domingo, 21 de septiembre de 2014

Hatshepsut: una faraona imborrable en la Historia.


A lo largo de la Historia, nos hemos encontrado con numerosas mujeres que han pasado a nuestra historia por diversas razones, entre ellas destacan por ejemplo: Marie Curie, Rose Bertin, Irena Sendler, etc. Sin embargo, en el Antiguo Egipto destaca una mujer que no tuvo miedo a las civilizaciones exteriores ni a los esfuerzos políticos ni económicos, además destaca por una obra megalómana,  el majestuoso templo de Deir el-Bahari, situado en la orilla oeste de Tebas. Todo esto lleva a decir, que fue una reina en Egipto, una faraona.
Hatshepsut (1507 a.C.-1456 a.C.) provenía de la dinastía XVII, hija de Tutmosis I (con quien sentía una gran relación y afinidad) y de la esposa real, la reina Ah-Més Ta-Sherit. Su matrimonio, aunque hoy en día parezca remoto, fue con su hermano Tutmosis II, en la historia era muy común casarse entre hermanos para mantener la pureza en la sangre . Debido a que su marido-hermano era muy joven para mantener el título de faraón, Hatshepsut se coronó como reina. Este suceso, de tener a una mujer en lo más alto de la jerarquía faraónica fue un tanto rechazado por sus propios contemporáneos o coetáneos, tanto el pueblo como los sacerdotes religiosos desestimaban esta idea.
Debido a los problemas citados anteriormente, la inteligencia, la pronta madurez y la ambición hicieron que se convirtiera en una majestuosa reina. Sus obras políticas, comerciales y arquitectónicas no corrieron a cargo solo de ella, sino también de un personaje clave en su vida, Sen en Mut. Este fiel seguidor y preceptor tuvo mucho que ver en este asunto. Su verdadera profesión era arquitecto, aunque también se encargaba de temas relacionados con la administración. Este personaje fue tan importante que tuvo verdaderos privilegios, sin tener en cuenta que provenía de una familia modesta. Sen en Mut dirigió espectaculares trabajos arquitectónicos por todo Egipto, especialmente en Tebas y Karnak, pero la obra que le alzó al olimpo histórico fue Deir el Bahari: un templo funerario incrustado en la roca, formado por terrazas y rampas, que aún hoy puede contemplarse en todo su esplendor.
Alejándonos de las espectaculares obras arquitectónicas, la reina hizo verdaderas e importantes relaciones comerciales con una región, el país del Punt.  Con estas expediciones, los agentes comerciales egipcios y mercaderes trajeron numerosas especias,  madera y otros preciados artilugios inhóspitos en el Antiguo Egipto. Aunque hasta día de hoy el país de Punt no ha podido ser localizado con certeza, posiblemente pudiera haber estado situado en la costa africana del océano Indico (Somalía, Eritrea). En el templo de Deir el Bahari, en textos jeroglíficos encontramos textos que muestran este intercambio comercial:
“Exploraré las rutas hacia Punt, descubriré los caminos hacia las terrazas de mirra, tras guiar a la tropa por mar y tierra para traer maravillas de la Tierra de dios para este dios que ha creado sus perfecciones…”
“Traen muchas maravillas y toda clase de productos típicos de la Tierra de dios a por los que tu majestad les envió: montones de terrones de mirra y árboles de mirra fresca con cepellón, plantados en el patio de ceremonias para ser vistos por todos los dioses…”
El camino de la gran reina llegó a su fin debido a dos razones claves, uno con la muerte de su mano derecha y probablemente su compañero sentimental, Sen en Mut, y la otra con Tutmosis III, quien debido a su mayoría de edad quería coronarse como faraón. El odio, la envidia y los celos de Tutmosis III hacia Hatshepsut fueron tantos que quiso borrarla de la historia eliminando textos donde aparecía su nombre y apropiándose de hechos de ella.  La muerte de la reina hoy no se conoce, pero si es sabido que tuvo un recorrido en sus 22 años de poder bastante satisfactorio, con un legado muy importante.


Más información| DESROCHES NOBLECOURT, CHRISTIANE, Hatshepsut: La reina misteriosa, Ed: Edhasa, 2009

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