martes, 19 de julio de 2016

Las mujeres y el Buda

La madre de Buda, Maya Devi, murió a los siete días del parto. Había tenido un embarazo de diez meses lunares, durante el cual no sólo no experimentó molestias de ningún tipo, sino que disfrutó de gran bienestar y ligereza. Durante ese periodo, bastaba con que impusiera sus manos a los enfermos para sanarlos.
La concepción del Buda, le sobrevino mediante un sueño o visión: un elefante blanco de seis colmillos y cabeza roja, que entraba en su vientre suavemente por el flanco derecho.
Hay algunos que atribuyen su temprana muerte a unas fiebres puerperales y hay quien estima que, tras dar a luz a Buda, había perdido sentido su existencia, pues nunca podría aspirar a misión más noble que ésa.
El príncipe pasó sus siete primeros años a cargo de su tía materna y segunda esposa de su padre, Mahaprajapati, conocida como "La Gran Sapiencia". A los dieciséis años se casó con la princesa Yashodama, su prima, con quien tuvo un hijo. Abandonó a ambos cuando decidió seguir la vida religiosa y años después, cuando volvió de visita, Yashodama mostró su despecho en primera instancia y decidió luego seguir su ejemplo y hacerse monja.
Buda no aceptó en principio las pretensiones de Yashodama. Gautama recomendaba no mirar a las mujeres y, si no había otro remedio, mirarlas como madres, hijas o hermanas, para eliminar así una de las más poderosas fuentes de deseo.
No obstante, al igual que las separaciones de castas, la discriminación de la mujer chocaba con sus enseñanzas. Según éstas, todo ser humano independientemente del karma que arrastre –nacemos hombres o mujeres, guerreros o intocables, guapos o feos, sanos o contrahechos en virtud del karma acumulado en nuestras vidas anteriores–, lleva en sí la semilla de la liberación
Tardó unos años en aceptar que su tía Mahaprajapati y su esposa Yashodoma ingresaran en la Orden, resistencia que podemos interpretar como fruto de sus propias dudas y convicciones, o bien por medio cultural en que vivía, radicalmente hostil a semejante equiparación.
El caso es que lo permitió, y el budismo es la única de las grandes religiones que acepta la igualdad de los sexos; aunque, por razones obvias, no los mezcle en la vida comunitaria.
Maria Fernández Rei para Muy Interesante

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