martes, 18 de mayo de 2021

irena sendler, el 'ángel de varsovia'

 incluso a sus 97 años, cuando Irena Sendler recibía algunos de los reconocimientos que hasta entonces no se le habían concedido, la expresión de su cara seguía reflejando la viveza, la determinación y también la picardía de una mujer que, 40 años antes había arriesgado su propia vida para salvar la de los demás.

Muy posiblemente, Irena heredó la vocación de ayuda a los más desfavorecidos directamente de su padre. Aunque murió de tifus cuando ella tan solo tenía 7 años, tuvo un impacto que la pequeña nunca olvidó, pues había contraído la enfermedad mientras trataba a pacientes sin recursos, entre los que había un numeroso grupo de judíos. Sendler, nacida el 15 de febrero de 1910 en el seno de una familia polaca católica, empezó su trayectoria estudiantil en la Universidad de Varsovia cursando estudios literarios. Allí ya destacó por su oposición a la política de discriminación introducida en 1935 contra los judíos, a quienes se obligaba a sentarse en bancos separados reservados especialmente para ellos. Por ello fue castigada con una suspensión temporal en la Universidad.

En la facultad donde estableció relaciones con los primeros grupos de trabajadores sociales, y ya antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) Irena trabajó en diversas entidades de ayuda social. En ellas coincidió con algunas mujeres con las que más tarde se reencontraría en las redes clandestinas de ayuda a los judíos. Cuando Alemania invadió Polonia el 1 de septiembre de 1939 dando inicio a la gran contienda, Irena Sendler, de 29 años, trabajaba en el Departamento de Bienestar y Salud Pública de Varsovia.

La policía de la ciudad de Danzig ayuda a los oficiales nazis a romper la barrera que marca la frontera el 1 de septiembre de 1939, cuando la Alemania nazi invadió Polonia.

La policía de la ciudad de Danzig ayuda a los oficiales nazis a romper la barrera que marca la frontera el 1 de septiembre de 1939, cuando la Alemania nazi invadió Polonia. 

Foto: CC

LAS VIDAS SALVADAS DEL GUETO DE VARSOVIA

Bajo el nuevo régimen de ocupación nazi, el Departamento tenía prohibido prestar ayuda alguna a ningún judío. Irena y sus colegas se encargaron entonces de atender a los soldados polacos heridos, unos beneficios que Sendler se las arregló para ampliar a los soldados judíos, así como a sus familias, que habían quedado excluidas del sistema de ayudas públicas cuando más lo necesitaban.

Sendler empezó a prestar ayuda a los soldados judíos a pesar de que estaba prohibido por las autoridades nazis antes de la creación del gueto de Varsovia

Los judíos polacos que vivían en Varsovia experimentaron un drástico empeoramiento de sus condiciones de vida cuando los nazis empezaron a tomar medidas contra ellos. En noviembre de 1940, se ordenó el confinamiento de todos los judíos de la ciudad dentro de un guetocon el fin de mantenerlos bajo control mientras su destino se decidía en los despachos de los altos cargos. La sobrepoblación dentro de los límites del gueto creaba unas condiciones de vida inhumanas en las que sus habitantes estaban prácticamente condenados a enfermar o morir. Llegaron a hacinarse en su interior hasta 450.000 personas.

La situación dentro del gueto era muy precaria. Muchos de sus habitantes no tenían casa y tenían que recurrir a la caridad para conseguir alimento, como es el caso de los dos niños que aparecen en la imagen.

La situación dentro del gueto era muy precaria. Muchos de sus habitantes no tenían casa y tenían que recurrir a la caridad para conseguir alimento, como es el caso de los dos niños que aparecen en la imagen. 

Foto: CC

Como miembros del Departamento de Salud, Irena y sus colegas podían entrar y salir del gueto, algo que los nazis permitían porque temían que un brote de tifus pudiera afectarles. Fue durante los meses que duró esta situación cuando empezaron a introducir medicamentos, ropa y todo tipo de objetos útiles para la supervivencia camuflados como material necesario para su trabajo.

Cualquiera de las acciones que el grupo llevaba a cabo comportaba un enorme riesgo, pues a partir de 1941, prestar ayuda a una persona judía estaba castigado con la pena de muerte, no solo para el implicado si no también para su familia y allegados. Sin embargo, estas terribles consecuencias no amedrentaron a Sendler ni a su equipo. Durante esta época también se las ingenió para ayudar a escapar a algunas personas del gueto, especialmente a los niños. A medida que pasaba el tiempo, las condiciones de vida empeoraban y muchos padres asumieron que si había una mínima posibilidad de supervivencia para sus hijos, esta estaba lejos de ellos, fuera del gueto. Por ello, aceptaron que los niños empezaran a salir usando los métodos más heterodoxos. El grupo de Irena llegó a sacar algunos niños metidos en ataúdes – los más pequeños adormecidos con alguna sustancia–, escondidos en sacos de patatas, a través de las cloacas o de oscuros túneles, o directamente en ambulancia, pues con la excusa de que tenían enfermedades contagiosas lo nazis no osaban acercarse. Consiguió, además, ocultar los papeles de la mayoría de ellos con la intención de que tras la guerra pudieran ser identificados y reunirse así con sus familias.

