020

encuentran restos de un desconocido ritual neolítico en una cueva de cádiz

 un grupo de investigadores ha realizado un descubrimiento sorprendente en la cueva de La Dehesilla: dos cráneos humanos acompañados de restos de animales, además de materiales y estructuras quesugieren la realización en el Neolítico Medio de un ritual funerario desconocido hasta la fecha. El estudio se ha publicado en la revista PLOS ONE.

Localización de la cueva de La Dehesilla.

Localización de la cueva de La Dehesilla.

© 2020 García-Rivero et al.

UN CONTEXTO EXTRAORDINARIO

El hallazgo ha sido bautizado como Locus 2, y está compuesto por un cráneo masculino y otro femenino que datan aproximadamente de 4.500 a.C.. A su lado se encontró el esqueleto de un cabrito y junto a los huesos había parte de un muro de piedra con una estela así como los restos de un hogar, fragmentos de cerámica, herramientas de piedra y algunas plantas carbonizadas. Sobre la singularidad de este hallazgo, Daniel García Rivero, profesor de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla, que participa en el estudio explica que "en los contextos exclusivamente funerarios datados por radiocarbono entre aproximadamente 4800 y 4500 a.C., en fechas calibradas, apenas se conocen estructuras de piedra, y en ningún caso de la entidad y singularidad de las halladas ahora. Por eso es afortunado contar con este contexto arqueológico excepcional e intacto que nos permite profundizar más en las creencias y ritos de las poblaciones neolíticas". El escaso registro funerario de ese período conocido en la península ibérica muestra fundamentalmente inhumaciones individuales, siendo muy poco usuales los enterramientos secundarios y extraordinario el tipo de contexto ahora descubierto en Cádiz. Las inhumaciones suelen aparecer en áreas de hábitat, con restos de cerámicas y conchas, y restos de hogares, aunque sin estructuras de piedra como las que aquí se han descubierto.

Estructuras arqueológicas de Locus 2 vistas desde el norte.

Estructuras arqueológicas de Locus 2 vistas desde el norte.

© 2020 García-Rivero et al.

Junto a los huesos había parte de un muro de piedra con una estela y los restos de un hogar, además de fragmentos de cerámica, herramientas de piedra y algunas plantas carbonizadas.

Hay diversas teorías para explicar la falta de hallazgos como el de La Dehesilla en el Neolítico Medio, en contraste con el Antiguo y el Final. Por ejemplo, el notable descenso demográfico que tuvo lugar en este período. "Otra hipótesis es que las propias creencias y tradiciones rituales hubiesen evolucionado a lo largo del tiempo y del espacio durante el período general que llamamos Neolítico. De hecho, nuestro estudio sugiere que podría existir alguna diferencia en los ritos de este momento entre diversas regiones peninsulares. Además, parece que la costumbre específica del tratamiento diferencial de cráneos humanos es más común entre las primeras poblaciones campesinas y ganaderas, del Neolítico antiguo. Aún no sabemos si las poblaciones de ambos períodos tienen relación filogenética directa entre sí, o si eran de orígenes distintos, cuestión fascinante que aborda ahora nuestro equipo de trabajo", ha señalado García Rivero.

¿SACRIFICIOS RITUALES?

Pero ¿en qué consistió ese ritual? Según el estudio, el cabrito fue sacrificado y los cráneos humanos presentaban señales de traumas, siendo el femenino el que muestra particularidades más interesantes. La mujer, de entre 24 y 40 años, al parecer fue decapitada. "Presenta una depresión en el lado izquierdo del hueso frontal que, según sus características, corresponde a una trepanación incompleta, que no llegó a traspasar todo el hueso, y con indicios de remodelación ósea, es decir, practicada en vida años antes de su muerte. Además, presenta dos marcas de corte en la región occipital. Estas no cuentan con recuperación ósea, de forma que el organismo ya no estaba vivo, pero se llevaron a cabo poco tiempo después de su muerte, antes de la pérdida de los tejidos musculares. No puede descartarse que la propia muerte de la mujer se realizase previamente mediante un sacrificio ritual, acompañando en el depósito al Cráneo 2, de un varón de mayor edad, como de hecho sabemos con todas garantías que ocurrió con el caprino (oveja o cabra) lactante que reposaba junto con ellos", afirma el estudio.

Lesiones y marcas de corte en el cráneo femenino de La Dehesilla.

Lesiones y marcas de corte en el cráneo femenino de La Dehesilla.

© 2020 García-Rivero et al.
Huesos de cabrito descubiertos en cueva de La Dehesilla.

Huesos de cabrito descubiertos en cueva de La Dehesilla.

© 2020 García-Rivero et al.

No puede descartarse que la propia muerte de la mujer se realizase previamente mediante un sacrificio ritual, acompañando en el depósito al Cráneo 2, de un varón de mayor edad, dice el estudio.

El cráneo del hombre, de mayor edad, no presenta esos signos, pero no se descarta que también fuese sacrificado ritualmente. Aunque tal vez su muerte fue natural y la mujer y el cabrito fueran sacrificados para acompañarlo en su destino. En cualquier caso, "el conjunto indica algún tipo de trato social singular e intencionado por parte de la comunidad a través de la promulgación de una deposición especial con un fuerte componente ritual. En esta línea, el depósito puede indicar algún tipo de reconocimiento honorífico, relacionado con líderes sociales, quizá grandes figuras o guías religiosos". De este modo, el sacrificio tanto humano como animal puede haber formado parte de "ritos propiciatorios y divinos, tal vez relacionados con festividades conmemorativas de naturalezas cosmogónica y probablemente estacional", concluye el estudio