un estudio realizado por el famoso egiptólogo Zahi Hawass y por Sahar Saleem, profesora de radiología en la Universidad de El Cairo y especialista en escaneo de momias, parece haber resuelto un misterio milenario: el de la muerte de "la mujer que grita", una momia femenina que fue descubierta en 1881 en el escondrijo de Deir el-Bahari (DB320), junto con otras momias reales de las dinastías XVIII, XIX y XX. Los análisis realizados sobre el cuerpo revelaron que una aterosclerosis severa de las arterias coronarias habría provocado la muerte súbita de esta princesa egipcia, causándole un fulminante ataque al corazón.
OCULTA EN UN "ESCONDRIJO"
La historia de esta momia comenzó en 1881, cuando se descubrió en Deir el-Bahari, en la orilla occidental de Luxor, un escondrijo repleto de momias reales. En este lugar, los sacerdotes de las dinastías XXI y XXII escondieron algunas de las momias reales enterradas en el vecino Valle de los Reyes para protegerlas de los ladrones de tumbas que actuaban en la zona en ese período. El "escondrijo" de momias contenía, entre otras, las momias de varios faraones importantes como Tutmosis III o Ramsés II. Otra momia famosa que se descubrió allí es la conocida como "la momia que grita", que recientemente ha sido identificada como la del príncipe Pentaur, hijo de Ramsés III, que fue condenado a muerte por haber participado en la conspiración que acabó con la vida de su padre. La momia de "la mujer que grita" mostraba asimismo una expresión de terror y de dolor, y su boca estaba abierta en un grito eterno, de ahí el nombre por el que es conocida. Pero a diferencia del príncipe Pentaur, el cuerpo de esta mujer recibió un excelente embalsamamiento. En consecuencia, es obvio que las circunstancias de su muerte fueron muy diferentes a las del desdichado príncipe.
El "escondrijo" de momias contenía, entre otras, las momias de varios faraones importantes como Tutmosis III o Ramsés II.
Los textos en hierático inscritos en las envolturas de lino de la momia rezan así: "La hija real, la hermana real de Meret Amón". La momia fue designada como la "momia de la mujer desconocida A", y aunque la inscripción afirma que se trata de la hermana de una princesa llamada Meret Amón, es complicado saber de quien se trata ya que ha habido varias princesas con el mismo nombre, por ejemplo Meret Amón, hija del rey Seqenenre de finales de la dinastía XVII (hacia 1540 a.C.), y también Meret Amón, hija del faraón Ramsés II (1279-1213 a.C.), de la dinastía XIX.
UN ATAQUE AL CORAZÓN
Para resolver el misterio de la muerte de la mujer, Hawass y Saleem llevaron a cabo una Tomografía Computarizada (TC) sobre la momia en la Universidad de El Cairo. Los resultados indican que la mujer, que murió hacia los sesenta años, sufrió en vida un grado severo de aterosclerosis, que afectó a muchas de las arterias de su cuerpo. La aterosclerosis es una enfermedad degenerativa que afecta progresivamente a la pared arterial, lo que lleva a un estrechamiento de la cavidad y al bloqueo de los vasos sanguíneos. La Tomografía Computarizada mostró que la mujer padecía aterosclerosis en las arterias coronarias derecha e izquierda, las arterias del cuello, la aorta abdominal y las arterias ilíacas, así como en las arterias de las extremidades inferiores. Las enfermedades cardíacas, especialmente la enfermedad de las arterias coronarias, son la principal causa de muerte súbita en adultos incluso en la actualidad.
La mujer, que murió hacia los sesenta años, sufrió en vida un grado severo de aterosclerosis, que afectó a muchas de las arterias de su cuerpo.
Parece que la "mujer que grita" murió repentinamente mientras se encontraba en la postura en que fue momificada, con las piernas cruzadas flexionadas. Al morir, su cabeza se inclinó hacia el lado derecho y su mandíbula cayó. "Suponemos que el cadáver de 'la mujer que grita' podría no haber sido descubierto hasta horas después de haber muerto, lo suficiente como para desarrollar rigor mortis. Posiblemente los embalsamadores momificaron el cuerpo contraído de la mujer antes de que se descompusiera o se relajase. Por lo tanto, los embalsamadores no pudieron ni cerrar la boca ni colocar el cuerpo contraído en una postura yacente, como era habitual en las otras momias, preservando así la expresión facial y la postura que tenía en el momento de la muerte", concluye Zahi Hawass.
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