“Donde uno vaya,
No hay lugar que la muerte no alcance
Ni en el espacio, ni en el océano,
Ni en el más recóndito escondite de montaña”.
“Para aquellos condenados a muerte
Cada paso que dan
Le acerca a su ejecución.
La vida humana es similar”.
Las tres existencias son transitorias como nubes de otoño.
El nacimiento y muerte de los seres es como contemplar una
obra teatral.
La vida de los seres pasa como un relámpago en el cielo
Tan rápido como el agua que cae desde lo alto de una montaña
empinada”.
“La tierra, el Monte Meru y los océanos
Serán consumidos por los siete soles incandescentes.
Cuando ni siquiera sus restos permanecerán
¿Qué necesidad cabe de hablar del frágil cuerpo humano”.
“Puede que uno acumule comida para cien años,
Pero después de la muerte uno pasa hambre.
Puede que uno posea vestidos para cien años,
Pero después de la muerte uno viaja desnudo”.
Desde el principio de
los tiempos el ser humano luchó contra la idea de la muerte, brujería,
religiones, incluso la medicina fueron territorios en donde se combatía o por
lo menos, se postergaba la muerte; el hombre notaba la proximidad de su fin y
actuaba en consecuencia según su momento histórico cultural. Así, por ejemplo, en las diversas tradiciones
de la sabiduría oriental hay una concepción y aceptación más abierta del morir:
en el hinduismo, el taoismo y particularmente en el budismo, la muerte es
concebida como un tránsito, como un cambio de ropaje del cuerpo hacia otras
“vidas”.
Pero el ser humano ha sido
consciente que no hay escape posible a la gran cuestión que es la muerte, foco
de miedos y traumas que todas las religiones intentan responder de forma
incompleta. Hagas lo que hagas y allá a donde vayas no se puede uno librar de
esa condición humana que es la muerte (“No hay lugar donde la muerte no
alcance”), siendo la vida breve (“rápida como el relámpago del cielo”)
y transitoria, casi sin valor en si misma, pues hasta las altas montañas o
aquello que nos parece imperecedero acabará por sucumbir y además no sabemos
cuando nos sucederá, lo cual aporta más miedo e incertidumbre y sobretodo,
ligándolo con la concepción budista, con sufrimiento, siendo así la muerte uno
de las causas de sufrimiento en vida.
Contrastada con la visión de la
muerte occidental, la aproximación Budista a la muerte en la que no es nada
diferente a la vida, no es mas tenebrosa. Por supuesto que en un nivel
individual tenemos mucho miedo y esperanza de eterniudad, pero el acercamiento
budista en si mismo es bastante apacible, muy ecuánime en comparación, tanto
respecto a la vida como a la muerte, pues desde
el punto de vista budista, cada ser vivo tiene una continuidad que pasa por innumerables vidas, y continuará
renaciendo una y otra vez. La contemplación
y la meditación sobre la muerte y la impermanencia son consideradas como muy
importantes en el budismo, donde el mismo Buda, según la leyenda, se enfrenta a la
muerte en su primera toma de conciencia de la realidad: de los tres personajes
que explica de la vida de Sidharta Gautama que se encuentra al salir de
palacio, uno es un cadaver Otra muestra de la importancia es la existencia en
el budismo tibetano de un importante libro
como es el “Libro de la Vida
y la Muerte”
de S. Rimpoché. Así, la muerte y el dolor son los grandes problemas que quiere
resolver el budismo. Y en ambos casos, la solución que aporta es la supresión
del deseo.
Cuando Buda impartió sus primeras enseñanzas e hizo girar
por primera vez la rueda del Dharma, habló de las Cuatro Nobles Verdades. La
primera de ellas es la verdad del sufrimiento, que tiene cuatro atributos, de
los cuales, el más importante es el de la impermanencia. Es decir: nada
permanece para siempre. En el budismo se medita sobre la muerte, no con la
finalidad de eludirla, sino de acabar con los pensamientos negativos,
preocupaciones y miedos que la idea de la muerte nos causa. Por ello conviene
meditar sobre la muerte que para el budista es muy valioso y muy importante por
razones lógicas. Si nos dirigimos a algún lugar, será mejor que sepamos el
camino correcto, porque, de lo contrario, nos arriesgamos a perdernos y, por
ello, a sentir miedo; pero si sabemos bien la dirección a seguir, caminaremos
con confianza hacia nuestro destino. Lo mismo ocurre con el proceso de
la muerte. La ventaja de conocer este proceso es que, al no sentirnos
asustados, incluso estando inconscientes, podemos seguir su transcurso de una
forma más natural. El origen del sufrimiento de nacer y morir está en los
engaños y el karma contaminado, según la manera de pensar budista. En nuestra
situación actual, no tenemos control ni independencia alguna sobre nuestra vida
porque estamos bajo el control de estos factores contaminados, y este estado de
cosas no sólo afecta a nuestra vida, sino también a nuestra muerte. No se puede
pensar en posponer la preparación para la muerte. Hay que actuar ahora mismo
porque, en cualquier momento, nos puede sobrevenir
Lo sorprendente del texto radica en
la afirmación que se da de la situación de la muerte, donde sucede lo contrario
de lo que en vida has realizado (una posible referencia al karma como acción consecutiva
de la vida realizada) aunque esto plantea
la inutilidad de las acciones de preparación a la muerte pues nada es a
lo que esperamos y apunta al desconocimiento de fondo del concepto de la muerte
(tu te preparas para una cosa y acabas sufriendo lo que más temes a pesar de tu
preparación).
No hay comentarios:
Publicar un comentario