domingo, 4 de mayo de 2014

Erasmo de Rótterdam: Primera cabeza del humanismo cristiano

El mismo año en que se descubrió América fue ordenado sacerdote un joven holandés de Rotterdam llamado Desiderio Erasmo, que pronto llegaría a acumular un gran prestigio como especialista en lenguas antiguas. Aquellos conocimientos le llevaron a descubrir y denunciar algunos errores de traducción en los textos sagrados, cuyo prolongado estudio terminó por convertirlo en una autoridad reconocida mundialmente. Además, tuvo oportunidad de viajar por toda Europa y de relacionarse con los ambientes más cultos de su época.
Pero la extraordinaria importancia de Erasmo (1469-1536) hay que buscarla en su condición de analista y crítico de su tiempo. El primer humanista cristiano fue protagonista activo de un cambio en el modo de pensar y sentir lo religioso, decidido a desterrar para siempre toda sombra de fanatismo medieval. Era el suyo un pensamiento y una actitud que aportaba ideas novedosas, amenazadoras para los estamentos tradicionales, como las de tolerancia, análisis, autocrítica e imperio de la razón. En esta línea hay que colocar su obra titulada Elogio de la Locura dedicada a su amigo Tomás Moro, donde lleva lo satírico a la categoría de lo genial y ridiculiza de una forma sangrante muchos de los vicios de su época.
Erasmo está por la luz, por el sentido común y por el reconocimiento del mundo tal y como es, y no como la tradición nos obliga a creer. En este sentido, su vida es un emblema del Renacimiento. Polemista incansable, tercamente impulsado a buscar la verdad, y siempre dispuesto a profundizar en los temas hasta encontrar la contradicción o el absurdo. Crítico con los excesos del clero y con algunos dogmas más que discutibles, resultaba molesto para amplios y poderosos sectores del estamento religioso. Una actitud así en aquellos tiempos resultaba muy comprometida, y más aún cuando la ruptura luterana –radicalmente consecuente con una necesidad de reforma como la que señalaba el propio Erasmo– ya amenazaba con dividir a la Cristiandad en dos mitades. Se pedían adhesiones inquebrantables más que matizaciones y finura de análisis, de modo que la personalidad de Erasmo –que abogaba por la reforma, pero no por la ruptura– empezó a recibir ataques desde ambos lados. Ni siquiera su enorme prestigio le salvó de caer en desgracia ante sus colegas.
Apartado de su cátedra universitaria primero en Basilea y luego en Friburgo, en sus últimos años criticó duramente la doctrina luterana, pero se cuidó también de someterse servilmente al papado y tuvo el coraje de rechazar la oferta de Paulo III para formar parte del grupo de expertos que debían preparar el Concilio de Trento.

Desiderius Erasmus Roterodamus (1446-1536) fue una personalidad enormemente controvertida y molesta en su época. En la encrucijada entre la Reforma protestante y la obsoleta ortodoxia tradicionalista de la Iglesia cristiana, el cautelosos Erasmo se granjeó la enemistad y el repudio de ambos bandos: un traidor vendido al mejor postor para los luteranos y un peligroso reformista que, con sus doctrinas heréticas había apoyado al reformismo y perjudicado a la Iglesia de Roma.

Nacido en Rotterdam, Holanda, en 1469, recibió una buena educación impregnada por el estudio de las bonae litterae, esto es, de la literatura y las lenguas grecolatinas propias del humanismo renacentista, movimiento del que fue uno de sus máximos y más refinados representantes.
Al morir su padre, Erasmo ingresa en el convento de los agustinos de Stein, del que no guardará precisamente un buen recuerdo. Las estrictas reglas de sumisión, así como su absoluto dogmatismo y la total impermeabilidad ante cualquier innovación le reafirmaron en su experiencia de que existía una gran escisión entre la formación cultural que proponían los nuevos tiempos y la devota y artificiosa religión popular. En 1492, sin embargo, tomó los hábitos monacales y pasó al año siguiente a trabajar como secretario del obispo de Cambrai, que necesitaba un buen latinista. Esta posición le permitió realizar numerosos viajes a Francia, Bélgica, Italia e Inglaterra y relacionarse con la mayoría de los centros humanistas de Europa. En su estancia en Inglaterra se codeará con la nobleza y con las elites intelectuales y políticas de su tiempo, entablando una gran amistad con Tomas Moro, futuro canciller de Enrique VIII.

