No hay que dar por sentado
el pan en el plato,
la paz en las calles,
un techo en la noche,
manta para el frío,
el beso en la frente
o la luz en la niebla.
¿Quién nos garantiza
el fuego en invierno,
arado en el surco,
el agua en el vaso,
alivio en la herida,
un verso en el aula,
puertas en el muro?
Hay tanta bendición
desapercibida,
tanto privilegio
ignorado,
tanta oportunidad
inadvertida
por el hábito,
la rutina
o la costumbre,
que olvidamos
la gratitud.
Gracias
José María Rodríguez Olaizola SJ
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