No hay imágenes de fotoperiodistas en hospitales colapsados con enfermos durmiendo en butacas dentro de gimnasios reconvertidos en urgencias, no había fotógrafos para registrar el caos de las residencias y no se quería que se fotografiara la muerte que es, exactamente, lo que ha traído al país el coronavirus en los últimos meses.
La gran mortandad causada por la pandemia en España ha sido invisible a los ojos de la libertad de información. Las instituciones gubernamentales del país, de todo signo político, han puesto todas las barreras y trabas para que no tuviéramos registro gráfico de la tragedia. Periodistas de los gabinetes de comunicación de las instituciones públicas han ejercido de cerrojos a las órdenes de los políticos y el acceso a la información no ha sido posible en su libertad total. La muerte que se ha llevado a cuarenta mil personas, según los datos del INE de exceso de mortalidad, se ha convertido en una serie estadística con forma de curva que ha mantenido concentrados todos nuestros sentidos con el objetivo de alcanzar la ansiada nueva normalidad.
Estas son, en resumen, las principales impresiones del recorrido que hemos hecho con los fotoperiodistas Gervasio Sánchez, Emilio Morenatti, Manu Brabo, Ricardo García Vilanova, entre otros, por el vacío documental que se ha quedado en el registro histórico de la pandemia de covid-19.
Los más relevante ha sido aquello que no nos han dejado fotografiar, y esto va a ser una carencia de la historia de esta época»Judith Prat
Judith Prat no pudo trabajar hasta que no se hizo con material de protección. Ella quiso poner el foco en el sistema de cuidados, no sólo en las residencias sino en la asistencia domiciliaria. Prat se centró en el mundo rural, pero la realidad allí no ha sido muy diferente. “Hemos tenido muchos bloqueos, en Aragón no hemos podido entrar en un hospital. ¿Cómo se puede contar una crisis sanitaria sin haber entrado en un hospital?”, se pregunta.
Para Prat el nivel fotográfico ha sido excelente, pero se han quedado muchas cosas fuera “Lo más relevante ha sido aquello que no nos han dejado fotografiar, y esto va a ser una carencia de la historia de esta época. No hemos podido entrar en la residencias, no hemos podido entrar en los hospitales cuando eran los focos informativos”.
Se lamenta de todas la situaciones que no han podido fotografiar. “Si muere gente hay que contarlo, si la gente se recupera y está mejor, hay que contarlo. Somos una sociedad preparada para eso, no hay que jugar con falsos paternalismos, se trata de contar lo que ocurre. No estamos para entretener, la información a veces es dura, lo que pasa no siempre es amable y bonito, informar es contar lo que está ocurriendo”, declara.
Prat y Manu Brabo, junto a otros seis periodistas, han llevado a cabo el proyecto CovidPhotoDiaries en colaboración con Médicos del Mundo y su prestigioso premio Luis Valtueña. Han registrado desde miradas personales un diario de la pandemia. Brabo ha trabajado en Asturias, un lugar que en principio no debería haberle causado problemas a su trabajo porque el covid-19 ha estado muy controlado. Pero no ha sido así. “En Asturias tampoco dejaban pasar, y eso que el político de turno se podía poner la medalla, salvo al final que hizo un reportaje El País. No se ha podido acceder a un funeral, ni con el permiso de la familia, para eso me tuve que ir a León”, asegura. “Pero esto ha pasado en todas partes, en Aragón, en Madrid”. No está nada satisfecho con la cobertura que se ha podido hacer en nuestro país.
Fotos de aplausos, cifras y ruedas de prensa sin periodistas, no me parece que sea una cobertura acorde a lo que ha pasado»Manu Brabo
“Cuando tenemos una emergencia sanitaria con cuarenta mil muertos y no tenemos fotos de ataúdes o de muertos o de familiares, ni hospitales o el acceso ha sido en plan photocall, pues creo que ha sido una cobertura engañosa y descafeinada. Fotos de aplausos, cifras y ruedas de prensa sin periodistas, no me parece que sea una cobertura acorde a lo que ha pasado”, reflexiona el fotógrafo ganador de un Pulitzer en 2013.
Le acompaña en la crudeza de su reflexión Gervasio Sánchez, Premio Nacional de Fotografía. “Las autoridades públicas de este país, nacionales, autonómicas y locales, han intentado por todos los medios que la cobertura de la pandemia se pudiera llevar a cabo en las zonas sensibles donde se ha producido la letalidad que son los hospitales, las residencias y en los tanatorios. Han prohibido expresamente poder entrar en hospitales y en residencias. Eso es una violación clara de la libertad de prensa y de la importancia la memoria de una pandemia, la parte documental para la sociedad”.