Algunos niños salieron ocultos del gueto escondidos en ataúdes, en sacos de patatas, a través de las cloacas o de oscuros túneles, o directamente en ambulancia, simulando enfermedades que no sufrían

Durante el verano de 1942, se había tomado la determinación de acabar con el gueto de Varsovia y las deportaciones se masificaron. Como respuesta, en octubre se creó el Zegota, el Consejo de Ayuda a los Judíos, que estuvo en funcionamiento hasta el final de la guerra. A pesar de que se fundó después de que casi 300.000 judíos fuesen enviados a los campos desde el gueto, la organización tuvo un papel fundamental ayudando y salvando a muchos que habían conseguido sobrevivir escondidos, proporcionándoles los alimentos y medicinas necesarios. Cuando estalló el levantamiento del gueto, Sendler y su equipo tejieron una red refugios de residencias privadas donde los que escapaban podían resguardarse mientras les conseguían papeles falsos y les buscaban lugares donde pudieran quedarse por más tiempo.

Este era el aspecto de la cárcel de Pawiak, en la capital Polaca, en 1939. Tras la ocupación nazi, la prisión pasó a ser controlada por la Gestapo, que enviaba allí a todos los detenidos procedentes del gueto de Varsovia.

Este era el aspecto de la cárcel de Pawiak, en la capital Polaca, en 1939. Tras la ocupación nazi, la prisión pasó a ser controlada por la Gestapo, que enviaba allí a todos los detenidos procedentes del gueto de Varsovia. 

Foto: CC

'JOLANTA' DESCUBIERTA

Sendler, que adoptó el nombre de guerra de Jolanta, tuvo un papel destacado dentro del Zegota. Poco tiempo después de la destrucción del gueto, a principios del otoño de 1943 fue nombrada directora de la sección infantil de la organización. Bajo su dirección, algunos niños fueron enviados con familias polacas que podían acogerlos o a orfanatos cristianos; antes se les daba un nuevo nombre y aprendían plegarias cristianas.

Debido al alto nivel de riesgo bajo el que operaba su grupo, finalmente la Gestapo detuvo a Sendleren octubre de 1943. Fue enviada a la prisión de Pawiak, donde fue golpeada, torturada e interrogada. Los interminables interrogatorios se alargaron casi un mes, pero Sendler nunca reveló ningún nombre ni ubicación, por lo cual fue trasladada a otra cárcel para ser ejecutada. Sin embargo, miembros de la resistencia clandestina sobornaron a uno de los guardias que la custodiaba, y pocas horas antes de su muerte consiguió escapar.

Irena soportó largos y violentos interrogatorios sin revelar ninguna información que pudiera comprometer a su grupo, por lo que fue condenada a morir

Antes de que terminara la guerra, Sendler retomó su posición en el Zegota y trabajó como enfermera durante el alzamiento de Varsovia, en agosto de 1944, donde fue herida por un soldado alemán. Tras la Segunda Guerra Mundial, rehizo su vida, se volvió a casar y tuvo dos hijos. Siempre permaneció involucrada en labores sociales en su Varsovia natal. Su valiente comportamiento durante la guerra le fue reconocido a nivel local durante los primeros años, incluso Yad Vashem la nombró Justa entre las Naciones en 1965 en reconocimiento por su increíble labor. Lamentablemente, el rígido sistema comunista que regía Polonia permitió que su figura fuese cayendo en el olvido.

Tras haber superado situaciones extremas de vida o muerte, la enfermera Irena Sendler celebraba la Navidad de 1944, preparada para enfrentarse a los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

Tras haber superado situaciones extremas de vida o muerte, la enfermera Irena Sendler celebraba la Navidad de 1944, preparada para enfrentarse a los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

Foto: CC

RECONOCIMIENTOS TARDÍOS

No fue hasta finales del siglo XX cuando su historia fue recuperada gracias a un hecho casual. Un grupo de teatro juvenil estadounidense quiso poner en valor el nombre de una mujer a la que habían conocido por una noticia en el periódico en la que se afirmaba que había salvado a 2.500 niños judíos durante el Holocausto.

A raíz de esta coincidencia, el relato heroico de Irena Sendler saltó a la primera línea y el mundo por fin empezó a reconocer su labor a la altura de lo que era merecido. El coraje de esta mujer que lo había arriesgado todo sin pensarlo para salvar vidas la hizo merecedora del apodo ‘el ángel de Varsovia’, un nombre con el que ahora sí que pasaría a la historia, además de múltiples premios y condecoraciones públicas. Con 98 años fue nominada al premio Nobel de la Paz, aunque no lo fue concedido. Quizás era un guiño más a la imagen humilde y lejos de los grandes reconocimientos que ella misma parecía preferir. “Cada niño salvado con mi ayuda es la justificación de mi existencia en la Tierra, no un título para la gloria”, había afirmado. La custodia del ángel polaco en este mundo terminó el 12 de mayo de 2008.

 Irena Sendler, de 97 años, sonríe al recibir la Orden de la Sonrisa durante una ceremonia en Varsovia, Polonia, el 11 de abril de 2007. La Orden de la Sonrisa es una distinción con la que los niños honran a las personas que hacen el bien en el mundo.

Irena Sendler, de 97 años, sonríe al recibir la Orden de la Sonrisa durante una ceremonia en Varsovia, Polonia, el 11 de abril de 2007. La Orden de la Sonrisa es una distinción con la que los niños honran a las personas que hacen el bien en el mundo.

Foto: AP images


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