Creo que si hay una palabra
que comprende todo el concepto de la revelación de Alah a Muhammad, sería
posiblemente la orden que le da el ángel Yibril de ¡Recita!.
El Profeta Muhammad, en aquel
tiempo tenia cuarenta años de edad y solía quedarse a solas en la cueva de Hira’
reflexionando. Se quedaba muchas noches en reflexión o adoración (tahannuth) , de modo que cuando su
comida y bebida se terminaban, volvía a su casa, y tomaba más para las noches
siguientes. En esos aislamientos presentaba sueños por lo que los especialistas
no se ponen de acuerdo si la revelación fue algo gradual, una larga evolución
psicorreligiosa (Caetani) o bien si fue de forma repentina e inesperada (Buhl).
Parece ser que un lunes del
mes de Ramadán, Yibril, (Gabriel), se le apareció de repente cuando estaba
dentro de la cueva de Hira’. El Ángel llegó a él y le
dijo: ‘¡Recita!’ y él respondió: “No sé leer”” [Al
Bujari]. El Profeta relató : “Luego me sujetó con fuerza y me apretó tan fuerte que pensé no poder
resistir más. Luego me soltó y me dijo que lea. Yo repliqué: “No sé leer”.
Entonces me sujetó nuevamente y me apretó tan fuerte que pensé no poder
resistirlo más. Luego me soltó y me pidió nuevamente que lea. Respondí: “No sé
leer”. Entonces, me sujetó por tercera vez y al soltarme me dijo: {¡Recita! En el nombre de tu Señor que todo lo Creó.
Creó al hombre de algo que pende. ¡Recita! Tu Señor es el más generoso} [Corán
96:1-3]” El mensajero de Al-lah, retornó con su corazón latiendo
aceleradamente. Al llegar y ver a su esposa Jadiyah le dijo: “¡Temo que me suceda algo!” Jadiyah le respondió. ‘¡Claro que no! ¡Por Al-lah! Tu
mantienes buenas relaciones con tus parientes, ayudas a los pobres y
miserables, atiendes generosamente a tus invitados y asistes a quien se lo
merece de entre los azotados por la desgracia’. Jadiyah salió con Muhammad,se
dirigieron a ver a Waraqah bin Nawfal bin Asad bin ‘Abd el ‘Uzza,
quien durante la Yahiliah se hizo cristiano y solía escribir en
hebreo. Escribió el Evangelio en hebreo tanto como Al-lah se lo
permitió. Era ya un anciano y había perdido la vista. Jadiyah le
dijo: ‘¡Primo! Escucha lo que te
relatará tu sobrino’. Waraqa preguntó: ‘¿Qué has visto sobrino?’ y el Mensajero de Al-lah, le
describió todo lo que había visto. Waraqah dijo. ‘Este es el mismo Espíritu que Al-lah Reveló a Musa ¡Cómo quisiera ser joven aún y estar vivo
cuando tu pueblo te expulse!’ El Profeta, le dijo: “¿Me expulsarán acaso?” El asintió
con la cabeza y dijo: ‘Todos los que se
presentaron con lo mismo que tú traes fueron tratados con hostilidad. Si
estoy vivo hasta ese día, te apoyaré con todas mis fuerzas’. Waraqa
murió unos días después y la revelación también se detuvo por un tiempo.
Las noticias
tranquilizadoras de Jadiyah y Waraqah fueron seguidas por una reafirmación
procedente del Cielo en la forma de una segunda Revelación. Pero a diferencia
de la primera, esta vez, comenzó con una sola letra, el primer ejemplo de las
letras crípticas con las que comienzan varios mensajes coránicos. La letra fue
seguida de un juramento divino, prestado por el cálamo, que ya había sido
mencionado en la primera Revelación como el principal medio de Dios para
enseñar a los hombres Su sabiduría. El juramento por el cálamo es seguido de un
segundo juramento por lo que escriben, y entre lo que ellos, esto es, los
Ángeles, escriben en el Cielo con cálamos menores sobre tablas menores está el
arquetipo celestial del Corán, al cual Revelaciones posteriores se refieren
como a una recitación (Qur'an)
gloriosa en una tabla inviolable (Corán, 84, 21-2.) y como a la madre del
libro. (Corán 13, 39.).
Vemos que al apoderarse del
Profeta la revelación, se encuentra encapotado (Corán 74), envuelto en su manto
(Corán 73) y se creía un poseso (machnún),
un vaticinador (kahin) o un brujo (sabir), hasta el punto de no querer
seguir viviendo y eso le hace huir de la cueva, según el historiador Tabari. Ese
terror que padece Muhammad tiene un paralelismo con el kaddosh judío o el mysterium
terrible et fascinans del
cristianismo: la terrible experiencia del encuentro con Dios. Es normal que
tenga la reacción de taparse con la manta al llegar al casa y refugiarse en el
regazo de su mujer Jadiyah, que le dará consuelo y un apoyo tan necesario. Esta
revelación parece que entra en la mente de Muhammad de forma inconsciente,
reviviéndose de nuevo de forma fragmentada y deshilvanadas, dando forma a una
nueva vivencia que altera y marca su alma, incluso tras el arrobamiento que él
siente de forma indiscutible (Corán 10 16; 20 113; 28 85ss; 69 44 o 16 100) y
se convierte en un imperativo categórico ineludible (Corán 74 2; 96 1)
conformando el período Mequí (Corán 80 1ss). Es el comienzo de la revelación
del Islam.
Ignacio Padró
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