viernes, 1 de noviembre de 2013

El Imposible País de la Tolerancia

Inútil es pensar en el país de la tolerancia, elucubrar acerca de un sistema que, ni existe ni existirá, que creo absolutamente utópico e imposible, todo gracias a la gente, a tantas personas que se encierran en si mismas, centrándose en su ego, dándole igual y sin importarle en absoluto, la vida del vecino. Y así surgen las guerras, el terrorismo, tantos problemas que inundan a diario nuestra día a día, se convierten en una desagradable rutina que nos aleja, poco a poco, de lo fundamental, de lo verdaderamente importante, lo sencillamente humano: el espíritu.
El País de la Tolerancia, para empezar, debería tratarse de una población de ciudadanos libres de prejuicios, libres de mentiras y que tengan como principio que cada persona vale tan sólo por sí misma, no por lo que tenga o por lo que apareen. Aquel que juzga sin conocer antes, no sólo se le cuelga el cartel en la espalda de absurdo, de superficial, sino que además está condenado y ennegreciendo vidas y realidades que no le pertenecen.
Es fundamental para que exista una agradable convivencia social, el librarse de estas ataduras, de estas pesadas cadenas que nos cautivan ya que además de entorpecer nuestro propio camino y el de los demás, nos limitan, nos encapsulan en un mundo de tinieblas en el que jamás podíamos ser felices, pues para que exista la felicidad debemos contar antes con la autosatisfacción que sólo se logra de una forma: haciendo todo lo posible por los demás.
Aquel que únicamente odia, nunca conocerá la maravillosa sensación de la risa, mágica, cosquillean, cautivadora. Y ese es el País que debería existir; el de la risa, la felicidad, el pensar en la otra persona más que en tu propio Yo; pero desgraciadamente esto nunca será realizable, todo gracias a nuestro monstruosos egoísmo.

Jorge Ramón García
2º Bachillerato

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