lunes, 1 de julio de 2024

el templo de akhenatón en karnak, un misterio en fragmentos

 

Desde la década de 1920, en el templo de Amón en Karnak los arqueólogos han ido desenterrando pequeños bloques de piedra arenisca decorados con bellas escenas que conservan su policromía original. En el pasado formaron parte de otras mas grandes que decoraron el desaparecido Gempaatón, el templo dedicado a Atón construido por Akhenatón en Karnak. Pero ¿por qué sus elementos decorativos fueron usados por sus sucesores como relleno en edificios posteriores?


los potentes rayos de Atón, el disco solar, bañan inmisericordes a los asistentes a la inauguración del gran templo dedicado al dios en Karnak, el Gempaatón. Oficiando la ceremonia se encuentra Akhenatón, el nuevo faraón de Egipto, que acaba de cambiar su nombre dinástico, Amenhotep IV, por una nueva titulatura que incluye el nombre del disco solar, la divinidad que a partir de ahora se convertirá en hegemónica en Egipto.

El templo dedicado a Atón no tiene techo. Así, los rayos solares pueden recorrer sin cortapisas toda la extensión del santuario y acariciar con su calor a quienes acuden a venerar a Atón. Sobre todo a su hijo, el faraón Akhenatón, que eleva los brazos al cielo mientras entona el Himno a Atón, dirigido a su padre divino y compuesto por él mismo: "Apareces henchido de belleza en el horizonte del cielo, disco viviente, que das comienzo a la vida. Al alzarte sobre el horizonte de Levante llenas los países con tu perfección...".

La reina Nefertiti realiza ofrendas al disco solar Atón.

La reina Nefertiti realiza ofrendas al disco solar Atón.

Cordon Press

Akhenatón acabaría trasladando la capital del país a Amarna, en el Egipto Medio, donde el faraón levantó de la nada una gran ciudad con bellos palacios y magníficos templos destinados a mayor gloria del nuevo dios principal de Egipto. Pero antes de dejar atrás Tebas y al clero de Amón, hasta entonces poseedor de un poder absoluto, Akhenatón había ordenado levantar el Gempaatón en el recinto sagrado de Karnak, dominio del dios Amón, para horror de sus sacerdotes.

Pero la revolución religiosa de Akhenatón no le sobrevivió, así como casi ninguna de sus obras. De hecho, la memoria del faraón y su familia fue sometida a un borrado sistemático, una damntatio memoriae en toda regla. Egipto quería olvidar los años de Akhenatón, el faraón maldito, el hereje... Empezaba otra época.


BORRADO DE LA HISTORIA

La prueba indiscutible de que alguien intentó borrar para siempre la memoria del faraón aparecería miles de años después, en 1926, durante un programa de restauración en el templo de Karnak llevado a cabo por el arqueólogo francés Henri Chevrier, por aquel entonces inspector de antigüedades del Alto Egipto.

Mientras estudiaba algunos de los pilonos del templo de Amón recuperó nada menos que 20.000 pequeños bloques de piedra arenisca, cortados uniformemente y de unos 50 x 25 x 23 centímetros. Muchos conservaban restos de pintura y otros más estaban decorados con relieves que parecían formar parte de escenas mucho más grandes. A causa de su tamaño, tres anchos de mano de largo, los obreros los bautizaron como talatat, que en árabe significa "tres".

La prueba indiscutible de que alguien intentó borrar para siempre la memoria de Akhenatón aparecería miles de años después, en 1926, durante un programa de restauración en el templo de Karnak.

La princesa Meritatón, hija mayor de Akhenatón y Nefertiti, bañada por los rayos de Atón.

La princesa Meritatón, hija mayor de Akhenatón y Nefertiti, bañada por los rayos de Atón.

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Chevrier encontró también restos de mampostería rota en Karnak con el nombre inscrito de Amenhotep IV. El arqueólogo llegó a la conclusión de que esos fragmentos de mampostería y los miles de talatats desenterrados en el interior de los pilonos debieron de formar parte de un templo demolido. Pero había algo extraño en todo ello. Los bloques parecían haber sido trasladados cuidadosamente desde su posición original y muchas escenas en las que aparecían retratos de la familia real (Akhenatón, su esposa Nefertiti o sus hijas) habían sido dañados intencionadamente. Estaba claro que todo ello formaba parte de una campaña orquestada de destrucción.

Un grupo de antílopes en un talatat recuperado en Karnak.

Un grupo de antílopes en un talatat recuperado en Karnak.

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Un grupo de damas de la corte, tocadas con pelucas cortas, durante una ceremonia.

Un grupo de damas de la corte, tocadas con pelucas cortas, durante una ceremonia.

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Pero reconstruir el gran templo de Atón era una tarea ingente, que iba mucho más allá de las capacidades de Chevrier en aquel momento. El arqueólogo ordenó entonces almacenar los miles de talatats, muchos de ellos en plataformas de carga de madera, sin ningún tipo de protección. Las piedras se reunieron sin registrar sus posiciones originales, al azar, lo que complicaba mucho su posible montaje en un futuro. Durante los años siguientes siguieron apareciendo más talatats, pero simplemente se fueron almacenando junto a los otros. Muchos salieron misteriosamente de Egipto y reaparecieron en colecciones privadas y museos de todo el mundo. Otros simplemente se perdieron.


UN ROMPECABEZAS DE 100.000 PIEZAS

En 1965, Ray Winfield Smith, un diplomático estadounidense amante de la egiptología, propuso usar la fotografía a escala para intentar resolver el rompecabezas que representaban las 100.000 piezas que se habían recuperado de entre los muros y cimientos de pilonos y estructuras en Karnak (concretamente la mayoría se utilizó como material de relleno de los pilonos 2, 9 y 10, construidos por Horemheb, último faraón de la dinastía XVIII, y también en los cimientos de la gran sala hipóstila, iniciada por Seti I y acabada por su hijo Ramsés II).

Winfield, con el apoyo de las autoridades egipcias, inició el Proyecto Templo de Akhenatón, patrocinado por el Museo de la Universidad de Pensilvania. La idea era realizar miles de fotografías de los bloques e intentar hallar la posición adecuada de cada pieza para lograr reconstruir un modelo del edificio original. Un auténtico rompecabezas.

En 1965, Ray Winfield Smith propuso usar la fotografía a escala para intentar resolver el rompecabezas que representaban las 100.000 piezas que se habían recuperado.

Escena que muestra unos hombres conduciendo unos carros arrastrados por caballos bellamente enjaezados.

Escena que muestra unos hombres conduciendo unos carros arrastrados por caballos bellamente enjaezados.

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Un grupo de obreros recoge arcilla para fabricar ladrillos.

Un grupo de obreros recoge arcilla para fabricar ladrillos.

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En 1972, el proyecto pasó a ser dirigido por el egiptólogo canadiense Donald Redford. Hasta la fecha se ha conseguido emparejar miles de talatats, y muchas de las imágenes que en ellos se representaron han vuelto a la vida: escenas de vida cotidiana que muestran a trabajadores, obreros y campesinos realizando sus tareas, también carros con caballos, representaciones de ceremonias y de la familia real realizando ofrendas a la divinidad, e incluso escenas del primer festival sedo jubileo de Akhenatón, que el faraón realizó entre el tercer y el quinto año de su reinado. Todo plasmado con el realismo y la delicadeza típicos del arte de Amarna.

El Gempaatón se construyó fuera de los límites del recinto sagrado de Amón, hacia el este. En el momento de su construcción el santuario dedicado al disco solar debía de ser mayor que el del dios tutelar de Tebas (debía medir unos 130 x 126 metros). Al parecer, el recinto del Gempaatón incluía también una residencia real. Formando parte del complejo del Gempaatón había asimismo otros edificios, como el Hut benben (al parecer dedicado a la reina Nefertiti), el Teni Menu (que contenía almacenes y cámaras privadas) y el Rud Menu, cuya función no está clara.

Los talatats que formaron parte tanto del Teni Menu como del Rud Menu se descubrieron en el interior del pilono 9, construido por Horemheb. Los bloques de piedra se rescataron y gran parte de ellos se pudieron reconstruir, como si de un puzle gigante se tratara, y se exponen hoy en día en el Museo de Luxor.


UN MISTERIO MILENARIO

Pero ¿quién orquestó esa gigantesca campaña de borrado histórico? ¿Quién se tomó el enorme trabajo de desmantelar todos estos edificios pieza por pieza para después usar los fragmentos como relleno de otros edificios? Todo apunta al general Horemheb, que fue faraón tras Tutankamón y Ay. De hecho, el borrado de la memoria de Akhenatón y sus sucesores ya había sido iniciado por Ay, que incluso borró el nombre de su predecesor, Tutankamón, de algunas inscripciones.

Pero sería Horemheb quien emprendiese la ingente tarea de desmantelar el Gempaaton y sus edificios anexos. Miles de años después, en 1978, el egiptólogo Donald Redford descubrió entre una gran pila de escombros el remate de una vara que tal vez perdió un capataz encargado de dirigir los trabajos de demolición. Y ese remate llevaba un cartucho con un nombre inscrito que parecía no dejar dudas sobre quién encargó esa tarea: el faraón Horemheb.

Pero ¿quién orquestó esa gigantesca campaña de borrado histórico? ¿Quién se tomó el enorme trabajo de desmantelar todos estos edificios para después usar los fragmentos como relleno de otros edificios? 

Dos soldados, vestidos con un sucinto faldellín y portando una lanza, dirigidos por un oficial.

Dos soldados, vestidos con un sucinto faldellín y portando una lanza, dirigidos por un oficial.

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Sucesor y complementario del Proyecto Templo de Akhenatón es el Proyecto Atón 3D, patrocinado por la Agencia Nacional de Investigación francesa (ANR). Su objetivo es reconstruir virtualmente, mediante técnicas infográficas, los principales edificios levantados por Akhenatón, incluido el Gempaatón.

Este proyecto interdisciplinar ha puesto asimismo un gran énfasis en la reconstrucción virtual del enorme y complejo rompecabezas que representan los miles de talatas que aún quedan por emparejar y que están ofreciendo a los estudiosos un fresco impagable de cómo era la vida en Egipto durante la época de Amarna, un período histórico que ha hecho correr ríos de tinta entre los investigadores a pesar de su brevedad. Y es que la época de Amarna no duró mucho más que el reinado de Akhenatón, 17 años. Tras él, la ortodoxia volvió a enseñorearse de Egipto. El clero de Amón estaría de nuevo satisfecho: todo volvía a ser como nunca debió dejar de ser.

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