En 1500 Erasmo se doctora en teología por la universidad de Turín y en 1521 se establece en Basilea, ciudad en la que había surgido un importante grupo de humanistas reformadores. A partir de entonces, y debido a la popularidad de su obra y de la aparición de la figura de Lutero, Erasmo vivirá un período de profunda inestabilidad y de continuas disputas provocado por la ambigua postura que mantenía en la intransigente polémica entre reformistas y cristianos ortodoxos. Polémica de la que no pudo apartarse y que acabó con su repudio y con su obra en el Índice de libros prohibidos. En 1536, a causa de una disentería, muere Erasmo en Basilea

Gran estudioso y conocedor de la literatura y las lenguas grecolatinas, Erasmo fue un escritor enormemente original que puso su ingenio y la perspicacia lúcida e irónica de su pluma al servicio de una reforma de la Iglesia y de la sociedad que permitiera una vuelta al auténtico espíritu del cristianismo, perdido en abstractos formalismos escolásticos y degenerado por las corruptas instituciones y ritualismos eclesiásticos.

Una de sus primeras obras Enchiridion militis christiani (Manual del caballero cristiano) escrita en 1501, pone de manifiesto lo que será una constante en toda su obra: el camino hacia Dios a de hacerse por vía de la interiorización. Lo institucional de nada sirve si el hombre no examina su propia conciencia y hace uso de su libertad y de una auténtica fe. Utilizando los pares platónicos, visible/invisible o carne/espíritu, Erasmo identifica el ceremonial de la Iglesia con el ámbito de la apariencia e irrealidad.

En 1509 Erasmo publica la que será una de sus obras más populares Moriae encomium (Elogio de la locura). Escrita como un juego divertido, y dedicada a su amigo Tomás Moro, cuyo apellido curiosamente proviene de la palabra latina moria, esto es, locura, esta obra tiene el trasfondo serio propio de los bufones sólo a éstos les estaba permitido airear con franqueza las grandes verdades y desenmascarar, con la risa, los peores defectos.

El Elogio de la locura es una acertada sátira de ingeniosa crítica de la sociedad de la época, en la que todas las clases sociales son despiadadamente analizadas por la Locura, que es la que narra el relato. Su burla mordaz no deja títere con cabeza: ni reyes ni papas, ni campesinos ni nobles, ni mujeres ni monjes se sustraen al dominio de la locura, la stultitia, la estupidez.

La crítica se ahonda en un mordaz análisis de la Iglesia y sus instituciones, así como de la teología y su anticuado método escolástico. Todos ellos están bajo el gobierno de la Locura porque se han apartado de la verdadera fuente de la religión: el cristianismo primitivo. Se debe huir del mundo de las apariencias, de ese teatro de la inautenticidad y recobrar la espiritualidad primigenia a través de una sincera vivencia individual. El pasado es considerado como un motor de renovación porque nos permite volver sobre nuestros pasos hacia ese punto de la historia donde se pervirtió el verdadero sentido del cristianismo y comenzó la decadencia de la cultura.

Esta misma crítica aparecerá en la obra Institutio Principis Christiani (Educación del príncipe cristiano). Escrita en 1516 y dedicada a Carlos V, al cual sirvió de consejero, Erasmo invita a que el rey sea también filósofo: sólo así aspirará al bien supremo y, por lo tanto, podrá ser un auténtico cristiano.

La corrupción de la Iglesia es producto de su alejamiento de la verdadera esencia de las cosas y del cristianismo de los primeros padres de la Iglesia. Erasmo se propone hacer una exégesis de la Biblia que concilie la cultura con el cristianismo, las bonae litteraecon las sacrae litterae. En 1516 publica una obra que tendrá una amplia repercusión en los círculos reformistas: una nueva edición de los Nuevos Testamentos que, utilizando los métodos filológicos propios del humanismo, descalificará la utilizada oficialmente por la Iglesia: la Vulgata.

