miércoles, 29 de abril de 2015

El ateísmo en Feuerbach

Bakunin funda su defensa de la libertad humana en su concepción del materialismo, muy influida ésta por Feuerbach (1804-1872). Para este autor, la teología debía convertirse en antropología y en ciencia "filosófica", única capaz de aclarar los "misterios" teológicos y de demostrar que se trata de "creencia en fantasmas". Para Feuerbach, las entidades trascendentes no son más que supuestos de los conceptos humanos, la capacidad del hombre para pensar seres infinitos no demuestra la existencia efectiva de universales filosóficos o religiosos. El ser humano crea sus dioses a su imagen y semejanza, invirtiendo la conocida fábula judeo-cristiana, y lo hace acorde a sus necesidades, deseos y angustias. Por lo tanto, es el hombre el que crea a la deidad, y lo hace proyectando en ella algunas de sus mejores cualidades, pero el "producto" acababa volviéndose ajeno al ser humano, poseyendo "vida propia" y terminaba por dominar a su "creador". Esta dominación podía resolverse, según Feuerbach, gracias a la actuación de la propia conciencia humana (Marx y Bakunin insistirán en el plano de lo real y en lo social como camino de liberación). Es interesante la afirmación del filósofo alemán de que las religiones no deben ser simplemente criticadas, también comprendidas, ya que son producto de la intimidad y autenticidad de cada una de las culturas. Por lo tanto, para comprender la historia y el hombre, es necesario esa conversión de la teología en antropología. Es obvio que esta concepción conduce al ateísmo, pero un ateísmo que no parte de la naturaleza sino que es el resultado de una realidad histórica. El afán anarquista por acabar con la religión, algo obvio por otra parte para una completa liberación, pero algo complicado dadas las tendencias del ser humano y su complejidad existencial (yo hablaría más bien de una exhaustiva labor de sustitución, discriminación y enriquecimiento gracias a la filosofía, a la ciencia y a una ética y una razón con más horizonte), merece ser revisado estudiando a Feuerbach. Es necesaria la crítica a la religión y el estudio de su origen, tanto sicológico como histórico, pero el alemán afirma que el ateísmo resultante no consiste en la simple eliminación de religioso, sino el estado en que el hombre llega a la conciencia de su limitación y también de su poder. La limitación sería dada por la conciencia de su inmersión en la Naturaleza; el poder, por el conocimiento de ese mismo estado, por la liberación final de lo trascendente. No es extraño que Feuerbach influyera también en Stirner. El ateísmo del filósofo bávaro está lleno de idealismo ético y supone una negación de la divinidad, pero acaparando de alguna manera el contenido de las creencias. Con la asimilación del contenido "espiritual" de las creencias, y por la afirmación de la plena conciencia del poder y de la limitación del hombre, podría decirse que el pensamiento de Feuerbach acaba conviertiéndose en una especie de "culto a la humanidad". Muchos le consideran el padre del humanismo ateo contemporáneo. 
El tema de Feuerbach fue una derivación de la teología especulativa de Hegel en la que la creación sigue siendo una parte del Creador, mientras que el Creador sigue siendo superior a la Creación. Cuando el estudiante Feuerbach presentó su propia teoría al profesor Hegel , Hegel se negó a responder positivamente a ella.
En la parte I de su libro, Feuerbach ha desarrollado lo que él llama la "esencia verdadera o antropológica de la religión." Abarca sobre Dios en diversos aspectos "como un ser de la comprensión", "como un ser moral o la ley", "como el amor" y así sucesivamente. Feuerbach dice: “El hombre es igualmente un ser consciente, más que Dios, porque Dios le a puesto al hombre la capacidad de comprensión”. El hombre contempla muchas cosas y al hacerlo se convierte en conocimiento de sí mismo. Feuerbach demuestra que en todos los aspectos de Dios corresponde a algún rasgo o la necesidad de la naturaleza humana. "Si el hombre encuentra la alegría en Dios", afirma, "él debe encontrarse a sí mismo en Dios."
Así, Dios no es otra cosa que el hombre: él es, por así decirlo, la proyección exterior de la naturaleza interior del hombre. Esta proyección es considerada como una quimera por Feuerbach, que Dios y la idea de un ser superior depende del aspecto de la benevolencia. Feuerbach afirma que, "un Dios que no es benevolente, que no es justo, no es sabio, no es Dios", y continúa diciendo que las cualidades no son de repente notadas como divinas por su asociación piadosa. Las propias cualidades divinas por lo tanto hacen divino a Dios, lo que indica que el hombre es capaz de comprender y aplicar el significado de la divinidad de la religión y que la religión no hace un hombre divino.
La fuerza de esta atracción a la religión, sin embargo, es dar la divinidad a una figura semejante a Dios; explicada por Feuerbach como: Dios es un ser que actúa en todo hombre en todas sus formas. Dios, "es el principio de la salvación del hombre, de las buenas disposiciones y acciones del hombre, en consecuencia el principio propio del bien y la naturaleza humana." Hace un llamamiento al hombre a dar cualidades al ídolo de su religión, ya que sin estas cualidades una figura como Dios se convertiría en un mero objeto y su importancia se convertiría en obsoleta, no dejaría de ser una sensación la existencia de Dios. Por lo tanto, dice Feuerbach, cuando el hombre elimina todas las cualidades de Dios, "Dios ya no es nada más para él que un ser con rasgos negativos." “Dios es una parte del hombre a través de la invención de un Dios.” Igualmente, sin embargo, el hombre es rechazado por Dios, porque, "sólo Dios es el ser que actúa sobre sí mismo."
En la parte 2 se discute la esencia "falsa o teológica de la religión", es decir, el punto de vista que considera a Dios teniendo una existencia separada frente al hombre. De ahí surgen diversas creencias erróneas, como la creencia en la revelación, que él cree que no sólo lesiona el sentido moral, sino también "Envenena, y aun destruye, el sentimiento divino en el hombre, el sentido de la verdad", y la creencia en los sacramentos , como la Cena del Señor , que es para él un pedazo de materialismo religioso de los cuales "las consecuencias necesarias son la superstición y la inmoralidad."
La parte 2 llega a un punto crucial aunque aparentemente de retracción declaraciones anteriores. Feuerbach afirma que sólo la acción de Dios es, "la salvación moral y eterna del hombre: así, el hombre tine un único objetivo en si mismo" porque las acciones del hombre se sitúan en Dios. Feuerbach también se contradice al afirmar que el hombre renuncia a su personalidad y la coloca en Dios, que a su vez es un egoísta. Este egoísmo se convierte en el hombre y proyecta al hombre a ser malo y corrupto; que son "incapaces de hacer el bien", y sólo Dios es bueno, es "el ser bueno." De esta manera, Feuerbach resta valor a muchas de sus afirmaciones anteriores, al mismo tiempo que muestra la alienación que se produce en el hombre por adorar a Dios. Feuerbach afirma que la bondad es ", personificada como Dios," convirtiendo a Dios en un objeto, porque si Dios no es otra cosa que un objeto no tendría que ser personificado en él. El aspecto de los objetos antes había sido objeto de discusión; en que el hombre contempla los objetos y que los objetos son una concepción de lo que exterioriza el hombre. Por tanto, si Dios es bueno así entonces debía ser el hombre, porque Dios no es más que una exteriorización del hombre, porque Dios es un objeto. Sin embargo la religión demostraría que el hombre es inherentemente corrupto. Feuerbach intenta disminuir su inconsistencia al preguntar "¿Cómo puedo percibir la belleza de un cuadro si mi mente era estéticamente una pieza absoluta de la perversión?" A través de un razonamiento de Feuerbach, no sería posible, pero es posible, y más tarde afirma que el hombre es capaz de encontrar la belleza.
Una crítica cáustica de Feuerbach fue expuesta en 1844 por Max Stirner. En su libro Der einzige sein und Eigentum (El Ego y los suyos) atacó a Feuerbach como inconsistente en su ateísmo. La respuesta de Feuerbach y la contra-respuesta de Stirner es verdaderamente ilustrativa.

