martes, 1 de octubre de 2019

Resuelto el misterio de por qué los incas construyeron Machu Picchu en un lugar tan inaccesible

El santuario inca de Machu Picchu es considerado como uno de los mayores logros arquitectónicos de la humanidad. El sitio arqueológico, construido en un remoto entorno andino, sobre una estrecha cresta situada encima de un cañón, es famoso por su perfecta integración con un paisaje inhóspito. Sin embargo, precisamente su imposible ubicación ha traído de cabeza a la comunidad científica, incapaz de explicarse por qué extraña razón los incas habían construido este poblado en un lugar tan inhóspito. Un nuevo estudio sugiere que la ubicación podría estar relacionada con las características geológicas del terreno, en concreto, con las fallas tectónicas.
El estudio fue presentado esta semana en la Sociedad Geológica de América por el geólogo de la Universidad Federal de Río Grande do Sul, en Brasil, Rualdo Menegat, quien aseguraba que esta antigua civilización construyó el Machu Picchu, así como algunas de sus ciudades, en lugares asentados sobre fallas tectónicas.
"La ubicación de Machu Pichu no es una coincidencia", asegura Menegat, quien sostiene que "sería imposible construir un sitio así en las altas montañas si el sustrato no se fracturara”
Utilizando una combinación de imágenes de satélite y mediciones de campos electromagnéticos, el geólogo mapeó una densa red de fracturas y fallas que subyacen bajo este Sitio del Patrimonio Mundial de la Unesco. Su análisis indica que estas características varían ampliamente en escala, desde pequeñas fracturas visibles en piedras aisladas hasta líneas principales de 175 kilómetros de longitud que coinciden con las cuencas de los ríos de la región.
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El geólogo descubrió que estas fallas y fracturas ocurren en varios conjuntos, y que algunas de estas formaciones corresponden con las responsables de la formación de los Andes centrales a lo largo de los últimos ocho millones de años. Debido a que algunas de estas fracturas están orientadas hacia el noreste-suroeste y otras tienden hacia el noroeste-sureste, el conjunto crea una forma de "X" donde se cruzan debajo de Machu Picchu.
El mapeo de Menegat sugiere que la zona poblada del santuario y los campos agrícolas circundantes, así como las construcciones y escaleras individuales, están orientados en función de las fallas más importantes, una disposición que, según el geólogo, también se siguió en otras ciudades antiguas incas, como Ollantaytambo, Pisac y Cusco, que, como el Machu Picchu, se levantaron en intersección de las fallas.
Los incas aprovecharon las fracturas preexistentes en las rocas del lugar para reducir al mínimo los trabajos previos de mampostería.

Los incas aprovecharon las fracturas preexistentes en las rocas del lugar para reducir al mínimo los trabajos previos de mampostería. 

Mampostería inca

Los resultados de Menegat sugieren la red subyacente de fallas y fracturas también formaron la extraordinario trabajo de mampostería del Machu Picchu, cuya construcción presenta piedras tan perfectamente juntas que es imposible deslizar una tarjeta de crédito entre ellas. Como maestros trabajadores de la piedra, los incas aprovecharon los abundantes materiales de construcción en la zona en la que encuentran las fallas. "La intensidad de las fracturas predispuso rocas a romperse a lo largo de los mismos planos, lo que redujo en gran medida la energía necesaria para tallarlas", afirma.
La red fallas y fracturas del lugar es visible en los bloques de roca integrados en las estructuras de Machu Picchu.

La red fallas y fracturas del lugar es visible en los bloques de roca integrados en las estructuras de Machu Picchu.

Fuente de agua

Además de ayudar a dar forma a las piedras individuales, la red de fallas en Machu Picchu probablemente ofreció a los incas otras ventajas, como una fuente de agua de fácil acceso. Según el científico, las fallas tectónicas del área canalizaron agua de deshielo y agua de lluvia directamente al sitio. Del mismo modo, construir el santuario desde una percha tan alta sirvió a sus ocupantes para resguardarlo de las avalanchas y los deslizamientos de tierra, unos riesgos muy comunes en esas latitudes. Por si fuera poco, la investigación sugiere que la construcción del santuario en un lugar tan alto ayudó a drenar el sitio durante las intensas tormentas que prevalecen en la región, "Alrededor de dos tercios del esfuerzo para construir el santuario involucraba la construcción de drenajes subterráneos", afirma Menegat, quien achaca a las fracturas y fallas como parte de la responsabilidad de la extraordinaria conservación del sitio arqueológico.

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