Cada vez resulta más evidente el papel moral que las religiones del mundo desempeñan en la lucha contra la crisis climática, y su capacidad de aliarse entre sí para recordar a los seres humanos su responsabilidad como custodios administradores de los bienes de la Tierra, en vez de como consumidores insaciables con codicia destructora.
No es por tanto de extrañar el desembarco de fieles y líderes religiosos en Glasgow (Reino Unido), donde hasta el 12 de noviembre se celebra la COP26, la conferencia de la ONU sobre protección del clima.
En la madrugada del viernes 5 al sábado 6 de noviembre, miles de católicos pasaron la noche en vela para rezar por un buen resultado de la conferencia, una oración realizada presencialmente en la iglesia de Saint Aloysius de Glasgow, y de modo virtual en el resto del mundo. También esta semana, distintas confesiones cristianas presentaron allí en un acto ecuménico la propuesta Planeta sano, gente sana , una iniciativa de la fe en acción por la justicia climática. Judíos, musulmanes y fieles de otros credos han protagonizado también peticiones por el clima estos días en la ciudad escocesa.
Llamamiento interreligioso previo a la COP26
El 4 de octubre, el Papa Francisco y una cuarentena de líderes religiosos cristianos, musulmanes, judíos, budistas e hinduistas firmaron en el Vaticano una declaración
Objetivo principal de la conferencia: pactar las medidas para evitar un aumento de la temperatura mundial por encima de 1,5ºC (siempre respecto a la época preindustrial), en el espíritu de lo estipulado en el Acuerdo de París del 2015. En el estira y afloja de intereses nacionales, se brega por cómo organizar y financiar los esfuerzos de los países. Reducir las emisiones de gases invernadero, básicamente a través de finiquitar el uso del carbón, y de transitar hacia energías limpias, se presenta como una vía ineludible.
En esta lucha crucial, activistas medioambientales y religiosos coinciden en enfatizar la injusticia añadida que supone la crisis climática: las personas que más sufren por el calentamiento del planeta son las que menos han contribuido al problema, y suelen carecer de recursos para hacer frente a su terrible impacto. Cosechas perdidas, sequías, lluvias inusuales y patrones climáticos alterados no acordes con la estación castigan sobre todo a poblaciones indígenas y a sus medios de subsistencia. En todos los países, los pobres son los más afectados por la crisis climática.
Los cristianos europeos, iniciadores en el siglo XIX de la revolución industrial con su mentalidad de fomento de la riqueza económica a cualquier coste, habían interpretado de modo falaz e interesado el mandato divino a la humanidad contenido en el Génesis, el primer libro de la Biblia: “Sed fecundos y multiplicaos, llenad la Tierra y sometedla”. Hace decenios que la vasta mayoría de exégetas concuerda en que “someterla” significa trabajarla, y por tanto, protegerla y estimarla. Antes, solo un santo visionario del tránsito entre los siglos XII y XIII, Francisco de Asís, patrón de los ecologistas católicos, decidió honrar al hermano sol y a la hermana luna.
El impacto de la crisis climática
Cosechas perdidas, sequías o lluvias inusuales golpean sobre todo a poblaciones indígenas y a sus medios de subsistencia
Precisamente el pasado 4 de octubre, festividad de san Francisco de Asís, el Papa invitó al Vaticano a una cuarentena de líderes religiosos cristianos, musulmanes, judíos, budistas e hinduistas, y firmaron todos un llamamiento conjunto dirigido a la COP26, que aún no había empezado.En la declaración, los líderes religiosos calificaron la crisis climática de “grave amenaza” e instaron a los gobernantes a “tomar medidas rápidas, responsables y compartidas para salvaguardar, restaurar y sanar nuestra humanidad herida y el hogar confiado a nuestra administración”. En mayo del 2015, la encíclica de FranciscoLaudato si’ (sobre el cuidado de la casa común) ya supuso un puente hacia fieles de otras religiones y hacia personas no creyentes en la defensa conjunta del planeta. El pacto interreligioso por la naturaleza está más que rubricado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario