martes, 19 de enero de 2016

Nosotros los hombres

Vengo a buscarte, hermano,
porque traigo el poema
que es traer el mundo
a las espaldas.
Soy como un perro
que ruge a solas,
ladra a las fieras del odio
y de la angustia,
echa a rodar la vida
en mitad de la noche.
Traigo sueños, tristezas,
alegrías, mansedumbres,
democracias quebradas
como cántaros,
religiones mohosas
hasta el alma,
rebeliones en germen
echando lenguas de humo,
árboles que no tienen
suficientes resinas amorosas.
Estamos sin amor,
hermano mío,
y esto es como estar ciegos
en mitad de la tierra.
Traigo muertes
para asustar a todos
los que juegan con muertes.
Vidas para alegrar
a los mansos y tiernos,
esperanzas y uvas
para los dolorosos.
Pero traigo ante todo
un deseo violento de abrazar, atronador
y grande como tormenta oceánica.
Quiero hacer con los brazos
un solo brazo dulce
que rodee la tierra.
Yo deseo que todo,
que la vida sea
nuestra como el agua y el viento.
Que nadie tenga nunca más
patria que el vecino.
Que nadie diga más la finca
es mía, el barco…
sino la finca nuestra,
de Nosotros los Hombres


Jorge Debravo

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