jueves, 16 de abril de 2020

María: Aire Puro

Le falta el aire a nuestra Historia, Madre.
Le falta el aire y el amor se asfixia.

Nuestras ciudades lentamente mueren
-inconscientes al filo del pecado-
contaminadas hasta el fondo-fondo
de sus entrañas... de su sangre negra.

Los jóvenes crecemos consintiendo
la polución de sucios sentimientos...
Nos escuecen los ojos y la vida,
y el corazón nos late a la deriva.

Le falta el aire a nuestro mundo, Madre.
Le falta el aire y la fe se asfixia.

Virgen de la Montaña, Aire Puro,
que Dios sembró sobre la tierra nuestra,
envíanos tu brisa transparente
que emborrache de vida nuestra muerte.

Virgen de la Montaña, Aire Puro,
atmósfera vestida de azul-cielo
llena tu ruaj espíritu
la tenue aspiración del universo.

Virgen de la Montaña, Brisa Pura,
hasta Ti escalaremos nuestra sangre
aunque tengamos que arrastrar las venas,
aunque tengamos que toser angustia.

Entonces, Virgen María, limpia ráfaga,
nuestros pulmones se hincharán de vida,
reventaremos luz a media-noche,
bombardearemos paz a medio-dia.

Y cantarán entonces las estrellas
porque los hombres respirarán gracia,
y soñarán los ojos de los jóvenes
una eterna visión: Dios en el alma.

                                          Padre Angel Esteban González.


En una civilización como la nuestra es preciso respirar aire puro si no queremos contaminarnos. En una cultura como la nuestra, ciertamente contaminada, el aire puro se respira respondiendo a una vocación que encierre valores humanos y sobrenaturales. Una vocación consagrada: vocación de generosidad, de amor de respuesta a Dios puede purificar el ambiente espiritual contaminado de nuestro mundo.

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