El juez Gianrico Carofiglio (Bari, 1961) es muy conocido en Italia por sus novelas negras como 'Con los ojos cerrados' y 'Las perfecciones provisionales'. Sin embargo, también ha incursionado en otro tipo de historias más personales como 'Ni aquí ni en ninguna parte'. La última de ellas es 'Las tres de la mañana' (Anagrama), una hermosa historia de formación que aborda la relación entre un padre y un hijo y cómo todo cambia una noche mágica en Marsella. Una historia sobre cómo las cosas pueden cambiar si modificamos nuestro punto de vista.
El escritor accede a esta entrevista por correo electrónico poco después del fin del confinamiento italiano. Cree que la pandemia es una buena oportunidad para unir más a su país, bastante polarizado en los últimos tiempos. Pero avisa de que también podría desperdiciarse. Habrá que ver los próximos meses.
PREGUNTA: “En la verdadera noche oscura del alma son siempre las tres de la mañana”. El título está inspirado en esta frase de Scott Fitzgerald. ¿Todo el libro surge de ahí?
RESPUESTA: El sentido del libro, en su mayoría, se encuentra en efecto en esta frase formidable. A día de hoy, no he encontrado una mejor para describir la soledad profunda, la tristeza que nos atrapa de improviso y nos parece incurable, sin horizontes. Pero, como pasa con las metáforas más poderosas, esta frase puede significar también su contrario. Que es lo que sucede en mi novela: a las tres de la mañana un hecho imprevisto lo cambia todo, para siempre. La novela de formación gira en torno a esta hora, que es noche y mañana al mismo tiempo y que ilustra a mi ver en modo perfecto la ambigüedad de la experiencia humana.
P: Scott Fitzgerald es el escritor del alcohol y las fiestas, pero también de la infelicidad y la melancolía. ¿Quería crear esas dos sensaciones ambivalentes? Porque eso es un poco lo que sucede en esta noche entre padre e hijo. Y si es así, ¿por qué?
R: Es así. Esta novela trata de la ambigüedad, de puertas del alma que aparecen y desaparecen, del vínculo íntimo entre alegría y tristeza, del hecho que las cosas pueden cambiar radicalmente en cualquier momento, solo con un cambio en la perspectiva desde la cual las miramos.
Esta novela trata de la ambigüedad, del vínculo íntimo entre alegría y tristeza, del hecho que las cosas pueden cambiar radicalmente en cualquier momento
P: Este es un libro de diálogos sinceros que comienzan porque hay un diagnóstico de una enfermedad. Es como si, de alguna manera, la enfermedad nos confrontara con nosotros mismos ¿Cree en este tiempo pospandemia (pos enfermedad) igual hablamos con mayor sinceridad a los otros?
R: No es nada fácil contestar a esta pregunta. Digamos que la crisis de la pandemia nos ofrece varias oportunidades, entre ellas también la de hablar de manera más honesta con el prójimo, es decir de reconocerlo de verdad. No se trata de una cosa obvia, hay que aprovechar las oportunidades, en lugar de desperdiciarlas.
P: Por cierto, hablando de este tema, ¿cómo lo vivió usted? Italia fue uno de los países que primero tuvo que confinarse.
R: Mi experiencia particular ha tenido muchos aspectos positivos. Un incremento de concienciación, en primer lugar. Además he logrado aprovechar el tiempo del confinamiento para escribir un ensayo en que pensaba desde hace tiempo. Se titula 'Della gentilezza e del coraggio. Breviario di politica e altre cose' (De la amabilidad y de la valentía. Tratado de política y otras cosas). Reflexiona sobre una posible manera de pensar a una política, a una convivencia civil y a un futuro del todo diferentes.
P: ¿Y cómo cree que saldrá Italia después de esta pandemia? Como ocurre ahora ya en casi todos los países, Italia también está bastante polarizada…
R: Lo mismo que he comentado antes: tenemos grandes oportunidades para el cambio, para mejorar la convivencia y la justicia social. Pero desde luego las oportunidades requieren responsabilidad y compromiso para ser aprovechadas.
