La verdadera vulnerabilidad no suele ser dramática ni ostentosa. Suele ser muy silenciosa. Ocurre en esos pequeños momentos en los que te quitas la máscara, tus defensas se suavizan y te permites decir algo como: "Lo siento", "Ya no puedo con esto solo", "Tengo miedo ahora mismo", "No tengo las respuestas" o "Ojalá lo hubiera gestionado mejor".
Este tipo de palabras pueden parecer una pequeña muerte para el ego. Te exponen. Admitirlas te da nervios. Te acercan a la vergüenza.
Sin embargo, crean espacio para que entre algo nuevo.
La fortaleza nunca se trató de ser perfecto ni de tenerlo todo bajo control. Se trataba de permanecer cerca de tu propia experiencia. Se trataba de no abandonar las partes tiernas y asustadas que solo querían amor.
La vulnerabilidad está ahí en el momento en que dejas que la vida te toque de nuevo.
- Jeff Foster-
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