El camino es compartido.
Un río de rostros,
una corriente de nombres,
una sucesión de tiempos
y lugares
donde amamos,
creemos, erramos.
Generación tras generación
nos pasamos el relevo.
Somos peregrinos
en esta larga marcha
de la historia.
En cada vida
se presentan encrucijadas
donde hay que elegir
la senda y el equipaje,
donde toca buscar
compañeros
y encaminar los pasos
por el fluir de los días.
Vamos dejando detrás
huellas de trigo o cizaña,
de reino o tierra quemada,
de memoria o de olvido.
Avanzamos -sin pausa-
hacia la meta penúltima
donde todos convergeremos.
En esta marcha caminan,
en medio de nosotros,
inadvertidos, discretos,
sin alardes ni estridencias
sal de la tierra y luz del mundo,
quienes hacen
del amor, a tu modo,
su motivo y su destino.
Jose María Rodríguez Olaizola SJ
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