La parábola de los dos deudores se encuentra inserida dentro
de un texto mayor: El escándalo en la Casa de Simón el Fariseo. Veamos parte
por parte:
• Lucas 7,36-38: Tres personas totalmente diferentes se
encuentran: Jesús, Simón, el fariseo, un judío practicante, y la mujer de la
que decían que era pecadora. Jesús está en casa de Simón, un fariseo, que lo
invitó a comer. Los fariseos eran una secta de líderes religiosos judíos que se
indignaban por la asociación de Jesús con los “pecadores”. No se nos dice
la razón por la cual este Fariseo (llamado Simón en 7:40) invitó a Jesús a
cenar, pero lo que continúa nos da a entender que era una investigación bajo la
pretensión de hospitalidad. El v. 34 nos dice lo que los fariseos
opinaban de Jesús, que se le juzgaba mal porque era amigo de los pecadores. Por
todo ello, podemos deducir que no invitó a Jesús porque lo apreciara, mas bien
lo invitó para ver que podía encontrar en El que pudiera ser criticado.
Las cenas a menudo se realizaban en el patio
exterior, de esa manera los que pasaban cerca podían fácilmente ver la fiesta y
unirse. En escena aparece la “mujer pecadora”. La mujer entra, y de
esta mujer no se dice su nombre ni su origen, solo sabemos de ella que era
pecadora, se coloca a los pies de Jesús, empieza a llorar, moja los pies de
Jesús con las lágrimas, suelta los cabellos para secar los pies de Jesús, besa
y unge los pies con perfume. Soltar los cabellos en público era un gesto de
independencia. Jesús no se retrae, ni aleja a la mujer, sino que acoge su
gesto. Aun
siendo pecadora a esta mujer no le importó humillarse a los pies de Jesús
frente a todos los que la pudieran ver demostrando un acto de entrega y
sumisión total a Jesús como era limpiarle los pies y ungirlos y secarlos con
sus cabellos. Esta mujer se le acercó por detrás y lo hizo como una sirvienta,
cuyo oficio era lavar los pies de los invitados (1 Sam. 25, 41) y para preparar
los ungüentos.
• Lucas 7,39-40: Mientras ocurría esto, Simón formaliza
(en silencio) una interpretación de su significado (Lc 7:39).
Esencialmente lo que él estaba diciendo es que la tolerancia de la presencia de
esta mujer por parte de Jesús y (especialmente) su contacto físico demuestra
que él no es un profeta proveniente de Dios. Un profeta sabría que
ella era una falsa pecadora y que nunca hubiese permitido ser tocado (y
profanado) por este tipo de persona. Simón, si le hubiera tocado la
mujer, habría dicho: “Estate en tu lugar,
no te acerques mí, porque soy más santo que tú” (Isaías 65:5), y él Cristo
debe decir lo mismo, supuso. Jesús estaba acogiendo a una persona que, según
las costumbres de la época, no podía ser acogida, pues era pecadora. El
fariseo, observándolo todo, critica a Jesús y condena a la mujer: "Si éste fuera profeta, sabría quién y qué
clase de mujer es la que le está tocando, pues es una pecadora”. Jesús no
era quien creía la gente, no había sido capaz de saber quien era esta mujer;
para él Jesús era un fraude y ahí delante mismo tenia la prueba. Mientras
Simón está silenciosamente enjuiciando a la mujer y a Jesús, Jesús habla (Lc
7:40-42). A través de esta pequeña parábola, Jesús está sutilmente a la
vez comunicando que conoce la interpretación de Simón sobre este incidente (por
lo tanto comprobando que por lo menos es un profeta) y que la interpretación de
Simón está equivocada. Jesús le responde usando una parábola para
responder a la provocación del fariseo.
