martes, 25 de junio de 2013

¿Son equiparables los fundamentalismos de las diferentes religiones?


Todos, sin excepción presentan un recelo que raya la paranoia frente al aperturismo que supone la modernidad que les hace reaccionar con una confianza ciega y absoluta  a los textos fundadores (Torá, Biblia o Corán) en el caso de las religiones del libro, que les hace leerlos de forma acrítica y textual, con el consiguiente cerrazón de mente que puede suponer (basta leer el texto de Tamayo). Hasta el punto se encuentran paralelismos que hasta los analistas sociológicos parece que llaman también fundamentalistas a los movimientos islámicos, cuando es un concepto sacado de los protestantes (evangelistas concretamente)
Además básicamente encontramos los mismos patrones comunes en todos los ámbitos:  fundamentalistas de las distintas religiones se consideran elegidos por Dios para llevar a cabo una misión mesiánica tanto a nivel mesiánico (ultraortodoxos judíos), como parusía (cristianos tradicionalistas) o como convocados por Dios (Allah) para una guerra santa (fundamentalistas musulmanes). Todos ellos, opuestos y enfrentados al discurso de la “religión oficial” a la que se enfrentan con una vuelta a las tradiciones primitivas (wahabismo, evangelistas) con una moral mejor que la permisiva de la modernidad actual (neoconservadores) y que se cierra frente al pluralismo existente
La palabra “tiene una presencia omnímoda en todos los debates, cualquiera que fuere el tema” (J.J. Tamayo, Fundamentalismo y diálogo entre religiones, 74). “El Fundamentalismo es el clima ambiental de la época”, escribe Mardones; “recorre la sociedad y la cultura, aunque tenga un aposento especial en la religión” (10 Palabras clave sobre Fundamentalismos, 9.10). Es un tiempo de sensibilidad fundamentalista, afirmaba René Girard en 1997. Y Samuel Huntington, el famoso profesor del cambio social de Harvard, defiende la tesis de que el fundamentalismo es la religiosidad adecuada a la modernidad tardía en que vivimos.
En el fondo siguen los mismos patrones comunes aunque cambiando el contenido: Búsqueda de un fundamento inamovible, lectura literal de los textos sagrados, pretensión de verdad absoluta, dependencia de una autoridad indiscutible, defensa de una moral inmutable, fe en un Dios supuestamente conocido y una visión maniquea del mundo.

Nacho Padró

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