domingo, 29 de abril de 2012

Salmo 34 (1Sa 21,11-16) Salmo de David


Título: «Salmo de David, cuando mudó su semblante (conducta) delante de Abimelec, y él lo echó, y se fue». De este suceso que no refleja crédito alguno en la memoria de David se nos da un relato en 1º Samuel 21. Aunque la gratitud del Salmista le hizo registrar por escrito la bondad del Señor al concederle una liberación inmerecida, sin embargo, él no elabora ninguno de los incidentes de su escape en el relato, sino que insiste sólo en el gran hecho de ser escuchado en la hora de peligro.

El Salmo 34 nos relata la experiencia de un hombre piadoso que aprendió a bendecir al Señor en todo tiempo. Es fácil bendecir al Señor cuando las circunstancias son favorables, pero sólo la fe que probó su bondad y su fidelidad en los momentos difíciles puede bendecir al Señor en todo tiempo. Si nos elevamos por encima de las circunstancias, podremos alabar al Señor siempre.

El salmista presenta el tema principal del Salmo en los tres primeros versículos, y luego pasa a describir la experiencia por medio de la cual aprendió a bendecir al Señor en todo tiempo y a exaltar su Nombre. Este hombre temeroso de Dios se encontró en circunstancias que lo llenaban de temor (v. 4); su camino estaba en medio de las tinieblas (v5); sus momentos de angustia se multiplicaban. Las dificultades y las injusticias presionaban a este hombre. Además, tenía que soportar la oposición de aquellos que tenían sus corazones llenos de enemistad (v.21), cuyas lenguas hablaban maldad y que buscaban cubrir su mal con engaño .
En medio de estas circunstancias difíciles, el salmista no mostró un espíritu de orgullo y enojo contra sus oponentes. Tampoco intentó vengarse con sus propias fuerzas, sino que “buscaba a Jehová”. Él dejó todas estas cosas en las manos del Señor, y puso todas sus pruebas ante Él.
La feliz consecuencia de esta actitud la relata el mismo salmista: “(El Señor) me libró de todos mis temores”. El Señor le dio luz a su camino y lo preservó “de todas sus angustias”. Además de esto, el Señor le enseñó que, pese a la fuerte oposición de los hombres, él era protegido por poderes angélicos invisibles. Este humilde hombre fue librado por el Señor de «todos» sus temores y de «todas» sus angustias, por eso él podía bendecir al Señor en «todo» tiempo.
El salmista había experimentado la bondad del Señor, por lo cual invita a sus hermanos a “gustar y ver que es bueno Jehová”, y a comprender que el hombre que confía en el Señor y camina en Su temor, recibe bendiciones. En el mundo actual hallaremos muchas necesidades, pero el Señor nunca dejará de suplirlas. El salmista buscó al Señor y fue bendecido por Él. Por lo cual, le dirá a sus hermanos: “Los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien”. 

Nacho Padró
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