Job significa
probablemente “el que se vuelve hacia Dios”. El personaje es conocido en la
tradición israelita (Ez 14,14.20). El problema que plantea el libro es antiguo:
cómo hacer compatible el dolor y los males que padece un hombre inocente, con
la justicia de Dios. El libro no aporta ninguna solución nueva; lo que hay que
hacer es inclinarse con humildad ante Dios reconociendo nuestra limitación y su
grandeza infinita.
Pero el artículo de Yahir Hoffman
sobre la ironía en la interpretación exegética del libro de Job116, nos
abre una nueva perspectiva de un libro de diálogo sobre el sufrimiento y donde,
como apunta el autor, “la falta de ironía hace que las quejas, y las respuestas
a éstas, suenen a algo superficial y esquemático. No ocurre así con el libro de
Job, obra en que el tono irónico juega un gran papel en el conjunto del libro”.
Sabemos que la ironía,
como ya hemos apuntado, es el recurso de la inteligencia y con ella es sutil y
no pocas veces pasa desapercibida, incluso cuesta de reconocer si no la buscas.
Para facilitar la faena usaremos el mismo esquema de grados irónicos que hay en
el libro de Job y que usa Hoffmann
A. Observaciones irónicas de los diferentes
personajes, que se dirigen unos a otros y que son entendidas por todos: Job,
sus amigos y el lector.
B. Actitud irónica del autor hacia sus protagonistas,
que es entendida por el lector, pero no por Job o por sus amigos.
C. Ironía que el autor dirige contra el lector.
D. Ironía que el autor dirige contra su obra o, si
se prefiere, contra él mismo.
A. Observaciones irónicas de Job, sus amigos y Dios
Presentes en el libro de forma
general. La ironía de este tipo se supone que es entendida por el que habla,
los que escuchan y los lectores:
·
(6,25):
"¡Qué dulces son las razones ecuánimes!" (Job a sus amigos).
·
(9,2-3)
"Bien sé yo, en verdad, que es así: ¿cómo ante Dios puede ser justo un
hombre?". (Job a sus amigos; aquí él está irónicamente de acuerdo con sus
amigos, quienes creen que el hombre no puede medirse con Dios, cuya justicia es
total. Job, sin embargo, parece estar de acuerdo sólo con la apariencia: él
atribuye esto a la fuerza de Dios y no a su rectitud).
·
(12,2):
"En verdad, vosotros sois el pueblo, con vosotros la sabiduría
morirá". (Job a sus amigos. La ironía viene a ser aún más aguda leyendo a
continuación los versículos 7-9: "Pero interroga a la bestias, que te
instruyan... Pues entre todas ellas, ¿quién ignora que la mano de Dios ha hecho
esto?).
·
(4,3):
Las palabras de Elifaz, "Mira, tú dabas lección a mucha gente" son
interpretadas por algunos como agudamente irónicas. En apariencia parecen
palabras de consuelo, pero en realidad son una crítica a la hipocresía de Job.
Cfr. también 5,1; 13,5; 15,4; 26, 2-3; 27,2; 32, 14. También la respuesta de
Dios a Job al final parece basarse en la ironía (cfr. 38,4; 40, 6-14).
Ironía entre el autor y el lector, no percibida por
Job y sus amigos
El tipo de ironía citado en los
ejemplos de arriba es fácilmente perceptible, y su función es caracterizar los
argumentos amargos y burlones, que llenan la obra. Sin embargo, esta ironía
tiene todavía otra función para el lector: lo prepara y sensibiliza para una
ironía de tipo más sutil.
En relación a esto, nos fijaremos
en primer lugar en la estructura de la obra y en el papel especial del prólogo,
en el que el autor adopta una postura omnisciente, compartiendo con el lector
un material que no conocen Job y sus amigos. Esto nos coloca en una posición en
que estamos mejor informados que los protagonistas.
La posición en que se encuentra el
lector es también un factor clavé de alienación. Previene de una simple y
cándida identificación con los protagonistas, y requiere un examen constante de
lo que se está diciendo, a dos niveles: el nivel que es obvio a Job y a sus
amigos, y otro nivel creado por las cosas que además sabe el lector.
Un punto de vista irónico es casi
inevitable, forzándonos a ver cada cosa desde otro ángulo, desconocido para Job
y sus amigos. De dicho ángulo nosotros podemos señalar una serie de
observaciones las cuales resultan claramente irónicas cuando son vistas desde
el nivel especial del lector.
1) Después de todo, nosotros sabemos que la riqueza
de Job es debida al favor divino; nosotros sabemos que sin esta riqueza Satán
no hubiese tenido motivo para decir: "¿No has levantado tú una valla en
torno a él, a su casa y a todas sus posesiones?... Tú has bendecido la obra de
sus manos... "(1,10). Irónicamente, lo que Job ve como una bendición
divina podría ser visto como lo opuesto. Sin embargo, la pregunta que inquieta
a Job y a sus amigos es porqué Job sufre a pesar de su justicia inmediatamente
toma una forma irónica para el lector, quien conoce que Job sufre a causa de su
justicia.
