viernes, 28 de diciembre de 2012

La cuestión del Filioque



En la teología cristiana la cláusula filioque, o controversia filioque, hace referencia a la disputa entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa por la inclusión en el Credo del término latino filioque que significa: «y del Hijo».
La Iglesia de Oriente difiere de la Occidental en lo que expone el Credo Niceno acerca del Espíritu Santo. En la forma Oriental se dice: el Espíritu Santo «procede del Padre». En la forma Occidental se añaden las palabras: «y del Hijo» (escrito en latín: filioque). La Iglesia Occidental confiesa una doble procesión del Espíritu Santo: «del Padre y del Hijo». La Iglesia Oriental considera que esto es una herejía
¿Cual es el problema? Pues el problema es que para el Patriarca eso (que en cierta medida ya era desde hacia algún tiempo costumbre no oficial de la liturgia occidental) era salirse de lo establecido en los concilios de Nicea y Constantinopla (que conforman el denominado credo niceno-constantinopolitano), porque, según el Patriarca, allí no se establecía que el Espíritu Santo procediese "del Padre y del Hijo" sino solo "del Padre", por tanto, el Patriarca exigió la retirada oficial de la fórmula "y del Hijo" (es decir, "filioque") en la liturgia.
Igualmente exigió la retirada de otras innovaciones (al menos él las consideraba así) como la de consagrar pan ázimo (sin levadura) para la misa –de hecho, en 1053 y en un gesto de fuerza, el Patriarca Miguel Cerulario ordenó el cierre de todas las iglesias latinas de Constantinopla por “practicar el judaísmo” por la utilización del pan ázimo para la Eucaristía-, además de algunas otras consideraciones más secundarias. En otras palabras, el Patriarca se erigió en defensor de la ortodoxia (de ahí que a la Iglesia griega y a las iglesias orientales que la apoyaron se les denomine "ortodoxas").
En el lado oriental dos puntos se puede hacer. En primer lugar, el verso relevante en Juan (15:26) sólo habla de una que procede del Padre. En segundo lugar, además nunca tuvo la aprobación ecuménico.
Dos puntos más también se pueden hacer para el filioque. En primer lugar, se protege la verdad fundamental de Nicea que el Hijo es consustancial con el Padre. En segundo lugar, el Hijo y el Padre envía al Espíritu en Juan 15:26, y por analogía con esta relación que nos estamos justificados en inferir que el Espíritu procede del Padre y del Hijo en la relación intratrinitarias. No quiere decir esto es de divorcio, el Espíritu del Hijo en contradicción de los pasajes que hablan de él como el Espíritu de Cristo (cf. Rom 8:9;. Gal 4:6.). 

Nacho Padró

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