Una de las cosas que
creo importantes es la continuidad en las imágenes de Dios entre el AT y el NT,
no son tan diferentes: El Dios de Jesús es el Dios judío, el mismo Dios de la
Biblia hebrea, esto entra dentro de la lógica de una predicación de Jesús que
como judío que es usa el referente cultural y el marco conceptual que ha
aprendido de pequeño y que es de comprensión para los que le escuchan. Por otro
lado es interesante detectar esos cambios o novedades que aportan y que es lo
que le convierten en diferentes (y por desgracia es parte importante de las
causas de su final) y original, novedosa y por ello provocativa (el ejemplo del
grano de mostaza como símil del reino de Dios es de lo más relevante sobre la
idea de un Reino de humildad frente a un poderoso reino que seria lo esperado).
Como cristiano me encanta el fuerte contraste de la imagen amorosa y abierta de
Dios que rompe ideas preconcebidas y que tan bien se expresan en la parábola
del hijo pródigo reconociendo que destroza la lógica común… ¿cuántos no
haríamos de entrada como el hermano que se queda junto al padre y nos
quejaríamos amargamente? Y que se expresa tan sencilla mente con el famoso Abbâ
donde se nos planeta hacia nosotros, ¿qué grado de intimidad tenemos nosotros
hacia Dios? ¿no seguiremos todavía con nuestra imagen de PADRE, frente a la que
nos quiere mostrar Jesús?. No deja de ser admirable como en la predicación,
Jesús consigue enlazar hábilmente imágenes que en su momento podrían parecer
contradictorias como Reino-rey, oprimidos-marginados, Amoroso-cercano.
Nacho Padró
Según G. Schenk, «La
invocación de la divinidad bajo el nombre de padre pertenece a los fenómenos
primordiales de la historia de las religiones». A los profetas les interesa
enfatizar que el Dios de los judíos es trascendente y no se confunde con las realidades
de este mundo que les rodea, pues hay un claro distanciamiento entre Yahvé y
otras divinidades (caso de Baal). Pero esta prevención no implica que la imagen
de Dios Padre esté ausente de la Biblia Hebrea. El profeta Jeremías escribió: «Y
me decía [Dios]: Me llamarás 'Padre mío' y no te volverás de detrás de mí»
(3,19). E Isaías: «Tú, YHWH, eres nuestro padre» (63,16). En el Salmo
103, leemos «Como un padre tiene compasión con sus hijos, así YHWH se
compadece de los que le temen» (Sal 103,13) y en los apuntes queda clari el
aspecto relacionado a la oración Shemoneh Esreh. Así, es claramente injusto el
estereotipo que ha contrapuesto el «Dios cercano» de los cristianos y el
«Dios lejano e innombrable» de los judíos.
Pero si bien en el uso
de la imagen de padre para referirse a la divinidad, Jesús no fue original,
parece que sí lo fue en el modo directo con el que se dirigió a Dios llamándole
«Abba» pues no existe en la literatura judía un ejemplo semejante de
alguien que haya llamado a Dios así. Pero incluso esta peculiaridad creo que se
ha de entender dentro de una imagen de Dios que era compartida en muchos de sus
rasgos por contemporáneos judíos, en la cultura que le era propia. Sin este
marco, el concepto no sería comprensible. El origen y significado de la palabra «Abba», tal como
fue empleado por Jesús y por el cristianismo primitivo, ha hecho correr ríos de
tinta. Este debate se sustenta, en realidad, en sólo tres textos del Nuevo
Testamento, dos en las cartas paulinas (Gal 4,6 y Rom 8,15) y una en el
Evangelio según San Marcos (14,36), los únicos lugares en los cuales puede
encontrarse este término.
Llamar a
Dios «rey» y «padre» es reconocer la autoridad de Dios. Lo peculiar de Jesús fue el modo en que presentó a este padre y rey.
Jesús ofrece una imagen del poder de Dios que varía de las imágenes humanas del
poder. Dios no ejerce su poder al modo de los poderosos de la
tierra. Y visto desde esta perspectiva parecería que Jesús no nos dice que Dios es padre para hacernos entender que Dios nos
ama como nos ama nuestro padre, sino para decirnos que Dios nos ama en un modo en que los padres no se atreven
a amar en una cultura patriarcal propia del judaísmo de la época. Observo
que por una parte Jesús anuncia la llegada del Reino de Dios, no para decirnos
que Dios ejerce el poder como lo haría un rey, sino justo al contrario, para
invertirlo según el modo en que gobiernan los poderosos de la tierra, por lo
que se podría deducir que en el fondo ¿no se debería unir las diferentes
imágenes que aporta Jesús de Yahvé?: la del Abba con la del Reino de los Cielos
y los heredados del AT, ¿permitiéndonos tener así una visión de conjunto y no
por secciones? Las parábolas de Jesús serían así expresiones de esta alternativa,
metáforas que hacen intuir la verdadera naturaleza de Dios, que no se impone
jamás y se pueden comprender tomando las partes fusionadas y no como si de
diferentes fragmentos se tratara y a la vez de diferentes facetas o imágenesNacho Padró
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