• Lucas 7,41-43: Jesús, en lugar de contestar directamente
a lo que este hombre estaba pensando, lo interpela con la parábola,
demostrándole con ella que conocía lo más intimo de sus pensamientos por lo que
le estaba demostrando que en realidad no sólo era un profeta sino algo más. La
respuesta del fariseo es por demás burlona ya que ¿como alguien inferior que le
podía ensenar?, de ahí que le llame a Jesús “Maestro”. Es aquí donde encontramos la parábola de los deudores: Uno
debía 500 denarios, el otro 50. Ninguno de los dos tenía con qué pagar. Ambos
fueron perdonados. ¿Quién de ellos le amará más? (Lc 7:43) Respuesta del
fariseo: "¡Supongo que aquel al que
perdona más!". La parábola supone que los dos, tanto el fariseo como
la mujer, habían recibido algún favor de Jesús. En la actitud que los dos toman
ante Jesús, muestran como apreciaban el favor recibido. El fariseo muestra su
amor, su gratitud, invitando a Jesús a que coma con él. La mujer muestra su
amor, su gratitud, mediante las lágrimas, los besos y el perfume.
Pero el sutil acercamiento no funciona, Simón no conecta los puntos (Lc 7:43a).
Así que Jesús toma el acercamiento directo (Lc 7:43b-50)
• Lucas 7,44-47: Después de recibir la respuesta del
fariseo, Jesús aplica la parábola. Y estando en la casa del fariseo, invitado
por él, Jesús no pierde ocasión para tomarse la libertad de hablar y actuar.
Defiende a la mujer, y critica al judío practicante. Un fariseo piensa que no
tiene pecado, porque observa en todo la ley. El fariseo cumplió con Jesús
durante su invitación a su casa pero fue de una forma muy básica, demostrando
con ello que su concepto de Jesús era realmente de desprecio y que su
invitación no había sido sincera, él no consideraba a Jesús como alguien
importante. A un verdadero invitado se le habría lavado los pies, se le habría
saludado dándole la bienvenida, y se le había puesto aceite en su cabeza. El
fariseo no lo hizo, pero esta mujer que ni siquiera estaba invitada fue mas
allá, a pesar de su antecedentes, no solo lavó y limpió los pies de Jesús sino
que lo hizo con sus propias lagrimas y su propio cabello no importándole que se
le ensuciara y no se limitó a esto sino que incluso le besó los pies (algo que
no se ve muy bien por lo provocativo que resulta en la concepción judía) y
respecto al aceite no se limitó a esto sino que hizo uso de un perfume de alto
valor. Jesús no está diciendo que Simón no ha
pecado mucho, sino que está diciendo que Simón orgullosamente piensa que
no necesita perdón, piensa que no necesita el perdón que le ofrece.
El orgullo de Simón ha torcido ambas interpretaciones de las acciones de la
mujer y su evaluación de quién es Jesús. Por lo tanto, sus pretensiones
de superioridad moral es un pecado mucho mayor al no querer ver la verdad.
• Lucas 7,48-50: Jesús declara la mujer perdonada y añade:
"Tu fe te ha salvado. ¡Vete en
paz!". Aquí aflora la novedad de la actitud de Jesús. El no condena,
sino acoge. Y fue la fe lo que ayudó a la mujer a recomponerse y a encontrarse
consigo misma y con Dios. Inmediatamente esto provoca la reacción de los
presentes que estaban en esa comida. Sólo Dios puede perdonar pecados y Él
estaba haciendo lo mismo, por lo que la respuesta para ellos era lógica si solo
Dios perdona pecados, y Jesús tiene autoridad de perdonar pecados, entonces
Jesús es Dios y por lo tanto el Mesías prometido. Lo que empezó como un evento
para tratar de quitarle autoridad a Jesús se convirtió en todo lo contrario, Él
la convirtió en una gran oportunidad para decirles con autoridad y demostrarles
que Él era Dios. Sus actos solo reflejaban la gratitud por el regalo inmerecido
que había recibido.
El arte del parabolista consiste en
introducir al interlocutor en el más allá de una historia ficticia, para
construir entonces un acuerdo con él. La parábola de los dos deudores utiliza
entonces un juego sutil, que consiste en mantener una comunicación que corre el
peligro de cortarse. El enfrentamiento directo de las dos partes es algo que
hay que evitar; no es posible la comunicación directa: entonces la parábola
mantiene el diálogo proponiendo el rodeo de una historia; el acuerdo sellado en el plano de la
historia contada puede trasladarse al problema en litigio (Marguerat).
Nacho Padró
2 comentarios:
Muy buena dicha interpretación.
Bendición
Muchas gracias Lucy
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