Diógenes era un filósofo griego que solía salir a la calle y observar la conducta de las personas para desde ahí reflexionar y compartir sus aprendizajes con sus seguidores y el resto de la ciudadanía que le quería escuchar.
Un día se sentó en el cruce entre dos senderos mientras observaba el comportamiento de los transeúntes que pasaban por delante de él. Y de golpe empezó a reírse...
¿De qué se ríe maestro?, le preguntó un discípulo. ¿Del hombre que acaba de tropezar? ¿No veo ningún aprendizaje en ello, maestro?
Diógenes, sin perder la sonrisa, contestó: Me río de la condición humana querido discípulo.
¿Ves esa piedra que hay en medio de la calle? Desde que he llegado aquí esta mañana, al menos treinta personas han tropezado con ella y todos la han maldecido, pero ninguno se ha tomado la molestia de retirarla para que no tropiecen otras personas.
Acto seguido el maestro se levantó del suelo y apartó la piedra del camino.
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