2) Las palabras de Bildad en 8,3: "¿Acaso Dios
tuerce lo derecho?" y en 8,20; "Dios no rechaza al íntegro”, son
cuestiones retóricas fundadas en el axioma de que Dios no tuerce la justicia ni
castiga al inocente y como tales son entendidas también por Job. Sin embargo,
nosotros que sabemos que Job sufre precisamente porque él es un hombre
intachable, no podemos dejar de percibir el gesto irónico del autor hacia nosotros,
que nos viene a decir: ¿veis hasta qué punto es válido ese axioma?
3) En los dos ejemplos que siguen se logra la ironía
a través de la asociación de dos textos. Job dice a Dios: "Me llamarías y
te respondería" (14,15). Esta yuxtaposición de "llamada" y
"respuesta" es muy común; es una fórmula bien conocida en el libro de
los Salmos y en la literatura profética. Allí indica la llamada del hombre y el
deseo de Dios por salvarle del mal y de la muerte, pero aquí el autor ha
cambiado el sentido: es Dios quien llamó y el hombre quien responde a una orden
de morir. Como la ironía aquí es tan aguda y se basa en asociaciones
lingüísticas, es difícil saber si el autor pone en boca de Job una ironía
consciente o si utiliza la ironía solamente para beneficio del lector. En 13,
14-15, tenemos otro ejemplo de ironía derivada de una asociación lingüística; y
aquí no hay duda de que sólo el lector está en el asunto, y que Job no sabe lo
cerca que está de la verdad irónica. Si Dios le mata, ello será solamente para propio
beneficio de Job, quien prefiere la muerte a la vida. Pero el lector sabe que
Job continuará sufriendo sin muerte que lo redima, y aquí está la ironía sólo
conocida por el lector (Cfr. también 2, 5- 6; 13, 14-15).
Cae actitud irónica del autor hacia el lector
Ya nos hemos referido al puesto de
preferencia que tiene el lector, y cómo éste conoce más que Job y sus amigos.
Así, pues, el lector está protegido de errores y juicios que podría hacer por
ignorancia de los verdaderos motivos de los acontecimientos. Por ejemplo,
nosotros sabemos que las varias soluciones propuestas por los amigos de Job no
pueden solucionar el problema: Elifaz y sus amigos representan al creyente
dogmático qué rodea su fe con filosofías y teorías derivadas del concepto humano
de justicia. El autor, sin embargo, nos coloca un escalón más arriba y nos hace
impermeables a este tipo de pensamiento.
¿Pero de verdad somos nosotros, los
lectores, impermeables? Parece como si el autor hubiera colocado una trampa
para enseñar que "los inteligentes lectores" son víctimas del mismo
modo de pensar que los amigos de Job. A pesar de nuestro mayor conocimiento,
nuestra debilidad humana y nuestras ideas convencionales prevalecen.
Me refiero ahora a las
observaciones sobre los hijos de Job. En dos ocasiones, los amigos de Job
sugieren que ellos murieron en pecado. Elifaz alude a esto en 5,4: "¡Estén
sus hijos lejos de toda salvación, sin defensor hollados en la Puerta!".
Bildad es más explícito, cuando le dice a Job: "Si tus hijos pecaron contra
él, ya los dejó a merced de sus delitos" (8,4).
Parece como si el autor,
intencionadamente, presentase las cosas en el prólogo para hacer que el lector
estuviese de acuerdo con este punto de vista, o al menos considerase la
suposición de que los hijos de Job fueron castigados por sus pecados. La
descripción en 1,5 sobre el estilo de vida de éstos, es decir, las fiestas
diarias, y los temores del propio Job de que ellos pudieran haber pecado o
blasfemado contra Dios (incluso en sus pensamientos), invita a hacer creer al
lector que la muerte de los hijos fue una consecuencia del simple principio de
la retribución.
Sin embargo, el lector, a
diferencia de Job y sus amigos, no debe cometer tal error porque él sabe que
los hijos de Job murieron a petición de Satán, y no por causa de sus propias
faltas. Así, pues, nosotros podemos decir que la manera como el autor escribe
la narración impulsa al lector hacia un pensamiento convencional, mientras que
en realidad él estaría midiendo las realidades en dos dimensiones. La ironía
está ahora dirigida a cualquiera que se considere con un conocimiento superior,
creyendo no ser superficial como los amigos de Job.
