Para
contrarrestar las herejías trinitarias se crearon en Oriente dos grandes
escuelas y dos direcciones en filosofía y teología: los de Alejandría que tendían
a unificar (a confundir las dos naturalezas de Cristo) y los de Antioquia, que tendían
a distinguir (a separar demasiado las dos naturalezas de Cristo). La cual cosa
ya marcaba diferencias en la manera de enfocar los problemas teológicos.
Posteriormente
entró con fuerza el monofisismo que fue la herejía más fuerte y más popular de
la Antigüedad cristiana. Esto se debió también a motivos muy concretos de
carácter político o político-eclesiástico, es decir, al cambio del orden
jerárquico (vigente hasta entonces en Oriente) en favor de la residencia
imperial, exaltada ahora como la Nueva Roma, con lo que quedaba rebajada la
posición jerárquica de Alejandría. Así, sucedió que Alejandría, junto con la
Iglesia de Egipto (con pocas excepciones), rechazó Calcedonia. Los monofisitas
consiguieron apoderarse de casi todas las sedes episcopales en los patriarcados
de Alejandría y Antioquia (Iglesia siríaca). Estamos hablando del cisma
monofisita.
El
Monofisismo surgió en la escuela de Alejandría, pero se difundió también por
Siria y posteriormente Armenia. Se basaba en la doctrina de Cirilo de
Alejandría llevada al extremo, y en reacción contra la doctrina nestoriana,
dentro de la rivalidad entre las escuelas de Alejandría y Antioquia. Su
predicador y portavoz más extremo fue el monje Eutiques, en Constantinopla. El
monofisismo fue condenado por el Concilio de Calcedonia (451), pero continuó
con fuerza, aunque de una forma más moderada, y tuvo como gran teólogo al
patriarca Severo de Antioquia († 536). El monofisismo no dio nacimiento a la
Iglesia siríaca Ortodoxa, pero sí que ésta se constituyó como rechazo del Concilio
de Calcedonia y se organizó como tal a partir de 543, por obra de Jacobo
Baradai. De hecho, sin embargo, el Concilio de Calcedonia marcará la separación
entre la Iglesia ortodoxa bizantina y las otras Iglesias orientales, que lo
rechazaron. Asimismo, intervinieron muchos otros factores: culturales (lenguas
y terminología diferentes), y políticos (rechazo del Imperio bizantino
dominador).
El
Patriarcado greco-ortodoxo de Alejandría, de acuerdo con el Concilio de
Calcedonia (451), es el segundo patriarcado de Oriente, inmediatamente después
de Constantinopla, y el tercero de la pentarquía, incluyendo a Roma. Hasta el
Concilio de Calcedonia había un solo titular del patriarcado. Después del
concilio hubo una alternancia de patriarcas calcedonianos y no-calcedonianos o
«monofisitas». Por lo tanto, había un solo titular de la sede patriarcal. A
partir del s. VI encontramos ya una doble jerarquía correspondiente a las
Iglesias que se reclaman de Alejandría, la copta, mayoritaria (unos 17 o 18
millones ya en el siglo VII) y la griega ortodoxa (unos 200.000 en el s. VII).
La denominación greco-ortodoxa diferencia esta última Iglesia de la Iglesia
copta, ambas alejandrinas. Con la invasión de los árabes, en el año 642, los
griegos de Egipto, que aceptaron el Concilio de Calcedonia (451) y, por tanto,
se mantuvieron fieles al emperador bizantino -y, por ello, fueron llamados
«melkitas» ( del sirio malko, 'rey') -, fueron, por este motivo, perseguidos
por los árabes. Esta Iglesia continuó manteniendo la antigua liturgia de
Alejandría, como la Iglesia copta, pero gradualmente adoptó el rito bizantino,
un hecho consumado en el siglo XII. Actualmente, la liturgia, de rito
bizantino, es celebrada mayoritariamente en árabe, aunque los patriarcas sean
de extracción griega.
Por
su contra, la sede de Antioquia, la ciudad donde los discípulos de Cristo se
llamarán por primera vez «cristianos», según los Hechos de los Apóstoles (Hch
11,26), hace remontar su línea episcopal a san Pedro. De acuerdo con el
Concilio de Calcedonia (451), es el tercero entre los patriarcados orientales,
y con la misma categoría, después de Constantinopla y Alejandría, y el cuarto
de la pentarquía (incluyendo a Roma).
Hasta
el Concilio de Calcedonia había un solo titular del patriarcado. Quienes lo aceptaron
y se mantuvieron fieles al emperador bizantino, llamados por ello «melquitas»
permanecieron en la órbita de Constantinopla frente a quienes rechazaron el
concilio. Al igual que en Alejandría, apartir de la organización de la Iglesia
siríaca por obra de Jaime Baradai (543), se estableció una doble jerarquía
referida al patriarcado de Antioquia: la calcedoniana o greco-ortodoxa, de rito
bizantino, y la no calcedoniana, llamada a menudo «jacobita» (por Jaime, Jacobo
Baradai), de rito siro-antioqueno de la Iglesia siríaca Ortodoxa.
El
patriarcado greco-ortodoxo de Antioquia fue adoptando gradualmente el rito
bizantino, proceso que era completo en el s. XII. Actualmente, la liturgia es
celebrada en griego y en árabe. De hecho, los patriarcas son de extracción
griega. El título del patriarca de Antioquia: «y de todo Oriente» hace
referencia a la antigua diócesis romana de Oriente, con capital en Antioquia.
Nacho Padró
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