martes, 25 de abril de 2023

la leyenda de san jorge y el dragón

 para los vascos es Gorka o Jurgi; para los croatas, Juraj; para los suecos, Göran. En el dialecto ligur se le conoce como Zorzo y en gaélico, como Seoirse. San Jorge, el santo al cual nos referimos, ha prodigado su nombre y su popularidad en la práctica totalidad del planeta, gracias tal vez a la conmovedora historia ligada a su figura. Un relato del que no existe ninguna certeza histórica, pero que una tradición secular se ha encargado de enraizar profundamente en muchos rincones del mundo.Empieza ahora

Los orígenes del mito

Según la leyenda, San Jorge nació a finales del siglo II en la Capadocia, actualmente en territorio turco y por entonces parte del Imperio romano. Hijo de Geroncio, oficial del ejército romano, y de Policromía, siendo muy joven se hizo soldado como su padre e ingresó en el séquito del emperador Diocleciano, donde acabó siendo uno de sus guardias personales. Pero en el año 303 la situación cambió radicalmente.

Foto: AGEfotostock

Jorge fue un soldado de Capadocia al servicio del emperador romano Diocleciano que murió mártir por no querer renunciar a su fe cristiana. Años después de su muerte fue canonizado y su atractiva historia lo convirtió en un paladín del imaginario medieval europeoprotector de caballeros y soldados, cruzados y templarios.

SAN JORGE, PATRÓN DE MUCHAS CIUDADES

La leyenda del dragón, según la cual abatió a una bestia y liberó de su yugo a una ciudad o a todo un reino, contribuyó también a que fuera declarado patrón en diversos países –Inglaterra, Portugal, Bulgaria, Ucrania, Etiopía, Georgia…– y en otras tantas ciudades. En España es el patrón de localidades como Cáceres, Santurce (Vizcaya), Santurdejo (La Rioja), Alcoy y Banyeres de Mariola (Alicante), o Golosalvo y Madrigueras (Albacete).

La leyenda del dragón, según la cual abatió a una bestia y liberó de su yugo a una ciudad o a todo un reino, contribuyó también a que fuera declarado patrón en diversos países como Inglaterra, Portugal, Bulgaria, Ucrania, Etiopía, Georgia…

De soldado a mártir

Diocleciano puso en marcha un durísimo y violento asedio contra la comunidad cristiana en auge, lo que se conoce como "la gran persecución", y cuando conminó a Jorge a apostatar, este, cristiano confeso, rehusó renunciar a su fe. ¿El desenlace? El usual en la época: martirio y decapitación. La fecha de la ejecución fue el 23 de abril, cuando el mártir contaba apenas con treinta y pocos años. En la fachada del Palacio de la Generalitat de Cataluña podemos encontrar esta escultura que recuerda al mártir y la leyenda del dragón.

Foto: AGEfotostock

Y de comunidades autónomas, como la aragonesa y por supuesto Cataluña, donde la diada de Sant Jordi tiene una gran relevancia por ser a la vez el día de los enamorados y del libro. Para conmemorar la victoria sobre el dragón, así como a dos grandes de la literatura que también fallecieron un 23 de abril, pero de 1616, Shakespeare y Cervantes, las parejas, los amigos y los familiares se intercambian rosas y libros.

Una celebración con la que la población tarraconense de Montblanc rescata el esplendor de su historia durante la Edad Media a través de la Semana Medieval. Y una fiesta que en Barcelona tiene lugar bajo la atenta mirada del mismísimo dragón, que vive camuflado en uno de sus edificios mo­dernistas más emblemáticos de la ciudad, la Casa Batlló.

En Cataluña, la diada de Sant Jordi tiene una gran relevancia por ser a la vez el día de los enamorados y del libro.

Casa Batlló

Fachada de la barcelonesa Casa Batlló, obra de Antoni Gaudí, con elementos estructurales y decorativos que evocan la leyenda de Sant Jordi y el dragón. Su arquitecto, Gaudí, dejó la impronta de ese animal fabuloso y de su leyenda: las escamas del dragón recubren la azotea; mientras que la espada de san Jorge sobresale del tejado y los balcones parecen calaveras.

Foto: Anna Serrano/ Hemis/ Gtres

En él, su arquitecto, Gaudí, dejó la impronta de ese animal fabuloso y de su leyenda: las escamas del dragón recubren la azotea; la espada de san Jorge sobresale del tejado; en el balcón superior una flor alude a la princesa, y hay calaveras en algunos balcones –las víctimas del supuesto monstruo– y columnas en forma de huesos en la tribuna. En el vestíbulo, los remates de la escalera recuerdan el espinazo de la cola del animal abatido.

Y en el desván, la sala de arcos catenarios evoca la caja torácica de la execrable bestia. Aparte de salvar a la princesa, tal vez el éxito más rotundo del soldado de la Capadocia haya sido el haber internacionalizado una fiesta que bajo la iniciativa «Books and Roses»llena de libros y flores las calles de un número cada vez mayor de ciudades en los cinco continentes.

Una fiesta internacional

Una parada de libros infantiles en Shanghai, China, el 23 de abril de 2016, durante la celebración del Books and Roses. El Gremi de Llibreters de Catalunya trabaja para defender frente a la Unesco la candidatura de Sant Jordi como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Foto: Alexis Roig / Catalan Institute of China

En lugares tan distantes como Nueva York, Berlín, Londres, Tokio, Singapur, Beijing, Ciudad de México o Montevideo, se suceden los eventos (más de 150 contabilizados en la pasada edición) que pretenden difundir y compartir la pasión por los libros, la lectura y la buena literatura. También el placer de regalar la rosa, un gesto con­­vertido en símbolo de afecto y fraternidad hacia nuestros congéneres.

atlas, el titán que soportaba el peso del mundo sobre sus hombros

 según la mitología griega, tras la aplastante victoria de Zeus y los dioses olímpicos sobre los titanes, los poderosos seres que se habían rebelado contra su dominio, estos fueron enviados al inframundo. Pero hubo algunas excepciones, como Atlas y su hermano Prometeo. Este último fue condenado por los dioses por entregar el fuego a los hombres y Atlas también fue sometido a un terrible castigo: soportar el peso del firmamento sobre sus hombros durante toda la eternidad. Aunque a pesar de las limitaciones que le imponía tan ímproba tarea, Atlas también jugó un papel muy destacado en las historias que tuvieron como protagonistas a dos grandes héroes: Heracles y Perseo. 

Pero ¿dónde se encontraba Atlas? Cuenta el poeta Hesíodo, que Atlas se hallaba en el país de las Hespérides, en el extremo del mundo conocido, mientras que para el filósofo Platón, Atlas fue el primer rey de la mítica Atlántida. De hecho, asociamos el nombre del titán con el de la gran cordillera que recorre el norte de África y con el océano Atlántico. Asimismo Atlas, gracias a la increíble gesta que se veía obligado a realizar, está considerado el epítome de la fuerza física, además de simbolizar el tesón, la firmeza y el compromiso.

Recreación de la mítica Atlántida de Platón.

Recreación de la mítica Atlántida de Platón.

Віщун (CC BY-SA 4.0) 

LA FAMILIA DE ATLAS

Peo ¿qué sabemos de sus orígenes? La mayoría de escritores clásicos refiere que Atlas era hijo del titán Japeto y de la oceánide Clímene, aunque algunos apuntan a que su madre podría haber sido la ninfa Asia. El escritor romano Higino es el único que menciona a Atlas, en su obra Fábulas, como hijo de Éter y de Gea, y lo sitúa en la lucha de los gigantes contra los olímpicos (la gigantomaquia), un acontecimiento que cronológicamente es posterior a la guerra de los titanes. Atlas tenía varios hermanos, titanes como él, entre los que se encuentran Epimeteo, Menecio y Prometeo.

El escritor romano Higino sitúa a Atlas en la lucha de los gigantes contra los olímpicos.

Techo de la Sala de los Gigantes en el Palacio Te, Mantua. Obra de Julio Romano.

Techo de la Sala de los Gigantes en el Palacio Te, Mantua. Obra de Julio Romano.

(CC BY-SA 4.0) 

Como titán, Atlas era un ser gigantesco, dueño de un cuerpo poderoso, pero también estaba dotado de una enorme sabiduría. Algunos mitos cuentan que se casó con Pléyone, una oceánide hija de Océano y Tetis, y que con ella engendró a las Pléyades. Según otras versiones, Atlas también era el padre de las famosas Hespérides, conocidas como las "ninfas del ocaso", guardianas de las preciadas manzanas de oro que el héroe Heracles tuvo que robar en uno de sus doce trabajos. Entre tantas hijas, el único hijo varón de Atlas fue Hias o Hiante, encarnado en la constelación de Acuario.

EL PESO DEL UNIVERSO

La principal fuente que ha llegado hasta nosotros sobre la guerra que tuvo lugar entre los titanes y los dioses es la Teogonía de Hesíodo, donde se cuenta que los titanes, liderados por Atlas, fueron derrotados y arrojados al Hades por Zeus. Pero el dios supremo tenía reservado para Atlas un castigo muy especial. El titán fue conducido hasta el borde mismo de la Tierra y condenado a cargar con la bóveda celeste por toda la eternidad. Aunque no todos los autores están de acuerdo con esto. Por ejemplo, según Homero, "Atlante vigila las largas columnas, sustento del cielo". El gran poeta épico también cuenta que Atlas sufrió un castigo añadido cuando el hijo de Helios y Clímene, Faetón, se precipitó sobre la Tierra mientras conducía el carro solar, con lo que Atlas tuvo que soportar en sus propias carnes el abrasador fuego del Sol que se acercaba cada vez más a la superficie terrestre.

La principal fuente que ha llegado hasta nosotros sobre la guerra que tuvo lugar entre los titanes y los dioses es la Teogonía de Hesíodo. 

Jardín de las Hespérides, obra de Edward Coley Burne-Jones, 1869-1873. Hamburger Kunsthalle, Hamburgo.

Jardín de las Hespérides, obra de Edward Coley Burne-Jones, 1869-1873. Hamburger Kunsthalle, Hamburgo.

