La teología y el sentido del humor,
aunque pueda sorprender, a veces van de la mano, es más, en los panteones de
algunas religiones tenemos tanto dioses serios y que da miedo verlos, como
otros que parezca que estén en constante fiesta, cosa que facilita su
inscripción monacal (hay alguna escuela Zen y taoísta que parece que les cuesta
controlar la risa a sus monjes) y demostraría una relación íntima entre la
actitud de una divinidad en cómo se proyecta sobre sus acólitos. Y uno de los
principales problemas, y eje sobre el que gira esta tesina, es la inspiración
en la escritura y la posibilidad que el humor como factor humano intrínseco y
trascendente se haya plasmado en la elaboración del texto bíblico, dejando
huellas que podemos reseguir, ya sea porque Dios tiene sentido del humor y lo
inspira en el escritor o porque el escritor no puede evitar dejar la huella de
su humor en la divina inspiración, pues recordemos que no se trata de una
posesión, por muy divina que sea, que anula al escritor, sino una inspiración.
¿Sencillo?. Veamos.
Entre los judíos, la creencia en el carácter sagrado de ciertos libros es
tan antigua como la literatura hebrea. Moisés y los profetas pusieron por
escrito una parte del mensaje que iban a llevar a Israel de parte de Dios.
Ahora el nâbî-profeta, ya sea hablara
o escribiera, era considerado por los hebreos como el intérprete autorizado de
los pensamientos y deseos de Yahvé. Era llamado, igualmente, “el hombre de
Dios”, “el hombre del Espíritu” (Os 9,7). Fue alrededor del Templo y el Libro
que se realizó la restauración del pueblo judío después de su exilio (2 M
2,13-14, y el prólogo a Sirácida en la Versión de los Setenta.) Filón de
Alejandría(de 20 a.C a 40 d.C) habla de los “libros sagrados”, “palabra
sagrada) y de la “muy santa escritura”63. El testimonio de Flavio
Josefo (37-95 d.C.) es todavía más característico; es en sus escritos que se
halla por primera vez la palabra “inspiración” (epipnoia). Él habla de veintidós libros que los judíos con buena
razón consideraban divinos, y por los cuales, en caso de necesidad, ellos
estaban dispuestos a morir64. La creencia de los judíos en la
inspiración de las Escrituras no disminuyó desde el tiempo en que ellos
estuvieron dispersos alrededor del mundo, sin templo, sin altar, sin
sacerdotes; por el contrario, dicha fe aumentó tanto que ocupó el lugar de todo
lo demàs.
Cuando la
gente dice que la Biblia fue inspirada, se están refiriendo al hecho de que
Dios influenció divinamente a los autores humanos de las Escrituras de tal
manera que lo que ellos escribieron fue la misma Palabra de Dios. En el
contexto de las Escrituras, la palabra inspiración significa sencillamente
“exhalada por Dios.” La inspiración nos comunica el hecho de que la Biblia es
realmente la Palabra de Dios, y hace que la Biblia sea única entre todos los
demás libros. Mientras que hay diferentes opiniones acerca de hasta qué punto
la Biblia es inspirada, no cabe duda que la Biblia por sí misma clama que cada
palabra, en cada parte de la Biblia, fue inspirada por Dios. (1 Cor 2,12-13; 2
Tm 3,16-17). Esta visión de las Escrituras es frecuentemente conocida como
inspiración “verbal plenaria”, lo que
significa que la inspiración se extiende a cada una de las palabras (inspiración verbal), no sólo a los
conceptos o ideas; y que la inspiración se extiende a todas las partes de la
Escritura y a todos los temas tratados en la Escritura (inspiración plenaria).
Lo extenso
de su inspiración puede verse claramente en 2 Tm 3, 16-17 - “Toda la Escritura
es inspirada por Dios, y es útil para enseñar, para argüir, para corregir, y para
educar en la justicia, así el hombre de Dios se encuentre perfecto, y preparado
para toda buena obra”. Estos versos
nos dicen que Dios inspiró toda la Escritura y que es provechosa para nosotros.
No solamente está inspirada en las partes de la Biblia que tratan de las
doctrinas religiosas, sino en cada una de sus partes desde Génesis hasta
Apocalipsis es la Palabra de Dios misma. Aunque fue escrita por seres humanos
en idiomas humanos, la Biblia no es sólo un libro humano. Es inspirado por
Dios. Los escritores fueron motivados por Dios, y las palabras que escribieron
fueron supervisadas por Dios. La inspiración de la Biblia puede estudiarse
desde muchas ópticas diferentes, como podemos apreciar en el artículo de A.
