El 3 de agosto de 2019, un hombre entró en un centro comercial de El Paso, Texas, y mató a 22 personas. Antes del ataque apareció un manifiesto en el foro 8chan que apelaba a una supuesta “invasión hispana de Texas” y repetía la creencia de que existe la voluntad de perpetrar un “genocidio blanco”. El tiroteo se sumaba así a otras masacres recientes, como el tiroteo de ese mismo año en dos mezquitas de Christchurch, Nueva Zelanda, donde fueron asesinadas 51 personas, o el atentado de 2018 en una sinagoga de Pittsburgh, Pensilvania, en el que hubo 11 muertos. Estos ataques tienen en común el crecimiento de una corriente dentro del supremacismo blanco llamada aceleracionismo.
Se define el aceleracionismo como la idea de empujar a los Estados capitalistas hacia una situación de colapso, en la que un cambio sociopolítico extremo sea inevitable. Aunque no es una teoría que surja de la ultraderecha, ha ganado popularidad en redes como Gab, Reddit y Fascist Forge; chats como Discord y grupos de Telegram. En la mayoría de casos, los atentados parten de radicalizaciones individuales, pero la versión terrorista del aceleracionismo es alimentada por grupos neonazis. Entre los principales están la Atomwaffen, The Base, Patriot Front o la Green Brigade. Antes del atentado de Christchurch, su autor, Brenton Tarrant, apeló a la falacia del genocidio blanco, que según él es causado por el aumento de la inmigración, el islam y las tasas de natalidad no-blancas, publicando un documento llamado El gran reemplazo. El tirador nombró el manifiesto Desestabilización y aceleración: tácticas para la victoria, algo que lo convirtió en un referente. Tanto el asesino de El Paso como el autor del tiroteo en una sinagoga de California afirmaron haber sido influenciados por Tarrant.
Según Joanna Mendelson, directora asociada del Centro de Extremismo de la Anti-Defamation League (ADL), “los supremacistas creen que deben emplear todos los medios para acelerar el colapso del sistema”. En este sentido, la experta explica que “en el centro del aceleracionismo está el objetivo de crear el caos social y, en última instancia, una guerra racial, de la que los blancos saldrán victoriosos”, guerra tras la que se formaría un etno-Estado blanco y antisemita. Una parte de la alt-right norteamericana llama a esta guerra racial el “boogaloo”.
Los orígenes del aceleracionismo supremacista son difusos, pero se considera que Siege, una compilación de ensayos de los años ochenta del neonazi James Mason, “ha desempeñado un papel fundamental en la configuración de la ideología aceleracionista” y predice que “el fin último de la sociedad se está acelerando” porque “toda la base misma está completamente corroída”, señala Joanna Mendelson. Desde 2017, el aceleracionismo está cobrando importancia, fruto de la opacidad que ofrece el ciberespacio, el fenómeno Trump, la influencia de organizaciones como la Atomwaffen y el tiroteo masivo de Christchurch.
Datos de la ADL indican que el 81% de los atentados cometidos en 2019 en Estados Unidos fueron perpetrados por supremacistas blancos. Fuentes del Western States Center (WSC) puntualizan: “No es posible decir cuántos de ellos fueron motivados por las ideas aceleracionistas per se”. Joanna Mendelson afirma que el aceleracionismo “es una corriente más dentro del supremacismo”, mientras que desde el WSC sostienen que “no se trata de un movimiento coherente, pero es común la convicción de que deben recurrir a actos de violencia” con ese objetivo de colapsar el sistema.
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