El Comité de los Derechos del Niño de Naciones Unidas junto a docenas de profesionales, ONG y organizaciones benéficas lleva casi 10 años suplicándole a España que haga más por proteger a los niños. A uno se le cae el alma a los pies al leer las estadísticas en materia de violencia contra la infancia en este país.
Este martes, por fin, tras una larga lucha, el Gobierno aprueba el anteproyecto de la nueva Ley Orgánica de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia. Esto marca un antes y un después. Es una ley que, cuando el Gobierno la apruebe en los próximos meses, convertirá a España en el país a la cabeza mundial en la protección de la infancia.
Algunos dirán, y sin duda no les faltará razón, que una ley así no debería haber supuesto tanto esfuerzo ni tampoco debería haber tardado tanto en dar sus frutos. La inició el PP en 2016 (un hecho por el que le estoy inmensamente agradecido) y ahora, al cabo de cuatro años, nuestro Gobierno de coalición la ha llevado al punto en el que estamos. A pesar de la terrible naturaleza del problema que intenta remediar, supongo que hemos de aceptar que hay algo de verdad en la expresión “más vale tarde que nunca”.
Aunque no es perfecta (yo habría preferido la completa eliminación de la prescripción en este tipo de delito, pero, por desgracia, eso resultaba técnicamente imposible, por lo que se ha aumentado el plazo de prescripción del delito para que este comience a contar cuando la víctima cumpla 30 años, y no 18 años, como sucede ahora), es sólida, mejora extraordinariamente la situación actual e ilumina la zona más oscura del mundo en que vivimos.
A pesar de la terrible naturaleza del problema que intenta remediar, supongo que hemos de aceptar que hay algo de verdad en la expresión “más vale tarde que nunca”
En los dos últimos años he ayudado (junto a muchas otras personas que han trabajado más duro y durante mucho más tiempo que yo) a llevar esta ley al Congreso. No lo he hecho por una afiliación o una agenda políticas, sino porque he sobrevivido a una violación en mi niñez. Mi razonamiento es que, aunque sea demasiado tarde para mí, desde luego no lo es para millones de niños. Sé que, ahora más que nunca, estamos divididos entre la izquierda y la derecha, y por alguna perezosa razón es fácil reaccionar conforme a cualquiera de ellas tanto en la prensa, como en el Congreso de los Diputados y en las redes sociales, incluso ante un asunto que de manera tan palmaria es más humanitario que político. Y reaccionar, la gente reacciona. Estamos en 2020, el mundo está que arde, la gente está enfadada. Sin embargo, en su forma más sencilla (y no lo dudéis, es una ley sencilla y tanto más eficaz precisamente por eso), espero que podamos todos estar de acuerdo en que violar a niños es malo. Las medidas que ayudan a impedir que se viole a niños son algo bueno. Y esta ley es la que hará esto último. Extraordinariamente bien.
La ley incluye una profunda reforma del actual sistema judicial, sitúa los derechos de los niños en un lugar central, permite menos recovecos a quienes quieren utilizar las nuevas tecnologías para el abuso infantil; exige el deber de denunciar (La profesora que me encontró con sangre derramándose por mis piernas e histérico después de que me violaran de niño no hizo nada. Si en aquel entonces se hubiera promulgado esta ley, habría estado legalmente obligada a hacer algo; en la situación de entonces, los abusos persistieron durante muchos años, sin impedimentos); nuevos protocolos para los profesionales; un registro de información central para ayudar a unificar los datos; y garantiza que las víctimas solamente testifiquen una vez, a puerta cerrada y ante un juez plenamente capacitado. Supone una revisión completa de los organismos legales, educativos, sanitarios y profesionales que están en contacto con los niños.
A menudo he buscado algún significado en mis traumas del pasado, algo que me ayudara a darle sentido a por qué sucedió aquello. Y hoy, por primera vez, tengo la sensación de que, si he desempeñado un pequeño papel en esto, por fin he hallado ese sentido.
Si hay un asunto que podría y debería estar por encima de los juegos políticos y el egoísmo es este. Me siento orgulloso de vivir en un país cuyos políticos han demostrado que esto es así. Un país que apoya, protege y valora a la infancia. Dormiré con menos demonios sabiendo que aquí las cosas han cambiado para mejor. Espero que ustedes también
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