Después de nuestra última carta del 26 de octubre, la situación militar
sobre el terreno no ha cambiado mucho. A pesar de los combates en las
calles, los bombardeos, los coches-bomba, los francotiradores, los
asesinatos y los secuestros, ninguna de las dos partes en conflicto ha
conseguido la superioridad en Alepo.
Por otra parte, la situación humanitaria es catastrófica. Falta de
todo: pan, agua, electricidad, gasolina, gas y gasoil por citar solo
las necesidades elementales. Estos productos existen en las demás
ciudades sirias a un precio normal. Pero el abastecimiento de Alepo es
imposible, todas las carreteras de salida y de entrada a la ciudad están
en poder de los rebeldes, que impiden el suministro de estos productos.
Y cuando se les puede conseguir, es a un precio inabordable para la
mayoría de la gente: el pan 10 veces superior a su precio, la gasolina
5, el gasoil (para la calefacción) 12 veces, el gas (para la cocina) 9
veces superior. Los habitantes de Alepo tienen frío (es invierno),
tienen hambre y están desesperados. Además, la electricidad está
racionada o cortada completamente como hace algunos días, cuando la
principal central eléctrica fue bombardeada, dejando a Alepo en total
oscuridad durante 48 horas, sin iluminación en los inmuebles ni en las
calles; dejando a sus habitantes sin agua (sin electricidad no es
posible el suministro) y con un frío glacial, faltos de electricidad
para los calentadores y de gasoil para alimentar la estufa o la
calefacción central.
Las comunicaciones son muy difíciles: los teléfonos móviles, internet,
las comunicaciones internacionales están interrumpidas con mucha
frecuencia. Abandonar Alepo supone una dura apuesta: por carretera, se
corre el riesgo de ser secuestrado o asesinado; por avión, se deben
sortear los disparos sobre la carretera del aeropuerto que han matado a
más de uno. El número de desplazados aumenta: una somera estadística de
los enfermos que acuden a mi consulta, me ha mostrado que el 80 % no
viven en su domicilio y se han trasladado a casa de parientes o de
amigos que viven en barrios aún “seguros”. La vida ha llegado a ser tan
cara que incluso la clase media no consigue sobrevivir. ¡Qué se puede
decir de los pobres y de los desplazados de los que somos responsables!
Nosotros continuamos nuestro trabajo entre los desplazados con “los
Maristas Azules”. La mañana está destinada a la distribución de
productos alimenticios y sanitarios y al “centro médico” en donde
atendemos de 30 a 50 pacientes por día. Por la tarde, los adultos de
nuestro grupo con los dos Hnos. George visitan a las familias y los
jóvenes con el H. Bahjat se ocupan de los niños. Nuestro proyecto:
“quiero aprender” pretende la alfabetización de los niños desplazados
inculcándoles las nociones básicas de escritura y de cálculo. Los
desplazados sufren mucho del frío, pues las salas de clase donde se
alojan carecen de equipo de calefacción. Deben contentarse con jerséis
gruesos y con mantas que les hemos proporcionado. Por nuestra parte,
hemos instalado en cada escuela un calentador eléctrico de agua para que
puedan lavarse con agua caliente (siempre que la electricidad y el agua
estén disponibles).
Nuestro proyecto “El Cesto de la Montaña” cumple ya su 5º mes. Como os
habíamos informado en nuestras cartas, este proyecto pretende
proporcionar un cesto (suficientemente nutrido para una familia) de
alimentos una vez al mes a familias cristianas sin recursos del barrio
de Djabal Al Saydé, a fin de calmar su hambre dándoles un mínimo vital
para sobrevivir. El domingo, 2 de diciembre ha tenido lugar la
distribución del 4º cesto mensual a 291 familias. El 5º está previsto
para la vigilia de Navidad e incluirá por primera vez un kilo de carne.
El día de Navidad será un festín para estas familias que no han probado
la carne desde hace ya cinco meses.
Todos los habitantes de Alepo, incluidos nuestros desplazados, nuestros
pobres y nuestros voluntarios se sienten afectados por el cansancio y
el desánimo ante esta situación que perdura desde hace 5 meses en Alepo y
21 meses en Siria. No ven el final del túnel. Están hartos del ruido de
las bombas y de los fusiles, de la pobreza, de la privación, del
hambre, del frío, de las destrucciones, del desplazamiento y de la
muerte que acecha en todo momento. Sufren al ver que su ciudad y su país
se están destruyendo y han perdido toda esperanza en el futuro.
Lo que nos consuela, es esta red de solidaridad que se ha creado
entorno a nosotros. En primer lugar, los parientes y los sirios de la
diáspora que aprovechan cualquier ocasión para manifestar su fidelidad y
su afecto a los compatriotas que permanecen en su país de origen.
Luego, claro está, todos vosotros: amigos, conocidos o amigos de amigos
que nos habéis apoyado y continuáis haciéndolo por diversos medios.
A todos vosotros, en nombre de nuestros equipos: « El Oído de Dios »,
« Maristas azules » y « el Cesto de la montaña » quiero daros las
Gracias por vuestra solidaridad, vuestra amistad y vuestro afecto.
Deseamos que Navidad sea para vosotros Alegría y Paz. Que nuestro Señor,
Dios del Amor y de la Paz, haga que acabe nuestra pesadilla y que viva
en nosotros esta Esperanza que, tras las tinieblas, hará brotar la luz, y
que, de nuevo, podamos vivir en paz y en seguridad.
Os deseamos lo mejor para 2013.
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Alepo, 12 de diciembre de 2012
Nabil Antaki, en nombre de “Maristas Azules”.
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