Puig-Tàrrech, “La inspiració en els
llibres bíblics”, en Qüestions de vida cristiana 236 (abril 2010) o el de
Helmut Gabel “Inspiración y verdad de la Escritura”
en Selecciones de Teología, julio-septiembre 2003.
En todas
las Sagradas Escrituras, los autores aseguran estar bajo la dirección del
Espíritu Santo. David dijo: "El Espíritu del Señor habló por medio de mí; su
labra está en mi lengua" (2 S 23,2). No todos los profetas fueron
conocidos como tales. Algunos eran reyes, como David; sin embargo, él era
portavoz de Dios. De hecho, se le llega a llamar "profeta" (Hch 2,30).
Otros eran legisladores, como Moisés; pero también él fue profeta (Dt 18,18).
Algunos escritores bíblicos incluso rechazaron el título de
"profeta", como Amós, quien con ello quiso decir que no era profeta
profesional, a la manera de Samuel y su "escuela de profetas" (1 S
19,20). Sin embargo, aunque Amós no fuera profeta de oficio, ciertamente era
profeta por don de Dios (Am 7,14-16). Es decir que estaban siendo utilizados
como voceros de Dios. Tampoco todos los que eran profetas hablaban siempre en
primera persona diciendo "así dice el Señor". Quienes escribieron
libros históricos hablaban con un implícito "así hizo el Señor". Su
mensaje era acerca de los hechos más que de las palabras de Dios para con su
pueblo. Sin embargo, todos los escritores bíblicos fueron canales a través de
los cuales Dios transmitió su mensaje a la humanidad. Se les denomina con diferentes calificativos
que nos informan acerca de su papel en la producción de las Escrituras:
1) hombre de Dios (1 R 12,22), es decir quien ha sido
elegido por Dios;
2) siervo del Señor (1 R 14,18), una indicación de
fidelidad a Dios;
3) mensajero del Señor (Is 42,19), es decir, enviado por
Dios;
4) vidente (ro'eh)
u observador (hozeh) (Is 30,9-10), lo
que revela un entendimiento proveniente de Dios;
5) hombre del Espíritu (Os 9,7; Mi 3,8), es decir, quien
habla por el Espíritu de Dios;
6) centinela (Ez 3,17), lo que refleja un estado de
alerta para con Dios;
7) profeta (la denominación más común), es decir, vocero
o mensajero de Dios.
Otra forma
en que la Biblia asegura ser Palabra de Dios se expresa en la siguiente
fórmula: "Lo que la Biblia dice,
Dios lo dice". Esto se manifiesta en el hecho de que en pasajes del
Antiguo Testamento se asegura que "Dios lo ha dicho" y en cambio
cuando el mismo texto es citado en el Nuevo Testamento se afirma que "las
Escrituras" lo dicen. Algunas veces también es al contrario: en el Antiguo
Testamento la Biblia lo registra, pero en el Nuevo Testamento se declara que
Dios lo dijo.
Otra forma
en que la Biblia describe su propia inspiración es con frases como "así
dice el Señor" (Is 1,11,18; Jr 2,3,5), "Dios dijo" (Gn 1,3,6),
"La palabra del Señor vino a mí" (Jr 34,1; Ez 30,1) u otras similares
que aparecen cientos de veces en la Escritura. Estas expresiones revelan, más
allá de toda duda, que el escritor afirma que su mensaje es la Palabra de Dios
misma. De hecho, por su misma naturaleza los profetas no podían agregar ni
eliminar ninguna de las palabras que Dios hablara a través de ellos.
Aunque la Biblia
asegura ser la Palabra de Dios también es palabra de hombres. Asegura ser la
comunicación de Dios a los seres humanos con palabras humanas. Aunque asegura
tener una fuente divina, la Biblia es también un libro totalmente humano, que
debe expresarse en un formato comprensible para
los humanos, pues sino no habría comunicación, y como ya hemos visto el
sentido del humor campa libre y esquivamente, en todos los aspectos de la vida.
Primeramente
hemos de entender que cada libro de la Biblia fue obra de un escritor humano,
más de treinta en total, incluyendo a Moisés, Josué, Samuel, Nehemías, David,
Salomón, Isaías, Jeremías, Esdras, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós, Abdías,
Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías, Malaquías y otros y
no olvidemos que cada uno tenía su propia manera de ver, entender y explicarle
al mundo, con más o menos sentido del humor.
