el escritor británico Aldous Huxley vino al mundo en la ciudad residencial de Godalming el 26 de julio de 1894, y aunque algunos consideran que su fama es menor que la de George Orwell, la obra de Huxley es igual de importante que la del creador de 1984, incluso se podría argumentar que Huxley anticipó correctamente muchas más cosas. La figura de Aldous Huxley ha perdurado como una de las mentes más visionarias de principios del siglo XX, con audaces opiniones sobre del uso de las drogas, así como sobre la democracia y la religión. Huxley concibió, asimismo, un amplio abanico de ideas proféticas acerca de los riesgos que podría conllevar para la humanidad el uso descontrolado de la tecnología.
DISTÓPICAMENTE CREATIVO
En 1932, y en apenas cuatro meses, Huxley escribió Un mundo feliz, que a la postre sería la obra a la que debería gran parte de su fama. En ella, Huxley muestra una sociedad distópica, es decir una sociedad imaginaria gobernada por un poder totalitario, que funciona como si fuera una dictadura sin que los ciudadanos lo aprecien. Todos están condicionados genéticamente y disfrutan sin medida del sexo y de las drogas, por lo que no se dan cuenta de la ausencia de libertad. Esta sociedad, dirigida por un gobierno mundial situado en un momento indeterminado del futuro, controla a la población mediante un sistema de castas determinadas genéticamente mediante reproducción artificial. El gobierno les induce a un consumismo planificado de "soma", una droga suministrada para incentivar la necesidad de tomarla en caso de que se vieran asaltados por el inconformismo, la angustia o la ansiedad.
Esta novela ha sido interpretada por muchos como un adelanto visionario de la actual sociedad de consumo y como una profecía que se acercaría mucho más a la realidad occidental que la famosa obra de Orwell. Si en 1984 la dictadura se ejerce mediante la imposición del sufrimiento, en el relato de Huxley se consigue el mismo objetivo, pero a través del hedonismo.
El gobierno induce a los ciudadanos al consumo de "soma", una droga suministrada para incentivar la necesidad de tomarla en caso de de que se vieran asaltados por el inconformismo, la angustia o la ansiedad.
A principios de los años cuarenta, el escritor Christopher Isherwood, amigo de Huxley, lo introdujo en la literatura mística hindú. Huxley desarrolló una enorme fascinación por la India y se sumergió en la lectura de antiguos textos hindúes y en la práctica de la meditación. En 1942, Huxley abandonó Los Ángeles, tras haberse instalado allí antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, y se trasladó a vivir cerca del desierto de Mojave. Aquellos fueron tiempos de meditación y lectura, que el escritor aprovechó para escribir El tiempo debe detenerse en 1944. En esta novela ya se manifiesta una clara influencia en su obra de la filosofía oriental y más en concreto del Libro tibetano de los muertos. De hecho, si nos adentramos un poco más en la obra de Huxley encontramos el ensayo, escrito en 1945, Filosofía Perenne, donde el autor investiga acerca del fenómeno del misticismo y presenta constantes que sobrepasan barreras históricas y culturales, algo en lo que Huxley coincide con el teólogo y filósofo Maestro Eckhart: "Los teólogos pueden pelear, pero los místicos del mundo hablan el mismo idioma".
PSICODELIA Y ESPIRITUALIDAD
Huxley abocaría gran parte de su producción a explorar los efectos que provocaban los estupefacientes, justificando su consumo de forma científica. Su curiosidad intelectual lo llevó a probar drogas psicodélicas como la mescalina, el principio activo del cactus del peyote, lo que le inspiraría el ensayo Las puertas de la percepción, escrito en 1954 (nombre que más tarde haría suyo la banda de rock The Doors). También consumió LSD y psilocibina para escribir en 1956 otro ensayo titulado Cielo e infierno. La ingestión de sustancias psicodélicas por parte del autor provocó una liberación de su conciencia y le impulsó a navegar por un mar de sentimientos negativos, hecho que determinó el carácter dual de su obra.
La ingestión de sustancias psicodélicas por parte del autor provocó una liberación de su conciencia y le impulsó a navegar por en un mar de sentimientos negativos, hecho que determinó el carácter dual de su obra.
En 1958, Huxley, impulsado por el desarrollo de la historia original, publicó Nueva visita a un Mundo Feliz, donde establece que las sociedades parecen seguir el rumbo descrito en su novela anterior. Buena parte del libro habla del consumismo desenfrenado, y hay alguna breve referencia a las drogas. A pesar de todo, las experiencias de Huxley con la psicodelia siempre estuvieron bajo un riguroso control. Estas experiencias aumentaron aún más si cabe el interés del autor por la espiritualidad. En 1962 se publicó La Isla, la antitesis de Un mundo feliz. La Isla es una utopía en la que las drogas cumplen una función benéfica, proporcionando serenidad y entendimiento a las personas. En esta obra, Huxley sustituye el "soma" por la "moksha", una droga utilizada para alcanzar la iluminación y facilitar el autoconocimiento; una vía para encontrar la felicidad y la libertad por encima de la sumisión.
'La Isla' es una utopía en la que las drogas cumplen una función benéfica, proporcionando serenidad y entendimiento a las personas.
Huxley influyó a varias generaciones, y su obra y pensamiento estuvieron muy en sintonía con la contracultura de los años sesenta. En 1960 le diagnosticaron un tumor en la lengua, que los médicos lograron controlar durante dos años a base de radioterapia. A pesar de la extrema debilidad que le provocaban los duros tratamientos, el escritor continuó con sus compromisos e impartió conferencias y asistió a diversos congresos. En 1963 finalizó su último libro, Literatura y ciencia, donde trataba de aproximar el mundo del arte al de la ciencia. El 22 de noviembre de 1963, justo el mismo año en que fue asesinado el presidente John F. Kennedy, Aldous Huxley murió a los 69 años. Siguiendo su propio deseo, a Huxley le suministraron dos dosis seguidas de LSD para que su muerte fuera lo más placentera posible mientras se le leía al oído el Libro tibetano de los muertos. Aldous Huxley fue incinerado y sus cenizas llevadas ocho años más tarde a Inglaterra, donde descansan junto a las de su familia.
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