Básicamente yo apuesto por una mezcla. La lectura de los
textos da a entender que hay una fuerte relación entre los fundamentalismos
religiosos y los fundamentalismos políticos (basta ver los datos de los años 70
hasta la actualidad con los neoconservadores de EEUU) donde podemos ver que los
fundamentalismos no se conforman con su espiritualidad, ni permanecer en el
anonimato, ni ser una minoría, sino que su objetivo es incidir decisivamente en
la sociedad, añadiéndoles una moral, a su estricto conveniencia, por ejemplo. Y
una de las fuerzas centrífugas más fuertes de este último siglo, a nivel
político han sido los nacionalismos (tanto nacionales como internacionales)
podemos ver las implicaciones-relaciones en la guerra de Serbia donde se mezclaban
los intereses nacionalistas o territoriales con los conflictos de dos
comunidades (musulmanas y cristianas), así como todo el panarabismo y sus
conflictos a nivel internacionales.
He podido leer como el fundamentalismo religioso no se
encierra en una burbuja, ni como he dicho, se aísla sino que suele asociarse
con otros fundamentalismos de carácter político, económico, cultural y social,
con quienes establece alianzas para defender con más eficacia el etnocentrismo
cultural, mediante una moral represiva, la tendencia a las exclusiones por
razones de etnia o raza y una concepción religiosa de vuelta a los orígenes
idealizados. Utiliza así la religión de manera instrumental para sus fines
expansionistas y para sus intereses hegemónicos de tipo político (podemos reseguir
la manipulación de los Neocón desde Ronald Reagan hasta el Bush Jr, o la
instauración de la Sharia en países de fundamentalismo islámico como el régimen
Talibán. En sectores judíos ortodoxos de los Estados Unidos, Israel y, en menor
medida, de Europa, se aprecian igualmente tendencias segregacionistas a partir
de la interpretación estricta de la totalidad de la Torá, el asesinato de la
primera ministra de la India, Indira Gandhi, perpetrado por sikhs en el marco
de un conflicto religioso pero con un fuerte componente político al anular al
representante del partido del poder o la violencia de la mayoría budista de Sri
Lanka contra la minoría tamil de origen hindú, etc.
Religión y política siempre han estado ligadas y han
servido para dotar a los sentimientos nacionalistas de una validez sacramental
que ayudaba a los “esfuerzos” por la causa. Es por ello que tristemente se
puede decir que van muy ligados y entrelazados.
Nacho Padró
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