Te quejas todo el día de tu trabajo. Pero, ¿qué pasaría si lo perdieras y no pudieras pagar tus facturas?
Te quejas constantemente de tu pareja. Pero, ¿y si finalmente decidiera mandarte a freír espárragos e irse de casa para siempre?
Al estar tan cegado por tus deseos, no valoras de verdad lo que tienes hasta que lo pierdes. Y no solo eso. Tu ego te lleva a enfatizar aquellos hechos que consideras que te perjudican o que directamente no te benefician.
No tardas ni medio minuto en quejarte cuando Internet de pronto no te funciona. Pero, ¿cuántas veces valoras y agradeces el hecho de poder navegar por el ciberespacio?
¿Cuántas veces en tu día a día te paras a dar gracias por tener cubiertas tus necesidades básicas?
¿Cuántas veces agradeces poder compartir tu vida con otras personas en vez de vivir en una isla desierta?
¿Cuántas veces? Sé honesto. ¿Una o ninguna? Durante tres meses no des por sentado nada de lo que tienes.
Aprende a apreciarlo. Encuentra cada día al menos tres detalles cotidianos por los que sentirte profundamente agradecido.
Y recuerda que tu capacidad de valorar lo que sí forma parte de tu vida es infinita, tan ilimitada como lo es tu imaginación.
La valoración de lo que tienes es la clave de la verdadera riqueza y prosperidad.
Borja Vilaseca
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