Además la Biblia
incluye diferentes estilos literarios, desde la lúgubre métrica de
Lamentaciones hasta la sublime poesía de Isaías, desde la sencilla gramática de
Juan hasta el complejo griego de la carta a los Hebreos. Y recordemos que el
humor se puede considerar un género literario que, si bien no reconocido en los
tiempos hebraicos, si lo que implica el estilo y la forma de desarrollar un
texto literario, como hemos visto en el apartado de la literatura humorística,
Por otro
lado, y muy importante también para nuestra hipótesis, vemos que la Biblia
muestra perspectivas humanas: David habló en el Salmo 23 desde la perspectiva
de un pastor; el libro de Reyes está escrito desde el punto de vista de un
profeta; Crónicas, desde un punto de vista sacerdotal; Hechos manifiesta un
interés histórico; y 2 de Timoteo, el corazón de un pastor. Los escritores
hablan desde la perspectiva del observador cuando hablan de la salida o la
puesta del sol (Jos 1,15), ¿por qué no puede haber una perspectiva humorística
que por poco considerada se nos haya escapado?, en el fondo repetimos la misma
idea de forma machacona desde el primer apartado: el humor es inherente al ser
humano y una característica muy, muy esquiva.
Y si
pensamos que en el fondo las escrituras revelan emociones humanas, tales como
la aflicción, la ira, el miedo (1 S 17,4-23), la confusión (Gn 11,1-9), la vergüenza (Gn 1-3),
no se entiende porqué cuesta tanto encontrar actos de humor, tanto de Dios como
de los humanos en el AT. Espero poner remedio en los siguientes capítulos de la
tesina.
Llegados a
este punto es preciso muestre lo delicado del tema del humor en la Biblia, en cuanto puede llevar
a denominar como humorísticos pasajes que no lo son. En tal tema hay que tener
mucho cuidado en relación con dos grandes peligros: por una parte, pasar por
alto el humor donde éste se encuentre, y por otra, ponerlo donde no está, como
afirma Radday: "Porque es un
hecho preocupante que malas interpretaciones pseudo-humoristicas no sean tan
raras como se podría esperar". Uno de los ejemplos que
cita es la interpretación errónea que hizo Gunkel del pasaje en el cual el
Faraón devuelve a Sara a su marido Abraham: Cuando Sara se volvió a Abraham, este
deja Egipto "con su esposa y todo
lo que tenía" (Gn12,20), es decir, en
opinión de Gunkel, tanto con las mercancías
y el pago por ellos. Esto según Gunkel es "una deliciosa broma en la que el lector Israelita (antiguo) se
rio de oreja a oreja". Un examen más minucioso
del capítulo demuestra que la intención de la historia está lejos del buen
humor
También
tenemos otro ejemplo de error en el conocido caso de Sara, referencia típica
sobre la risa en el AT, donde Friedman dice que Sara se muestra como vanidosa
en Gn 18,12 al calificar a su marido como viejo, sin reconocer ella su igual
condición: “Incluso la gran matriarca Sara podría ser vanidosa y
actuar como las demás mujeres. Sara, que tenía ochenta y nueve años cuando se
enteró de que ella tendría su primer hijo, se echó a reír porque se sentía
Abraham era demasiado viejo: tenía noventa y nueve años. Al parecer, incluso a
su avanzada edad se resistía a admitir a sí misma que era viejo. Por lo tanto,
el texto afirma (Gn 18,12): "Sara rio para sus adentros y pensó: ahora que
estoy pasada ¿sentiré el placer y además con mi marido viejo?”.
Con justa razón Morreal -en un artículo con el que
responde al de Friedman- muestra el error de este último en relación con este
punto: La
traducción del hebreo de Gn18,12es: "Sara se rio entre sí, diciendo:
¿Después que he envejecido, ¿tendré placer, mi señores ya viejo" SR
Driver (1948: 194) que realmente señala
que la palabra hebrea traducida como "envejecido"
significa "gastado, desgastado, como una prenda de vestir que está cayendo a pedazos". Pero, sin embargo, está claro que Sara se dio cuenta de que tanto
ella como su marido estaban bien más allá de la edad en que las personas tienen
bebés. No era, como dice Friedman, en vano pretender que sólo su marido era viejo.
Problemas de los que soy consciente dentro de mis limitados
conocimientos y que son importantes a tener en cuenta a la hora de hacer
hermenéutica de los textos estudiados.
Nacho Padró
2 comentarios:
NACHO, GRACIAS POR TU INTERÉS EN COMPARTIR. ME GUSTARÍA QUE AL FINAL COLOCARAS LAS BILBIOGRAFÍA UTILIZADA... SALUDOS PABLO
Básicamente este texto pertenece a un parte de un trabajo que realicé, la bibliografia es muy extensa pero si quieres un libro de referencia básico que usé (a parte de los evangelios) este seria"La Risa" de Henri Bergson (col Austral 1534) de Espasa CalpeS.A
Espero que te pueda ser de utilidad amigo Pablo
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