Sucede con el
reino de los cielos lo que con aquel señor que, al ausentarse, llamó a tres de
sus mejores empleados encomendándoles su tiempo. A uno le dio un año, a otro un
mes y a otro un día, y sin dar más explicaciones se ausentó.
El que había
recibido un año se frotó las manos pensando en la cantidad de cosas que podía
llevar a cabo durante todo ese tiempo..., mas nuestro amigo fue dejando pasar
los días esperando la ocasión propicia para empezar.
El que había
recibido un mes enseguida sacó su libreta de apuntes con el objetivo de
organizarse correctamente. En la primera semana -pensó- haré lo más importante,
en la segunda aquello que... El caso es que fue pasando el tiempo y no se
decidía por dónde empezar.
Mientras tanto
el que había recibido tan solo un día, se lanzó a vivir ese tiempo que le
habían confiado con plenitud, extrayendo
todo el jugo posible, sabiendo que con los brazos cruzados no haría otra cosa
que traicionar a su señor.
Después de un
tiempo volvió elseñor, el cual, no tuvo necesidad de pedirles cuentas; apenas
cruzó su mirada con la de sus empleados, se percató de que los dos primeros
habían convertido todo ese tiempo en un manojo de compromisos y buenas
intenciones estériles, mientras que el tercero, el que había recibido un día,
había convertido las horas, los minutos y los segundos en un puñado de momentos
especiales. De hecho, si alguien hubiese metido la mano en ese instante, en su
corazón, la hubiese sacado chorreando vida, y vida abundante...
No hizo falta
más, pues los dos primeros acaban de ver con sus propios ojos, las hermosas
cicatrices que dejan huella en una persona que es capaz de gastar con su propia
vida cada instante del día, y convertirse, de esa manera, en heraldo del Reino
del Ya, del Reino del Ahora, del Reino del día de hoy.
¿A quién se parece cada uno de nosotros? ¿Cómo puedo
vivir cada día de este año nuevo con vida abundante?
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