El fotógrafo quiere dejar claro que la aproximación a la muerte sería respetuosa. “Yo no estoy diciendo que hubiera que fotografiar muertos, sino documentar una pandemia que cuadriplica el número de muertos del cerco de Sarajevo. Sólo ha aparecido un muerto en una portada, y se ha montado la de Dios. Se ha evitado por todos los medios el trabajo de los gráficos en las zonas más sensibles de la pandemia y eso han sido todas las administraciones públicas de este país”.
La imagen a la que hace referencia Gervasio Sánchez es la de Alberto Di Lolli en El Mundo. Sobre él y el medio cayeron varios miles de tuits condenatorios. “En un contexto donde no están habiendo muertos publicar la foto de uno, no tiene justificación. Pero esos días en España era el país con la tasa de mortalidad respecto a su población más alta de todo el mundo. La foto pertenece a un reportaje acompañando a una unidad del SAMU, lo primero que me impactó es la naturalidad con la que vivieron la muerte. En la anterior guardia de este equipo se habían encontrado cinco muertos. Yo le enseñé la foto a la doctora y le avisé de que iba a tener mucha repercusión, ella me dijo, esto es lo que hay”, cuenta el fotoperiodista.
Para Di Lolli hay un problema que nos afecta a todos: “Nos llevamos todo a lo político, deberíamos revisarnos como sociedad, vemos un muerto y enseguida hay que buscar un culpable de ese muerto. Lo hacemos todos, los ves en el Congreso y en los medios de comunicación. Hemos llevado el debate público a un terreno donde el dedo acusador lo llevamos siempre desenfundado y se requiere una reflexión sosegada y autocrítica”.
Para el fotógrafo de El Mundo, lo vivido en España estos meses no ha sido censura, “esto ha sido más peligroso. Esto es control de la información, es más trabajo de gabinete de comunicación, lo que pasa es que se invade el terreno de la libertad de información. Las instituciones públicas desde hace mucho tiempo tratan de controlar la información, esto no es nuevo, ya teníamos ruedas de prensa sin preguntas o con preselección de preguntas. La censura es más fácil de combatir que esto, porque es más evidente, esto es más sutil y sibilino”.
La queja sobre los gabinetes de comunicación es generalizada y pone a gran parte de los periodistas empleados en ellos en la incómoda posición del extremo opuesto de la libertad de información.
“Los periodistas de los gabinetes, te dicen que lo entienden perfectamente, que han estado en el otro lado. Son gente que llega de medios, pero no te pueden dejar pasar. Pues a lo mejor no lo entiendes tan bien, o no lo peleas lo que lo tienes que pelear con tus jefes porque no lo estáis dejando hacer”, lamenta Brais Lorenzo de EFE en Galicia. “A nivel gallego el documento histórico se ha quedado cojo de muertes, tanatorios y morgues. Con los gabinetes de comunicación ha sido imposible, las administraciones han puesto todas las trabas para que pudiéramos hacer nuestro trabajo”, añade.
Fotografía solidaria de Gervasio Sánchez
El Premio Nacional de Fotografía se ha sumado a la campaña solidaria “No estarás sólo” impulsada por grupo español B vocal, cediendo 21 fotografías reflejo de la crisis sanitaria. Estas imágenes forman parte de un trabajo documental mucho más amplio realizado en los meses más duros del confinamiento. La secuencia fotográfica va acompañada con las voces de B vocal interpretando a cappella el Hallelujah de Leonard Cohen. Las donaciones de esta campaña se destinan a la investigación de la COVID19 por parte de tres grandes hospitales españoles: Hospital la Paz de Madrid, el Hospital Clínic de Barcelona y el Hospital Clínico Universitario de Zaragoza y se realizan a través de una cuenta en la página migranodearena.org.
Emilio Morenatti, de Associated Press, está de acuerdo con las críticas que hacen sus colegas, pero se pregunta: “¿A alguien le extraña? He currado 20 años fuera y cuando he vuelto me ha costado más cubrir el 15M que cualquier revolución del mundo. A mi me prohibían hacer fotos en plazas públicas mientras pedían democracia. ¿Cómo van a dejarnos ver los muertos si aquí hay veces que hay gente que no te deja hacer fotos en manifestaciones que ellos mismos organizan?”.
