martes, 16 de febrero de 2021

CONVIÉRTETE Y CREE EN EL EVANGELIO

Lo que el invierno es a las estaciones, así es quizás la cuaresma al calendario. Como si todo se detuviera. Como si todo fuera más frío. Como si todo se dejara para otro momento. Aquí, en Alemania, hasta los retablos y las imágenes de santos se tapan con telas moradas. Como si fueran un manto de nieve que retuviera los colores, la energía, la vitalidad.


 Apariencias: como la vida en invierno parece oculta en lo profundo, esperando a estallar, la fe en Cuaresma invita a la raíz, a lo germinal, porque sólo desde allí se puede construir y se puede caminar.

“Conviértete y cree en el Evangelio”. Una frase que va allí: directa a lo hondo, al corazón. Donde se gestan las confianzas que calman los miedos, las alianzas que generan relaciones verdaderas, las metas que dan sentido a la vida.


 Allí donde nace el amor más grande, capaz de dar fruto.


 Allí donde el yo aprende a amar al tú. 


Allí donde se aprende que en cada tú hay un anhelo de infinitud que sólo el Tú eterno puede colmar. 


Allí, justo allí, es donde nacen el ayuno, la limosna y la oración: del corazón que descubre lo esencial y se aleja de lo superficial, que se sabe pleno cuando, gratuito, se da; que siente el deseo de un amor incondicional al que quiere responder, también en el silencio, en la intimidad.


Se habla de que vivimos un invierno de la fe. Y el mundo, hoy, vive otro frío, no hace falta explicar por qué: el del miedo, el de la nostalgia, el de la pérdida, el de la distancia, el de la duda, el de la injusticia y el de la adversidad…


 Quizás este año ya nos hayamos dado cuenta de que la vida tiene sentido desde la fe, la esperanza y el amor. 


La cuaresma llega de nuevo llamando a acoger la Buena Noticia desde lo descubierto, desde dentro, desde la conversión. 


Las semillas en invierno, parecen muertas, pero no lo están. La fe, en este tiempo, tampoco: la cuaresma es un tiempo para confiar, pero sólo en lo esencial. Porque aunque “polvo eres y al polvo volverás”, lo auténtico se descubre sirviendo y amando, como Aquel que es el camino, la vida y la verdad.


Sergio Gadea, sj

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