D. Auto-ironía
Ya se ha visto que el principal
problema exegético en el libro de Job es la actitud hacia el tema central;
actitud que es recogida en los capítulos 38-41, en el discurso de Dios, que es
definido claramente como una respuesta a Job. Sin embargo, ¿qué respuestas da
este discurso divino a las preguntas críticas de Job? Cualquiera que trate de
entender la obra debe enfrentarse con el problema, para el cual se dan muchas
soluciones. Si nosotros las clasificamos en tres grupos principales, las
posibilidades pueden ser las siguientes:
a) El discurso de Dios es una respuesta adecuada a
las protestas de Job.
b) El discurso contiene réplicas no convincentes a
las acusaciones de Job; y esto es precisamente lo que pretende decirnos, que el
autor ha fracasado en su intento.
c)El discurso contiene réplicas no convincentes; el
autor pone intencionadamente palabras evasivas en la boca de Dios: El no da a
conocer todo el misterio. Cualquiera que diga que la respuesta de Dios es
persuasiva y honesta, se está basando sobre lo que no se ha dicho. Lo que se ha
ofrecido es solamente perspectivas, pistas, o, a lo más, un fundamento para
formulaciones analógicas.
Permítaseme demostrar esto brevemente usando unas
cuantas soluciones tradicionales, pero sin tomar posición sobre ellas:
1. La revelación divina es en sí misma una
respuesta. Así pues, Dios manifiesta a Job que el sufrimiento humano no es
olvidado ni abandonado. Sin embargo, Dios no hace mención alguna en este
sentido, por lo que cualquiera que reclame ésta como la solución no se basa en
lo que es explícito en el texto.
2. La creación es descrita como algo completo y
perfecto. La analogía es que todos los hechos de Dios, y sus relaciones con los
seres humanos, incluso Job, son perfectas. De nuevo debemos decir que esto no
es explícito; a lo más, puede ser leído entre líneas.
3. Lo mismo hay que mantener para la opinión de que
la creación nos enseña que la justicia divina es mayor y más sublime que la
justicia humana, y que eso es lo que el autor trataba de decirnos.
4. Según otra explicación, Dios le prueba a Job que
"Tú no puedes entender el secreto de ninguna cosa o ser en el mundo,
cuánto menos el secreto del destino del hombre". Aquí también el punto
principal no es expresado abiertamente, sino derivado de una inferencia.
5. La respuesta divina no está encadenada al código
"moral" impuesto sobre sí mismo por el hombre. La moralidad es un
ideal humano-social independiente, del cual no necesita depender la conducta
del entero universo.
Hoffman considera que la respuesta
correcta es la (c), dejando a un lado la (b) y la idea de que el autor ha
fracasado. Pienso que el autor se ha presentado irónicamente a sí mismo como
alguien que sabe las respuestas a las preguntas que ha formulado. Sin embargo,
parece que se da exactamente lo contrario. Lo que realmente se está diciendo
es: “yo no puedo responder a las difíciles preguntas que he formulado, y ellas
son todavía tan problemáticas como al principio”.
La creación de una teoría
autodestructiva (lo cual es la respuesta divina) es una expresión de la
incertidumbre del autor. Es una disfrazada confesión: “yo traté de solucionar
el problema pero esto es lo mejor que pude hacer”. Es una admisión irónica de
fracaso. Esta admisión personal tiene otro, aún más profundo, significado:
nosotros somos llevados a considerar que el fracaso no es debido a incapacidad
por parte del autor; esto puede ser totalmente objetivo si consideramos que los
métodos de Dios no coinciden realmente con la aceptación de los principios de
justicia y moralidad.
Nosotros llegamos aquí a la
auto-ironía del hombre como hombre: todo lo que yo puedo hacer, como ser
humano, es desengañarme de que hay una solución al problema de la recompensa
divina, y enmascarar mis desilusiones de una manera o de otra. La verdad
irónica es que yo debo aceptar mi destino. Esta ironía que el autor dirige
hacia sí mismo (la cual es difícil para el lector de identificar), viene a ser
la ironía que el hombre (el lector) dirige también hacia sí mismo (la cual es
difícil para el lector de aceptar).Otro punto de refuerzo será la visión del
epílogo de la obra. Considerando la importancia del prólogo en la estructura de
la obra y en la modelación del tono irónico, diremos también unas cuantas
palabras sobre el epílogo. El final mítico y apacible parece contradecir la
naturaleza de la obra y los problemas que en ella se han planteado. Ahora bien,
el epílogo es problemático solamente para aquellos que buscan en él una
continuación simplista de la "respuesta" divina. Este no es el caso
si nosotros aplicamos el principio de la ironía, como nosotros hemos hecho
hasta ahora. Pienso que el epílogo es irónico en el pleno sentido de la
palabra. Contándonos el regreso de Job a una vida afortunada, el autor está
diciéndonos que el problema ha sido solucionado: pero solamente en el mundo del
mito, en la realidad no hay solución. El carácter mítico del epílogo es
actualmente una contribución importante al mensaje irónico de la obra. Este,
con su estilo, crea un efectivo equilibrio con el prólogo.
Nacho Padró
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