Esta modificación de un texto sagrado era muy molesta y peligrosa porque suponía arrebatarle a la Iglesia su hegemonía y su autoridad y porque además iniciaba un proceso de renovación de la teología y las instituciones cristianas que sería secundado, radicalizado y llevado a la práctica por Lutero, Zuinglio y Calvino. De hecho, Lutero, aun separándose del erasmismo en muchos aspectos, utilizó la exégesis bíblica de Erasmo, así como su método humanístico. Remitiéndose al texto griego, Erasmo mostró cuánto se había devaluado el sentido original del cristianismo y de qué modo las autoridades exegéticas se habían valido de su poder y autoridad para perpetuar esto de forma no demasiado lícita.
En realidad Erasmo era un hombre que aborrecía las rupturas, los enconamientos y que buscaba reformar a la vieja Iglesia católica para volverla a una espiritualidad sencilla, interior y evangélica. Por estos motivos se verá situado en una especie de tierra de nadie en una época en la que no tomar partido abiertamente era considerado alta traición. Sin embargo, sus ácidas críticas a la Iglesia de Roma no se le perdonarán a pesar de no pasarse al bando protestante; Erasmo no se muerde la lengua al poner en la diana prácticas y enseñanzas romanas:
"¿Quieres agradar a San Pedro o a San Pablo? Reproduce la fe de uno y la caridad del otro. Así, harás más que si corrieras diez veces a Roma."
"No hago tratos con los santos; me dirigí directamente a Dios por el Pater Noster porque ningún santo es más accesible o más misericordioso que nuestro Padre."
Aparte de su edición bilingüe del Nuevo Testamento, Erasmo trabaja en la traducción al latín de la Paráfrasis del Nuevo Testamento, pues en sus propias palabras:
"El Evangelio será leído por los labradores, por los herreros, por los albañiles, por los tejedores, hasta por las mujeres públicas y sus mancebos, hasta por los turcos, en fin."
En una época en la que Roma verá la traducción de la Biblia a las lenguas vulgares como una de las fuentes de la herejía, las declaraciones de Erasmo van en sentido totalmente contrario:
"¿Qué mal se ve en que los hombres repitan el Evangelio en su lengua materna, en la que ellos comprenden: los franceses en francés, los ingleses en inglés, los alemanes en alemán, los hindúes en hindú? A mí me parece mucho más malo, o por mejor decir ridículo, que los ignorantes y las mujeres, como los loros, mascullen en latín sus salmos y su oración dominical sin entender lo que dicen... ¡Cuántos hombres de cincuenta años ignoran el voto que han pronunciado en el bautismo y no han tenido nunca la menor idea de lo que significan los artículos del Credo, la oración dominical, los sacramentos de la iglesia."
Las Paráfrasis están entre los libros predilectos de Erasmo, pues mientras el Novum Testamentum greco-latino iba dirigido al mundo de la intelectualidad y la erudición, las Paráfrasis se dirigen a toda persona de mediana cultura que sepa leer, lo cual le va a enfrentar directamente con los teólogos de la Sorbona que ven en ello una identificación con la actitud de los reformadores.

Cuando la reforma de Lutero y Zuinglio se puso en marcha, Erasmo quedó en una situación muy comprometida. La vieja Iglesia pretendía que públicamente condenara el luteranismo y los reformistas le acuciaban para que hiciese clara su adhesión al reformismo que ellos propugnaban. Había comenzado ya la persecución de herejes y Erasmo se había visto envuelto en intrincadas polémicas de las que no saldría muy bien parado. Se le acusaba de sacrílego e impío, de malinterpretar las sagradas escrituras y proteger y defender a los reformistas. En medio de esta situación, a todos les parecía muy ambigua y sospechosa su postura conciliadora, neutral y tolerante. Las presiones eran tan grandes que en 1524 Erasmo, a pesar de defender la pluralidad religiosa dentro del Estado, se decide a escribir una obra que trata un tema meramente académico pero en el que muestra su controversia con el luteranismo: De libero arbitrio (Sobre el libre albedrío).

Lutero había afirmado que la salvación de los hombres dependía exclusivamente de la libre voluntad de Dios. Tiene lugar por la fe otorgada por la Gracia divina. Para Erasmo, aunque la Gracia es la primera causa para la salvación humana, también las obras ayudan al hombre a merecerla. La responsabilidad personal es necesaria para que el hombre no se convierta en un ser negligente e impío.

Este posicionamiento de Erasmo en contra del luteranismo, que significó la ruptura entre la Reforma y los humanistas, no le ayudó a mejorar de su comprometida situación:"Por lo que veo mi destino es ser lapidado por las dos partes en disputa, mientras yo pongo todo mi empeño en aconsejar a ambas partes"
En 1527 numerosos fragmentos de sus obras se condenan, incluso sus Colloquios (Coloquios), una obra cuya finalidad era facilitar el aprendizaje del latín a los estudiantes y que estaba escrita jocosa y desenfadadamente como una serie de diálogos entre una diversidad de tipos que representaban al conjunto de la sociedad.

Aunque sus ideas se difundieron por casi toda Europa, dando lugar a una corriente denominada "erasmismo", de aquí en adelante y hasta su muerte acaecida en Basilea el 12 de Julio de 1536, Desiderius pasó una vida penosa, repudiado por todos y agravada por la gota y el reumatismo. Pese a todo, su "humanismo de la Biblia" , su maestría filológica y literaria, y su espíritu crítico y reformista le han otorgado un merecido puesto de honor en la historia.
A pesar de que las obras de Erasmo no llegaron a figurar en los Indices inquisitoriales, la Iglesia católica mantuvo sus reservas ante sus escritos, sobre todo a partir de su traducción del Nuevo Testamento (1516) y se le ha llegado a acusar de haber preparado la Reforma, que en España dio origen a la Contrarreforma.

Manucio publicó algunas de sus obras, pero la primera edición completa salió de los talleres de Frobenio: Opera omnia Desidérii Erasmi.

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