feuerbach21

Sus concepciones fundamentales en términos de crítica a la religión, puede ser reducidas a estas fórmulas:
La religión es la reflexión, el reflejo de la esencia humana en sí misma.Dios es para el hombre el contenido de sus sensaciones e ideas más sublimes, es su libro genérico, en el cual escribe los nombres de sus seres más queridos.
La evolución del pensamiento de Feuerbach queda reflejada en la frase siguiente:
Mi primer pensamiento fue Dios, el segundo fue la razón y el tercero y último, el hombre
Para Feuerbach el hombre ha realizado el mismo camino: primero creó a Dios y más tarde entendió que su conocimiento no era nada más que un peldaño en el propio conocimiento del hombre.
Feuerbach al considerar a Dios una creación humana niega su existencia así como la de cualquier otro dios, por lo que niega el teísmo. También negaba el idealismo, que pretende suplantar el hombre real -corporal y sensible- por el 'espíritu' y la 'razón'.
Para Feuerbach por tanto no es Dios quien ha creado al hombre a su imagen, sino el hombre quien ha creado a Dios, proyectando en él su imagen idealizada. El hombre atribuye a Dios sus cualidades y refleja en él sus deseos realizados. Así, enajenándose, da origen a su divinidad. Pero, ¿por qué lo hace? El origen de esta enajenación se encuentra en el hombre mismo. Aquello que el hombre necesita y desea, pero que no puede lograr inmediatamente, es lo que proyecta en Dios. La palabra Dios tiene peso, seriedad y sentido inmanente en boca de la necesidad, la miseria y la privación. Los dioses no han sido inventados por los gobernantes o los sacerdotes, que se valen de ellos, sino por los hombres que sufren. Dios es el eco de nuestro grito de dolor.
Feuerbach califica de giro decisivo de la historia al hecho de que el hombre reconozca abiertamente que la conciencia de Dios no es más que la conciencia de la especie. Homo homini deus est.
Cuanto más engrandece el hombre a Dios, más se empobrece a sí mismo. El hombre proyecta en un ser ideal (irreal) sus cualidades, negándoselas a sí mismo. De este modo, reserva para sí lo que en él hay de más bajo y se considera nada frente al Dios que ha creado.
De su crítica a la religión se desprende este concepto, tal vez el más influyente de su obra. Parte de una inversión de términos: sujeto por predicado. Dios no crea al hombre, el hombre crea a Dios proyectándose y proyectando sus mejores atributos en él. Es, entonces, simplemente un producto del hombre. Pero este producto se vuelve ajeno a su productor y lo domina. Las propiedades del hombre se enajenan en Dios, el objeto aparece con vida propia y domina al sujeto. Para Feuerbach, esta enajenación (Alineación) estaba en la conciencia humana, y un simple acto de la misma podía resolverla.
Karl Marx retoma este concepto y lo amplía en sus Manuscritos económicos y filosóficos de 1844. Para él, la enajenación humana no se encuentra solamente en el plano de la conciencia, sino en el plano real. Ahora el hombre se enajena en el trabajo, y para resolver esta enajenación se necesitan acciones prácticas, una filosofía de la praxis.

No hay comentarios: