Dicen los científicos que “somos enanos a hombros de gigantes”.
¿Habías escuchado alguna vez esta expresión? ¿Tienes alguna idea de lo que significa? Escucha este relato a ver si te queda un poco más claro.
“Cuentan que un gigante, que se disponía a atravesar un río profundo, se encontró en la orilla con un enano que no sabía nadar y no podría atravesar el río a causa de su mucha profundidad. El gigante lo cargó sobre sus hombros y se metió en el agua. Hacia la mitad de la travesía, el enano, que sobresalía casi medio metro por encima de la cabeza del gigante, alcanzó a ver, sigilosamente apostados tras la vegetación de la otra orilla, a los indios de una tribu que esperaban con sus arcos tensados a que se acercase el gigante.
El enano avisó al gigante. Este se detuvo, dio media vuelta y comenzó a deshacer la travesía. En aquel momento, una flecha disparada desde al otra orilla se hundió en el agua cerca del gigante, pero sin haber podido llegar hasta él. Así ocurrió con otras sucesivas flechas, mientras ambos ‐gigante y enano‐ ganaban la orilla y salían del cauce sanos y salvos. El gigante dio las gracias al enano, pero el enano le replicó: “Si no me hubiese apoyado en ti, no habría podido ver más lejos que tú”. (González Faus)
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