Si bien
la mayoría atribuye el libro a Laozi, los hay quienes también afirman que la
obra en sí no es más que una recopilación de los aforismos de varios pensadores
alrededor de una nueva visión de un mismo concepto: el dao. Todo este misterio
en torno al Daodejing no hace más que
ir de la mano con el contenido del libro y de la corriente filosófica que dará
lugar a la 道家 (Dào jiā
-“escuela del camino”-) o taoísmo. Esto hace que el Daodejing sea susceptible de múltiples y diferentes
interpretaciones, traducciones e incluso ordenaciones. Este texto, poético y
místico, altamente interpretativo en función de su lenguaje críptico, parece
que estaba destinado a ser contado y memorizado, quizá el autor quiera que el
lector con su lectura personal sacara sus propias conclusiones sin estar
influido por unas ideas preconcebidas, no sé, pues he experimentado variaciones en la
interpretación de la lectura según momento y estado de ánimo al no seguir una
lectura lineal. Su forma final pudo deberse a escritos previos hechos por
ermitaños que reflexionaban acerca del individuo. El texto tardío que nos ha
llegado, establecido entre los siglos II y III por los eruditos comentarios de
Heshang Gong y Wang Bi, tiene 81 estrofas divididas en dos partes: aquellas de
la Vía o dao y las de la virtud (de), cuyo orden es invertido en el manuscrito
de Mawangdui (traducción usada por mi). Se nos presenta como un conjunto de
poemas rimados, concisos y con un estilo simple, directo pero oscuro, y dando
un sentido variado. Aunque el texto es adaptable, a las necesidades políticas,
filosófico-religiosas y hasta personales, su objetivo es solucionar el desfase
entre el dao humano y el natural o celeste, en un equilibrio de opuestos como
ya veremos. Representa, de este modo, la continuidad y la identidad, entre el
mundo natural y los hechos humanos, entre el orden natural y el humano. Y es
ahí personalmente donde creo que reside su belleza e interés.
Nacho Padró
No hay comentarios:
Publicar un comentario