Exceptuando los países donde hay un régimen dictatorial este es el más difícil de trabajar del mundo»Emilio Morenatti
“Exceptuando los países donde hay un régimen dictatorial este es el más difícil de trabajar del mundo y esto me lo confirma mucha gente. Nos lo hemos cargado nosotros, yo voy por la calle y la gente me dice a mí no me hagas fotos o en una manifestación gente que te dice que no quiere salir, eso no me ha pasado en ningún sitio, aquí hay que pedir permiso para hacer fotos en el metro, todo son trabas”, lamenta el fotógrafo distinguido por los World Press Photo.
Pierre-Philippe Marcou de la Agencia France Press, no lo ha tenido fácil en Madrid. “Aquí todos lo han tenido muy complicado, nadie ha entrado en el periodo más fuerte de la crisis. A mi me dejaron pasar a UCIS de hospitales públicos a finales de abril. Lo peor ya había pasado. Todos más o menos entramos por las mismas fechas. En ese momento ya estaban más equipados. A todo el mundo nos hubiera gustado entrar antes, porque era el momento de la crisis. En otros países, en Italia, Bélgica y Francia había ya fotos dentro de los hospitales mientras que aquí había un bloqueo total”, asegura el fotógrafo francés.
Según este corresponsal la censura no viene directamente de los hospitales. “Son consignas dadas por instituciones por encima de los hospitales. Hubiéramos podido entrar antes, suponía mucho trabajo para el personal de comunicación de estos hospitales, pero creo que hubo consignas desde arriba para impedirlo. Al fin y al cabo era del interés de los propios hospitales enseñar sus condiciones de trabajo durísimas”.
La puerta de entrada en residencias y hospitales la han conseguido cruzar contactando con puestos medios de la organización de estos lugares. Es el caso de Di Lolli contactó con médicos que le facilitaron acceder, incluso con algún gabinete que “entendió bien la situación y se la jugó”.
Morenatti se “buscó la vida” a su aire “trabajando con los médicos de atención primaria a domicilio”, pero lo hizo al margen de los canales oficiales porque en todos los hospitales que pidió permiso no se lo concedieron. Algunos, en medio de un estado de alarma, le dijeron “que podíamos crear una alarma social”.
Por su parte Gervasio Sánchez, ha podido entrar en sitios gracias a personas del segundo escalafón y sin el permiso de sus jefes. «Pese a todo los fotógrafos y periodistas hemos podido hacer mucho pero al margen de la administración. Estamos hablando del PSOE y Podemos en el Gobierno, del PP en Madrid, del PSOE en Aragón, del PNV en País Vasco.. todos han intentado infantilizar a la opinión pública española”, señala.
Esa inmadurez es uno de los efectos que según estos profesionales tiene el hecho de no mostrar las cosas. “No se han hecho bien las cosas, sin imágenes que hablen de la tragedia tenemos una sociedad mal informada y esto tiene consecuencias como que haya gente que no se lo crea, que haya gente que ignore las medidas de distancia de seguridad y que haya gente que anteponga manifestarse, por la razón que sea, a la seguridad de todos. Con una buena cobertura con impacto, cuando es necesario, se hubiera cambiado la historia, porque es lo que hacemos en el resto del mundo”, mantiene Brabo. “Cuando entras en la UCI y ves cómo están los tipos ahogándose en sí mismos.. [se hace un silencio] Ahora hay gente que me pide enfoques positivos del covid, ¿pero dónde han estado los negativos?», se pregunta.
El corresponsal de France Press incide en esta idea: “Hay un contraste enorme entre lo que ha pasado y lo que está pasando ahora mismo, si a la gente no le enseñas la verdad luego se junta en la terraza como si no hubiera pasado una crisis con gente afectada de manera terrible”.
Alberto Di Lolli cree que tiene sentido un debate sosegado sobre si debe mostrar la muerte. Tiene sentido que se haga ahora. Antes no escondíamos el dolor y la muerte, ahora vivimos en una cultura que oculta la cosas dolorosas, lo que no nos gusta y esto tiene que ver con nuestra falta de autocrítica. No nos gustan ver nuestras vergüenzas. ¿Por qué mostrar la muerte de alguien atenta a su dignidad? Una persona que ha muerto no ha hecho nada malo, no es indigno, ni es vergonzante». Cuarenta mil tampoco.
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