Italia tiene grandes oportunidades para el cambio, para mejorar la convivencia y la justicia social. Pero requieren responsabilidad y compromiso para ser aprovechadas
P: Volviendo a la novela. Este es un relato de iniciación. La Bildungsroman existe desde que existe la novela prácticamente, y aun así, nos sigue gustando como lectores (y como escritores) ¿Por qué sucede?
R: Porque lo que más nos gusta en este mundo es la narración del cambio, de aquellas cosas que en apariencia tienen una estructura definida y de repente se transforman para siempre. En el final de la novela se cita una hermosa palabra de la lengua filipina tagalo: balikwas. No se puede traducir sin recurrir a una perífrasis, algo así como “saltar de repente en una nueva situación y sentirse sorprendido, cambiar el propio punto de vista, ver cosas que pensábamos conocer en un modo diferente”. Esto es lo que más me gusta narrar y leer.
P: ¿La voz del adolescente parte de la suya propia?
R: Tanto la voz del chico como la voz del padre. Mi punto de vista se ha desdoblado perfectamente al escribir este libro. Creo que en esto reside la razón de mi implicación tan profunda con esta novela.
P: ¿Su condición de juez le ha ayudado para crear los diálogos?
R: Creo que sí. La sensibilidad para los diálogos, al igual que muchas otras habilidades en la escritura, depende en parte, inevitablemente, de una cierta dosis de talento. Pero depende también de la disponibilidad del material que llega de la experiencia personal. En este sentido, el hecho de haber ejercido como magistrado por tantos años me ha enriquecido mucho.
P: En este caso el núcleo es la relación entre el padre -desconocido- y el hijo. ¿Qué sucede entre padres e hijos (chicos) que no suceda con las madres? En los últimos han aparecido varias novelas que giran en torno a este conflicto (estoy pensando en la saga de Karl Ove Knausgard aunque en su caso sea autoficción).
R: No sabría qué contestar, así en general. Las diversidades me atraen más que las tipologías generales de las personas y de las relaciones. Uno de los significados de esta historia, de esta relación entre padre e hijo, se encuentra en el carácter excepcional de lo que pasa entre ellos. Al escribirla me ha ocurrido varias veces de conmoverme, y el hecho que los lectores me dicen que han sentido la misma emoción me hace mucha ilusión.
P: Hay un momento en el que el padre se sorprende de todas las cosas que ha hecho durante esos dos días ya que se sentía viejo. Eso igual sucedía en los ochenta… Ahora con 50 años hay mensajes por todas partes de todo lo que se puede hacer. Eso es un cambio con respecto a la época de la novela. Es decir, hoy ese padre quizá parecería más joven.
R: Es cierto, en parte. Pero creo que puede pasar incluso hoy en día que uno se sienta viejo de repente, aunque sea joven todavía. Una frase importante del libro la pronuncia el padre, en un punto dado: “Debía morir joven. No físicamente, sino como matemático… dejarlo en cuanto empezara a perder fuerzas… Uno debería ser capaz de apearse del carro justo al llegar al límite de sus posibilidades.”
Al escribirla me ha ocurrido varias veces de conmoverme, y el hecho que los lectores me dicen que han sentido la misma emoción me hace mucha ilusión
P: Por cierto, esta novela tiene algo más de “francés” -casi le diría que de película francesa- que de italiano. ¿Por eso transcurre en Marsella?
R: En realidad el libro está inspirado en una historia real que un amigo me contó hace ya muchos años. Sucedió en Marsella y aquella ciudad, con sus contrastes formidables, sus contradicciones, sus saltos súbitos entre las tinieblas y la luz cegadora, me ha parecido desde el primer momento la ambientación ideal para la novela.
P: Usted es conocido por sus novelas negras, pero esta es una novela intimista, de iniciación… ¿Quería salir del corsé del género negro?
R: He escrito varias novelas que no se pueden adscribir al género. Sin embargo, el tema fundamental es más amplio. Mi aspiración es siempre la misma: tratar de escribir buenas novelas que narren un fragmento de verdad sobre la condición humana. Sobre las presuntas diferencias entre novelas de géneros y novelas mainstream, hay una frase de Chesterton que siempre me ha gustado, en su aparente simplicidad: “Solo hay dos tipos de novelas: las buenas y las malas".
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