Bridgeman Images / Gtres

El terrible castigo decretado por Zeus sobre Atlas obligaba al titán a permanecer inmóvil mientras sostenía el peso del mundo, aunque eso no fue óbice para que algunos héroes recalaran en sus dominios en el transcurso de sus aventuras, tal como cuentan diversos autores. Según el poeta romano Ovidio, tras vencer a la terrible gorgona Medusa, Perseo llegó al reino de Atlas, situado en el extremo más occidental de la Tierra "donde el Sol para a los caballos cansados", y le pidió refugio esgrimiendo que era hijo de Zeus.

En aquella región, cerca de Mauritania, crecía una frondosa arboleda, en cuyas ramas colgaban unas hermosas manzanas de oro. Aquellas valiosas frutas, que estimulaban la pasión tanto de hombres como de dioses, estaban constantemente vigiladas por las hijas de Atlas, las Hespérides. Tras escuchar a Perseo, Atlas recordó la profecía que le advertía de que sería un hijo de Zeus quien robaría aquellos frutos: "Llegará el momento, Atlas, y el oro será robado del árbol, y la mejor parte irá al hijo de Zeus". 

ENGAÑADO POR PERSEO

Fue entonces cuando el titán hizo rodear el huerto con un muro y que un dragón de siete cabezas, llamado Ladón, custodiara las preciadas frutas. Acto seguido, para prevenir males mayores, negó la hospitalidad a Perseo. Este, sabiéndose inferior en tamaño y fuerza, extrajo entonces la cabeza de Medusa del zurrón que llevaba consigo y se la mostró al titán, que nada más verla se convirtió en piedra. Su cabello y su barba se transformaron en bosques y sus hombros y sus brazos en lo que sería la cordillera del Atlas. La cabeza del titán se convirtió en el pico más alto de la cordillera, y "el cielo descansaba sobre él con el abismo de sus constelaciones". Pero Atlas se equivocó de hijo de Zeus. Y es que la profecía no se refería a Perseo, sino a Heracles, otro de los vástagos del dios supremo.

El titán hizo rodear el huerto con un muro y que un dragón de siete cabezas, llamado Ladón, custodiara las preciadas frutas.

Hércules roba las manzanas de las Hespérides, cuadro pintado por Lucas Cranach el Viejo. Museo Herzog Anton Ulrich. Braunschweig.

Hércules roba las manzanas de las Hespérides, cuadro pintado por Lucas Cranach el Viejo. Museo Herzog Anton Ulrich. Braunschweig.

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De hecho, el mito más famoso referido a Atlas es el que tiene que ver con el papel que desempeñó en uno de los doce trabajos de Heracles, una de las misiones que, tras el asesinato de su esposa e hijos en un rapto de locura, el héroe debía cumplir como penitencia para el rey Euristeo de la Argólida. Para llevar a cabo su undécimo trabajo, Heracles debía partir hacia Mauritania en busca de las famosas manzanas de oro, que eran sagradas para la diosa Hera. Pero incluso para un semidiós tan fuerte como Heracles era muy difícil lograr sustraer las frutas, puesto que estaban custodiadas por el terrible Ladón. Heracles pidió entonces ayuda al propio Atlas para poder llevar a cabo con éxito aquella misión. 

EL ASTUTO HERACLES

Atlas, viendo por fin una oportunidad de liberarse de su pesada carga, aceptó ayudarle siempre y cuando el héroe se comprometiera a sostener la bóveda celeste mientras él recogía las manzanas. Heracles aceptó y Atlas pasó sobre los hombros del héroe el terrible peso, que este apenas podía soportar. Al límite de sus fuerzas, Heracles vio con desesperación como el titán, tras recoger las manzanas, no tenía ninguna intención volver a ocupar aquel malhadado lugar. Es más, Atlas le dijo que sería él mismo quien llevaría las frutas a Euristeo.

Atlas propuso a Heracles que sostuviese la bóveda celeste mientras él recogía las manzanas.

Hércules y Atlas. cuadro pintado por Lucas Cranach el Viejo. Museo Herzog Anton Ulrich, Braunschweig.

Hércules y Atlas. cuadro pintado por Lucas Cranach el Viejo. Museo Herzog Anton Ulrich, Braunschweig.

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Así pues, mientras Heracles sostenía la bóveda celeste, pensaba en el modo de salir airoso de aquella situación. Entonces le dijo a Atlas que de buena gana aceptaría sus condiciones siempre y cuando le concediese el tiempo necesario para rehacer su capa a modo de almohada y de este modo poder soportar mejor el peso del universo sin lastimarse. Atlas, ingenuamente, sin sospechar en la trampa de Heracles, se avino a sus deseos y dejó las manzanas en el suelo para sustituir de nuevo a Heracles mientras este se acomodaba la capa. Cuando el héroe vio que el titán volvía a ocupar su lugar de nuevo, cogió las manzanas y salió corriendo.

REY DE LA ATLÁNTIDA

Pero, como hemos visto, también hay algunas leyendas que hacen de Atlas un rey en lugar de un titán. Por ejemplo, Platón, en su Critias, menciona a Atlas como el primer rey de la mítica Atlántida. Según el filósofo, el padre de este soberano era el dios Poseidón, y de su nombre se derivaría el de la legendaria isla, Atlántida, y también el del océano circundante, Atlántico. Por su parte, el historiador Diodoro Sículo, en su Biblioteca Histórica, narra que Atlas era rey de la tierra de Mauri, la actual Mauritania, además de ser un reputado matemático y astrólogo. El propio Diodoro y también Paléfato relacionan también a Atlas con las terribles gorgonas, unos seres terroríficos que, como Medusa, tenían serpientes en lugar de cabellos. 

El historiador Diodoro Sículo, en su Biblioteca Histórica, narra que Atlas era rey de la tierra de Mauri, la actual Mauritania.

Medusa, cuadro pintado por Caravaggio, Galeria de los Uffizi, Florencia.

Medusa, cuadro pintado por Caravaggio, Galeria de los Uffizi, Florencia.

PD

Según todos estos autores, aquellos seres vivían en unas islas del mar de Etiopía, cuya isla principal se llamaba Cerna (estudios recientes sugieren la posibilidad de que estas islas puedan corresponderse con las del actual archipiélago de Cabo Verde). Y siguiendo con las serpientes, según el romano Ovidio, después de que Perseo convirtiera a Atlas en una montaña, el héroe se alejó del lugar sobrevolando Etiopía y de la sangre de la cabeza de Medusa que goteaba de su zurrón nacieron las actuales serpientes que pueblan la zona. 

EL TITÁN CARTÓGRAFO

El mito de Atlas, el titán que sostiene eternamente el firmamento sobre sus espaldas, no se encuentra solo en la literatura. También está presente en muchos otros ámbitos artísticos, como por ejemplo en la arquitectura. En esta disciplina, algunas columnas y pilastras usadas para sostener edificios o techos, que reciben el nombre de "atlantes" o "telamones", adoptan la forma de un hombre dotado de una fuerza descomunal. Pero no solo la arquitectura ha rendido homenaje a la figura de Atlas. También la escultura ha representado al forzudo titán.

Por ejemplo, en la Antigüedad clásica se esculpieron grandes estatuas de Atlas, como las que adornaron el templo de Zeus en Agrigento, en la isla de Sicilia. Aunque tal vez la escultura más impactante del titán que ha llegado hasta nosotros sea el famosísimo Atlas Farnesio, una copia romana de un original helenístico que actualmente se exhibe en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles y en la que Atlas aparece arrodillado, con el orbe sobre sus hombros, sujetándolo con un gran esfuerzo. 

Tal vez la escultura más impactante del titán que ha llegado hasta nosotros sea el famosísimo Atlas Farnesio.

Atlas Farnesio, estatua romana de mármol. Museo Arqueológico Nacional, Nápoles.

Atlas Farnesio, estatua romana de mármol. Museo Arqueológico Nacional, Nápoles.

Lalupa (CC BY SA 4 0) 

Siglos después, también los artistas del Renacimiento pondrían su mirada en la colosal figura de Atlas. Así, tenemos el grabado del artista italiano Francesco di Giorgio, donde se muestra a Atlas como rey de Mauritania, en su faceta de astrólogo. En esos años, a Atlas se lo relacionó asimismo con una pujante disciplina científica: la cartografía. Uno de los primeros editores que asoció al titán con los mapas fue el impresor francés Antonio Lafreri, quien usó su imagen para ilustrar la portada de la obra Tavole moderne di geografia de la maggior parte del mondo di diversi autori, del año 1572. Asimismo, cuando el emperador Carlos V abdicó en favor de su hijo Felipe II, el acontecimiento se conmemoró con la acuñación de unas monedas en las que se representa la historia de Atlas. En ellas se muestra al emperador como el titán, colocando el peso del poder sobre los hombros de su joven hijo Felipe, que se encarna en la figura del héroe Heracles. 

LA RESIGNACIÓN DE ATLAS

En la actualidad, el mito de Atlas sigue vigente. La psicología, por ejemplo, se refiere al "síndrome de Atlas" para definir el comportamiento de todas aquellas personas que son incapaces de delegar, es decir, que cargan con todo el peso de la responsabilidad del trabajo sobre ellos, al igual que hizo el titán con la bóveda celeste. Pero ¿por qué Atlas nunca se rebeló? ¿Por qué se avino siempre a cargar con el peso del universo sobre sus hombros sin protestar? De hecho, solo una vez intentó sustraerse a su funesto destino (aunque de un modo efímero) cuando logró engañar al héroe Heracles diciéndole que sujetara su pesada carga por un momento. 

¿Por qué Atlas nunca se rebeló? ¿Por qué se avino siempre a cargar con el peso del universo sobre sus hombros sin protestar?

Esta actitud sumisa ha sido tratada en la moderna literatura, que se ha hecho eco de ella de algún modo, como en la novela distópica La rebelión de Atlas, de la autora Ayn Rand, publicada en 1957. En ella, uno de los personajes le pregunta a otro: "Si vieses a Atlas en la mitología, el gigante que sostiene al mundo sobre sus hombros, si vieses que está de pie, con la sangre latiendo en su pecho, con sus rodillas doblándose, con sus brazos temblando, pero todavía intentando mantener al mundo en lo alto con sus últimas fuerzas, y cuanto mayor sea su esfuerzo, mayor es el peso del mundo que carga sobre sus hombros, ¿qué le dirías que hiciese?", a lo que el interpelado contesta "que se rebele". Algo que el titán, al parecer, nunca se planteó hacer.

el nacimiento de la inquisición española

 el proceso que encendió los ánimos y alentó la idea de la necesidad de una Inquisición se inició a finales del siglo XIV, cuando muchas juderías españolas, en ciudades como Toledo, Sevilla, Écija, Córdoba o Barcelona, fueron asaltadas violentamente por grupos desesperados de cristianos viejos. Los pogromos de 1391, provocados por la miseria cotidiana de gran parte de la población y por la propaganda antisemita, suscitaron de modo automático, por miedo y terror, conversiones forzosas al cristianismo de familias judías enteras. Nacieron así los cristianos nuevos o conversos, antiguos judíos que habían aceptado bautizarse y practicar la religión cristiana, pero que no por ello fueron aceptados por la mayoría de población de «cristianos viejos». En efecto, contra los conversos se fue imponiendo toda una corriente de opinión injuriosa que propugnaba perseguirlos, pues no se admitía como sincera su conversión y se creía que constituían un peligro para la pureza de la fe cristiana. 

Left, the banner of the Spanish Inquisition; right banner of the Inquisition in Goa

El escudo de los perseguidores. Sobre estas líneas se reproduce una página con el escudo del Santo Oficio: una cruz latina, flanqueada por una espada y por un ramo de olivo.

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El acoso contra ellos adquirió gran intensidad en Andalucía, particularmente en Sevilla, que poseía una importante minoría conversa. En la década de 1470, el dominico fray Alonso de Hojeda prodigó las predicaciones anticonversas en la capital andaluza, en las que pedía una intervención expeditiva de los reyes para acabar de raíz con aquellos malos cristianos que judaizaban, es decir, que practicaban la religión judía en secreto. 

LA LLEGADA DE LOS JUECES 

Hojeda aprovechó los meses que la reina Isabel residió en Sevilla, entre 1477 y 1478, para aportar supuestas pruebas de que los conversos judaizaban en secreto y demandar una investigación a fondo. En un principio, Isabel y Fernando respondieron auspiciando una campaña de predicaciones evangelizadoras por el confesor real fray Hernando de Talavera, en las que se invitaba a los conversos a desprenderse definitivamente de los ritos judaicos. Cuando fracasó esta vía, los reyes decidieron una intervención expeditiva: establecer allí el primer tribunal de la Inquisición. En noviembre de 1478, Sixto IV concedió la bula para establecer un tribunal inquisitorial en Sevilla, pero los reyes no la aplicaron hasta dos años después, cuando enviaron a la ciudad andaluza a los primeros inquisidores: un asesor jurista de designación real, el doctor Ruiz de Medina, y dos dominicos, fray Miguel de Morillo y fray Juan de San Martín, prior del monasterio de San Pablo de Valladolid. 

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Entre la cruz y la espada. la catedral gótica de Sevilla aún estaba en construcción cuando en 1480 se instaló en la capital andaluza el primer tribunal del Santo Oficio.

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El día 11 de noviembre de 1480, el asistente (gobernador) de Sevilla, Diego de Merlo, presentó ante una sesión del cabildo municipal, del que formaban parte conocidos conversos como Diego de Susán, la carta de la reina Isabel que ordenaba dar posada a los tres inquisidores. El mandato, que también se extendía a Jerez y Córdoba, sólo indicaba que las cosas que les traían a Sevilla eran «cumplideras al servicio real», sin concretar más. Sólo el asistente conocía que los comisionados regios iban «a inquirir y hacer pesquisa contra las personas que no guardan y mantienen nuestra santa Fe» y, en consecuencia, estaba avisado de que podría «acaecer que algunas personas, sabiéndolo, alborotarían y querrían hacer algunos escándalos y alborotos» en la ciudad. La reina era consciente de que la misión que llevaban los inquisidores podía originar una doble reacción: o suscitaría una resistencia violenta por parte de los conversos hispalenses o provocaría una corriente de huida hacia el reino musulmán de Granada. Para conjurar ambas posibilidades había que castigar el mal y evitar su contagio mediante una estrategia sigilosa, manteniendo en secreto la constitución del tribunal hasta el momento oportuno. 

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Tribunal del Santo Oficio, óleo de Jean Paul Laurens, Museo de Arte y Arqueología, Moulins. 

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Las previsiones de la reina se cumplieron al pie de la letra. Una vez que el cabildo sevillano aceptó el alojamiento de los inquisidores, el doctor Ruiz de Medina hizo, ante los integrantes de aquél, «relación largamente de la voluntad de los reyes de hacer pesquisa, y de que ésta era justa y santa, porque los malos fuesen punidos e los buenos bien tratados». Todos los presentes declararon su disposición a obedecer. Sin embargo, los regidores y jurados conversos que oyeron las palabras del asesor real sufrieron una enorme inquietud. 

