He llegado a la edad en la que el tiempo no espera, ni concede tregua, ni tampoco cura, solo enseña que impresionar es un sobreesfuerzo inútil; que hay que saber callar a según qué preguntas; a no interesarme las respuestas que llegan tarde; a que vivir en la inercia es una forma de morir lentamente; a que los ojos crueles guardan silencios fríos y que hay palabras amables que engañan;
que hay torpezas que condenan una vida; y que los amigos no van y vienen, siempre se quedan.
He llegado a la edad en la que
me concedo el privilegio de gastarlo con quien no resta, valoro el tiempo que me presta la vida, porque cada minuto es un regalo.
He llegado a hacer de las decepciones una lección de aprendizaje; a saber que esta vida no es fácil; que la inocencia no se pierde, te la roban; que el egoísmo es la lucha del más fuerte; a saber que las pequeñas cosas son las más importantes; y que... el tiempo no lo malgasto con quien no lo merece.
Emilio Leiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario