martes, 6 de marzo de 2018

El ritual griego de drogadicción y placer para celebrar la vida

Como si fuesen un grupo de personas drogándose en una habitación, los antiguos griegos festejaban ritos para celebrar la vida y entender los misterios de la existencia. Similar a un viaje de peyote en algún estado del sur de México, las personas se reunían en grupos alrededor de un líder o guía que los llevaría a través de un paseo de descubrimiento y conexión con la naturaleza para saber más de sí mismos y del significado de todo lo que conforma el Universo. Una vez consumida la droga, las personas cerraban los ojos, extendían sus extremidades en la búsqueda de un vínculo eterno con los Dioses o el conocimiento.
A lo largo de la historia, distintas tribus y sociedades crearon ritos para aceptar a una persona dentro de un grupo o para iniciarlos en el conocimiento de una doctrina, y eran principalmente jóvenes los que tenían que pasar por esas ceremonias para probarse frente a sus mayores y demostrar que estaban listos para iniciarse en una vida nueva. Por ejemplo, en las tribus guerreras eran forzados a enfrentarse entre ellos o probar su valentía asesinando a alguien más. Sin embargo, existen algunos rituales, como el que describimos en el párrafo anterior, en los que el único propósito era entrar en trance uniéndose con el mundo para descubrir los secretos de la vida y... sí, involucraba drogas.

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Los Misterios Eleusinos

El ritual de los Misterios Eleusinos es posiblemente uno de los más antiguos de los que se tiene registro, pero también uno de los más extraños ya que no existe documentación suficiente para entender cómo se llevaban a cabo ni qué se decía durante la ceremonia.
Lo que se sabe es que era un rito de iniciación que se realizaba cada año y su propósito principal era festejar la vida y a las Diosas responsables de que se mantuvieran rodeados de vegetación y abundante comida: Deméter y Perséfone.
De acuerdo con el antiguo mito vinculado con el rito, Deméter era la diosa del cultivo y la agricultura, mientras que Perséfone era su hija, a quien se le atribuía la vegetación y tenía la tarea de "pintar todas las flores de la Tierra", hasta que fue secuestrada por Hades, el dios de la muerte y el Inframundo.
Desesperada, Deméter comienza una exhaustiva búsqueda por su hija, hasta que le ruega a Zeus (padre de Perséfone) que le insista a Hades que se la devuelva. Zeus la ignora hasta que ella provoca una fuerte sequía, provocando dolor en los humanos, quienes tampoco pueden hacer sacrificios a los dioses porque los animales comenzaron a morir. Finalmente, el rey de los inmortales permite el regreso de la joven.
A pesar de eso, según el mito, cualquier persona que consumiera alimentos dentro del Inframundo tendría que permanecer eternamente ahí. Cuando Perséfone fue secuestrada, Hades la engañó para que comiera semillas, por lo que –aunque es entregada a su madre– debe regresar al Inframundo durante algunos meses todos los años, lo cual provocaba la tristeza de Deméter, quien se rehusaba a cuidar la Tierra en su ausencia.
Un análisis realizado por la historiadora Helene Foley asegura que esa historia era narrada en los cantos iniciales de la ceremonia, sin embargo, no está clara la conexión con las ideas que se compartían durante los Misterios. La mayoría de los estudiosos concuerdan en que el propósito era «elevar al hombre sobre la esfera humana hacia lo divino y asegurar su redención convirtiéndolo en un Dios, aportándolo de inmortalidad», pero no hay un vínculo claro entre eso y la historia de Deméter y Perséfone.
La historia que contaban sirve para explicar el funcionamiento de las estaciones del año. Cuando Perséfone tenía que ir al Inframundo eran los cuatro meses del invierno; épocas difíciles para la agricultura, y al momento de regresar, todo volvía a la normalidad, junto con la primavera. Se cree que ese relato servía para hacer sentir a los humanos las mismas emociones que sufrió la Diosa y el viaje y esfuerzo que tuvo que hacer para tener de vuelta a su hija; aquellos que participaban en los Misterios veían eso como una forma de asegurar una mejor experiencia posterior a la muerte, llena de premios y comodidades.
Esa conexión la lograban a través de la amapola, una flor que podía alterar los sentidos con sus propiedades y la cual es utilizada actualmente para crear distintos opioides.
Primero, los sacerdotes encargados llenaban dos vasijas con la amapola y la esparcían, mientras que las personas cantaban las palabras "llueve y concibe". El clímax llegaba cuando los participantes tenían que escuchar cómo se cortaba una semilla en absoluto silencio, y se cree que el resto consistía en una exploración de la mente a través de los sentidos, impulsados por la amapola, hasta concluir.
Posiblemente los efectos de la droga los hacían sentir fuera de su cuerpo, como espíritus similares a los Dioses, y al escuchar la historia de Deméter y Perséfone sus experiencias eran aun más fuertes. Al igual que en algunos rituales posteriores de otras sociedades, se creía que era una liberación o una expiación del alma. Asimismo, el ritual continuaba durante más de dos semanas, en las que los participantes llevaban a cabo distintas actividades relacionadas con el relato, concluyendo en revelaciones más profundas vinculadas con la vida después de la muerte y la paz interior.
Cualquier persona que divulgara el conocimiento adquirido durante su experiencia sería condenada a la muerte.
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El ritual no es muy distinto a otros que se llevaron a cabo para festejar la vida a través del entendimiento de la agricultura y el funcionamiento de la naturaleza. Lo interesante es cómo se utilizaba la amapola como un medio para librarse del cuerpo y entender cómo se sentían los dioses, e intensificar esas emociones. Los Misterios Eleusinos desaparecieron cuando el cristianismo comenzó a ganar popularidad (creando sus propios rituales con orgías), sin embargo, los mitos y su importancia en la civilización griega aún se mantienen vigentes.
Alonso Martinez

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