miércoles, 10 de febrero de 2021

¿Y SI ME DEDICARA A DISFRUTAR DE LO QUE VIVO EN CADA MOMENTO?

Un niño es capaz de realmente entrar en un castillo de arena.


 Un niño puede ocuparse por horas, excavando, construyendo torres y figuras.


 Después, todo se viene abajo, poco a poco, hasta que no queda nada. 


El niño está profundamente feliz y disfruta cada momento porque está libre de pensamientos preocupantes.


 Cuando nosotros, ya de adultos, nos tumbamos en la playa, los Muppets en nuestras cabezas se la pasan charlando constantemente:

‘Ayer el clima estaba mejor, hubiéramos venido ayer a la playa.’‘Tengo que volver a llamar a ese cliente tan molesto la semana que entra. ¡Es insoportable!’

‘¡Dios mío, mira a esa mujer de allí, nadie se pone un bikini como ése!’

‘¿Pediré unas papas fritas más tarde?’‘Mejor no, tengo que rebajar algunos kilitos.’

‘Pero una porción pequeña estaría bien…’‘Simplemente no les pongo mayonesa.’

‘¿No debería estar prohibida la entrada a perros aquí?’


Mientras el niño disfruta de su tarde, nuestra alegría se ve empañada gracias a todos los pensamientos, ansiedades, juicios, irritaciones, culpas; y a nuestra necesidad de tener el control.


 Del libro

ILUMINACION PARA FLOJOS

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