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Los Reyes Católicos, representados en un excelente acuñado hacia 1500

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La leyenda cuenta que, al poco, Pedro Fernández Benadeva (el poderoso administrador de la hacienda catedralicia), Abolafia el Perfumado (arrendador de las aduanas), Alemán Pocasangre (mayordomo de la ciudad) y otros muchos conversos ricos y poderosos se reunieron a deliberar en la casa de uno de ellos, Diego de Susán. Debatieron acerca de las nuevas amenazas que acechaban sus vidas, que rompían su tranquilidad cotidiana, que ponían en peligro sus negocios y su libertad de movimientos. Dos posiciones se perfilaron: la que proponía organizar una conjuración y defensa armada si acaso la acción inquisitorial se llevaba a efecto, y la que prefería mantener la prudencia, que algunos atribuirían a la cobardía connatural a los conversos. Los reunidos optaron al final por esperar los acontecimientos, dejando abierta la posibilidad de empuñar las armas si las circunstancias así lo requerían, pues Benadeva disponía en su casa de armas suficientes para cien hombres

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Asesinato del inquisidor Pedro de Arbués por conversos aragoneses. Bartolomé Murillo, 1664. Museo del Hermitage, San Petersburgo.

La conjuración llegó pronto a oídos de los inquisidores. Se dijo que fue la hija de Susán, la «fermosa fembra», la que confió el secreto de la conjura de los suyos a un amante cristiano viejo, que de inmediato lo denunció a los inquisidores. Éstos respondieron con una estratagema que les permitió prender a Benadeva. Con la excusa de que el rey Fernando deseaba llegar a un acuerdo económico con los judeoconversos de Sevilla mandaron llamar a Benadeva al convento dominico de San Pablo. Éste no dudó en acudir a una convocatoria que se hacía en nombre del monarca, aunque, desconfiado, se hizo acompañar por gente de a caballo. Sin embargo, los frailes sólo permitieron entrar en el convento a Benadeva, quien, llegado ante los inquisidores que esperaban en el corral, les preguntó: «¿Qué mandan vuestras paternidades?». Entonces, a una señal convenida, salieron hombres armados por todas partes y lo apresaron. Que los inquisidores utilizaran un ardid para detenerlo prueba la fuerza y la influencia que Benadeva representaba, aunque a partir de aquel instante no le valdrían de nada. 

LOS PRIMEROS AUTOS DE FE 

Un cronista refiere que luego, en las semanas que siguieron, «fueron apresados algunos de los más honrados e de los más ricos regidores e jurados, e bachilleres e letrados e hombres de mucho favor». Descabezados sus líderes, los conversos sevillanos fueron presa del miedo y, muy pronto, de la Inquisición. La única reacción posible, descartado un motín, era la huida. La peste que asoló la ciudad en las primeras semanas del año 1481 la favoreció más aún. Sin embargo, ni la epidemia detuvo el ardor de los inquisidores. 

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Más allá de Andalucía. En 1485 se instituyó en toledo un tribunal del Santo Oficio. arriba aparece la sala capitular de la catedral toledana, con pinturas de Juan de Borgoña.

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El 6 de febrero de 1481, éstos mandaron celebrar el primer auto de fe de la nueva Inquisición real en el paraje de Tablada, al sur de la ciudad, donde fueron quemadas seis personas –hombres y mujeres–. En el auto predicó el celoso fray Alonso de Hojeda, el mismo que había alentado la persecución y que desaparecería víctima de la peste a los pocos días, signo, según quisieron ver algunos, de la indignación divina. La peste fue ocasión para que los inquisidores establecieran el tribunal en un lugar de aires más puros: Aracena, en la actual provincia de Huelva, donde prosiguieron la persecución, pues prendieron y sentenciaron a veintitrés personas. Condenadas por judaizar, fueron quemadas en el auto de fe que tuvo lugar el 23 de julio de 1481, a la vista de muchos nobles sevillanos huidos de la peste y de numeroso gentío de la villa y sus aldeas. Pasada la epidemia, los inquisidores regresaron a Sevilla y con ellos los temores de la comunidad conversa. Los autos de fe continuarían sin descanso. 

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Auto de fe en la Plaza Mayor de Madrid, grabado anónimo, 1899.

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A Pedro Fernández Benadeva le llegó el turno en el tercer auto que tuvo lugar en Sevilla, el 21 de abril de 1481. No se le acusaba de rebelión o de traición. Los delitos que le llevaron a la hoguera fueron la herejía por la práctica de los ritos judaicos, el respeto de los sábados, el consumo de carne de la carnicería de los judíos y de pan cenceño (ácimo, sin levadura), y consentir que los rabinos fueran a su casa para leer y enseñar. También se le acusaba de materialismo ateo, de no creer en la resurrección y en la inmortalidad por haber proferido públicamente que no había ni hay otra vida, sino la presente de nacer y morir, ni había otro paraíso, sino pasarlo bien en este mundo. A pesar de que Benadeva negó hasta el final que no fuese fiel cristiano, sobre él cayó todo el peso de la ira justiciera inquisitorial, que incluía la excomunión, la confiscación de bienes (esclavos, casas y fincas rústicas) y la relajación, es decir, la entrega del reo a la jurisdicción civil para que ejecutara la pena capital. Su dramática muerte causó regocijo en buena parte de la población, hasta el punto de que años después de su desaparición se recitaban en Sevilla canciones alusivas a su muerte en la hoguera

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Catedral de Sevilla. Entre los siglos XVI y XVII, los sambenitos de los condenados por la Inquisicio´n se colgaban en los muros de las iglesias.

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Muchos otros conversos siguieron la misma suerte. Hechos los primeros escarmientos, los inquisidores, que habían situado su cárcel en el castillo de Triana, promulgaron a finales de mayo de 1482 un edicto de gracia por el que se garantizaba el perdón a aquellos que confesaran sus culpas en un plazo de dos meses. Mientras se agotaba, la cárcel fue llenándose de judeoconversos. 

LAS HOGUERAS NO SE APAGAN 

Al año siguiente, 1483, continuaron los autos de fe. Fue tremendo el que se celebró el 16 de mayo, en el que se quemó a cuarenta y siete conversos entre hombres y mujeres (perecieron familias enteras), incluidos algunos clérigos. En 1484 se encendieron más hogueras. El 2 de mayo, más de un centenar de conversos reconciliados –perdonados por la Iglesia– y casi el doble de mujeres fueron sacados en procesión desde la iglesia de san Salvador hasta el monasterio de San Pablo, vestidos con sambenitos (los escapularios donde se escribían sus delitos); el domingo siguiente sucedió otro tanto. 

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Un reo es torturado por la Inquisición en este grabado de autoría desconocida. Siglo XIX, colección privada.

Stefano Bianchetti / Bridgeman Images

Cuando los Reyes Católicos volvieron a Sevilla en octubre de 1484, la ciudad estaba hundida en la pobreza y diezmada por la peste, por la represión inquisitorial y por las confiscaciones. Para entonces ya se habían constituido tribunales en Córdoba, Jaén y Ciudad Real, reunidos todos bajo la presidencia de fray Tomás de Torquemada. Según el inquisidor del tribunal de Sevilla, Diego López de Cortegana, entre 1481 y 1524 hubo 5.000 quemados y 20.000 reconciliados en la ciudad y su distrito. Durante el mandato de Torquemada aumentaron los tribunales por toda Castilla y también las condenas a la hoguera. 

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la condena de Jesús por los Judíos era una de las raíces del antisemitismo. Cristo coronado con espinas, óleo sobre tabla de Hieronymus Bosch, Galería Nacional, Londres.

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Quedó en el ánimo de muchos si el camino para la conversión era la fuerza o la predicación. Pero no hubo debate, sino más de tres siglos de represión de cualquier disidencia religiosa o moral, detrás de la cual se escondió la avaricia y la envidia de muchos inquisidores que actuaron, según denunció un cronista, «sin autoridad de la Iglesia y con precipitación de consejo». 

El ayuno durante el mes de Ramadán mejora la salud metabólica

 El ayuno o sawn durante el mes del Ramadán es uno de los cinco pilares de la religión musulmana. Consiste en no comer ni beber (ni siquiera agua) desde la salida del sol hasta su puesta. Eso implica que la ingesta de líquidos y comida es exclusivamente nocturna. Por lo tanto, se puede considerar una forma de ayuno intermitente.

¿Cuánto dura el ayuno? No es fijo. El Ramadán se celebra en el noveno mes del calendario islámico y, al ser un calendario lunar, la fecha de celebración del Ramadán va cambiando cada año. En España, el período de ayuno puede ser de unas 10 horas si el Ramadán es en invierno y de unas 15 horas cuando tiene lugar en verano. 

Este año comenzó el 23 de marzo y terminará el 21 de abril. Y es obligatorio para todos los musulmanes excepto para los niños, los ancianos, las mujeres embarazadas y lactantes, las personas enfermas y las personas que tienen que hacer largos viajes.

Ayunar 16 horas mejora la composición corporal

El Ramadán es una de las formas de ayuno intermitente mas estudiadas. Hablamos de un patrón de ingesta de alimentos que alterna periodos de ayuno, sin ingerir alimentos o con una reducción significativa de calorías, con periodos de ingesta de alimentos sin restricciones. La forma de ayuno intermitente mas habitual es ayunar durante 16 horas y comer en un intervalo de 8 horas. Que es justo lo que se hace durante el Ramadán.

Durante las últimas cuatro décadas se han llevado a cabo numerosos estudios sobre los efectos del ayuno del Ramadán en la salud. Las investigaciones muestran que, al igual que en otras situaciones de ayuno, tras el Ramadán se produce una mejoría de la composición corporal. Esta consiste en una disminución del peso, del porcentaje de grasa corporal y del índice de masa corporal. Y es mayor en individuos con sobrepeso u obesidad. 

Los cambios corporales se deben fundamentalmente a dos razones. Por un lado, la restricción en la ingesta calórica, ya que se pasa de un patrón de 3-4 comidas diarias a uno de 2 comidas por la noche. Y por otro, la adaptación del metabolismo, que hace que se quemen mas grasas para la obtención de la energía necesaria para el funcionamiento del organismo. 

Además, al igual que en otras situaciones de ayuno intermitente, también se produce una disminución de los niveles de colesterol total y colesterol LDL, de la glucemia en ayunas, de la presión arterial y un aumento de la sensibilidad a la insulina. Todas estas adaptaciones al ayuno se consideran beneficiosas desde el punto de vista metabólico.

Bajan la depresión y la ansiedad

Los efectos del ayuno durante el Ramadán sobre la salud mental han sido menos analizados. En varios estudios se han medido los niveles de depresión, ansiedad y estrés mental de los participantes antes y después del mes de Ramadán, tanto en individuos con problemas de salud mental como en personas sanas. 

Se ha comprobado que tras el Ramadán estos niveles son inferiores en las personas enfermas y no se modifican en los sujetos sanos. De ahí se deduce que el Ramadán puede tener efectos positivos en individuos con depresión, estrés y ansiedad. 

¿Pero por qué? Parece que tiene que ver con que, durante el ayuno del Ramadán, por los cambios en los horarios de alimentación, se producen modificaciones en los ritmos circadianos día/noche. Afectan sobre todo a la liberación de hormonas como la leptina y la grelina, que regulan la saciedad y el apetito, pero también participan en la regulación de nuestro estado emocional. Eso justificaría los efectos beneficiosos del ayuno del Ramadán en la salud mental . 

No obstante, estos estudios tienen una limitación importante, ya que el Ramadán implica otros muchos cambios en el estilo de vida. Se modifica la alimentación pero también la duración del sueño y sus horarios, la exposición a la luz, los niveles de ejercicio y los patrones de relaciones sociales. Todos esos elementos pueden afectar al humor de las personas.

Riesgo de deshidratación e hipoglucemias

El ayuno del Ramadán, en general se considera seguro, especialmente para personas sin problemas de salud. No obstante, puede tener algunos riesgos. El más habitual es la deshidratación, especialmente en los climas calurosos y cuando el Ramadán tiene lugar en verano. Esa deshidratación puede reducir temporalmente el rendimiento físico y cognitivo. Sin embargo, es raro que ocurran episodios de deshidratación extrema, ya que tras la rotura del ayuno se suelen ingerir niveles adecuados de líquidos. 

Sobre todo en los primeros días del Ramadán se pueden producir episodios de jaquecas así como posibles hipoglucemias, especialmente en personas con diabetes. 

Otros problemas relacionados con el Ramadán son la dificultad para seguir los tratamientos farmacológicos, ya que se altera el horario de las comidas. Y también la reducción en la cantidad de horas de sueño, ya que se acuestan más tarde para romper el ayuno al final del día (Iftar) y se levantan antes para realizar la primera comida (Suhoor).

Es importante indicar que todos estos cambios y efectos sobre la salud son transitorios y desaparecen en torno a las dos semanas tras la finalización del ayuno.

Durante el Ramadán se consumen menos calorías pero más azúcares

Es indudable que el Ramadán afecta a los hábitos dietéticos. Debido a la diversidad de culturas y patrones dietéticos que existen en los diferentes países practicantes del Ramadán es difícil llegar a unas conclusiones claras. A pesar de todo, los estudios muestran tres patrones claros y diferentes a los del resto del año. 

En primer lugar, el desplazamiento de los horarios de comidas a la noche. El Suhoor, considerado como el desayuno, aporta el 30-40 % de las calorías del día y en el Iftar se consumen el 60-70 % de las calorías restantes. A veces, entre estas dos comidas se sirve una sopa, con el fin de tratar de seguir un patrón de 3 comidas diarias. 

En segundo lugar hay una ingesta de platos tradicionales, propios de la cultura árabe, y muchos de ellos solo se consumen durante el Ramadán. Finalmente, las comidas se realizan en familia

Un estudio realizado hace una década muestra que durante el Ramadán se siguen cuatro grandes patrones dietéticos:

  1. Uno parecido a la dieta occidental rico en comida rápida, aperitivos salados, nueces, patatas, pescado, pollo, chocolates y zumos. 

  2. El segundo sería un patrón alto en colesterol y con un elevado consumo de comida basura azucarada y salada, con muchos encurtidos y dulces. 

  3. El tercero sería una dieta parecida a la mediterránea, con abundantes verduras, aceite de oliva, lácteos, frutas frescas y desecadas, dátiles, carnes rojas, té y café. 

  4. Finalmente, estaría la dieta típica del Ramadán en la que se come halim (guiso de trigo, cebada, carne y a veces lentejas), sopas, legumbres, porridges (con avena, semillas, frutos secos y frutas desecadas mezcladas con yogur, leche o agua), dátiles, grano entero, bebidas azucaradas y dulces árabes.

Esta diversidad de patrones dietéticos dificulta conocer cómo afectan las modificaciones dietéticas del Ramadán a las ingestas de macronutrientes (hidratos de carbono, grasas y proteínas) y de micronutrientes (vitaminas y minerales). Aunque las investigaciones llevadas a cabo en este sentido muestran datos divergentes, parece claro que, aunque no se produce ningún déficit nutricional importante, hay una menor ingesta de calorías, un mayor consumo de azúcares y de fibra.

En definitiva, todo indica que el ayuno del Ramadán es bueno para nuestra salud metabólica y tiene pocos efectos perjudiciales. Además de que sus efectos fisiológicos y nutricionales acaban cuando termina el mes de ayuno.