Conviven fatal, teniendo en cuenta que una de las
características del fundamentalismo es el atrincheramiento ideológico de sus
posturas frente a las “oficiales”, esto hace inviables el diálogo
interreligioso y la aceptación de los valores de una sociedad democrática y
plural. Los fundamentalismos aprovechan la desvertebración de la sociedad
tradicional para fomentar un espíritu de gueto y proponer una moral tradicional
idílica y que se opone al pluralismo, (pensemos en las ideas que se dan en
muchas religiones sobre el tema de la homosexualidad, el aborto o el concepto
de mujer) que tiende a confundir con el relativismo y que considera una amenaza
contra la unidad de las creencias. El pluralismo llevaría a reconocer la
existencia de distintos niveles de relevancia y de una jerarquía de verdades en
las religiones, cuando la verdad, a juicio de los fundamentalistas, es única. Sólo
el error es múltiple. Y como afirma Tamayo, el pluralismo se ve como una
amenaza a la unicidad de la Fe, así lo plural se uniformiza y lo relativo se
absolutiza, destacando el absoluto que sería Dios. Una ejemplo claro es el uso
de los textos religiosos (sea Corán, Torá o Biblia) en cuanto absolutos y fijos
en todos los conceptos, sin aceptar los
criterios hermenéuticos ni exegéticos con sus interpretaciones variadas
o abiertas a la discusión. Para el fundamentalista han de ser fijos y
estáticos.
Nacho Padró
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