el antiguo yacimiento de Tell Banat, en el norte de Siria, con una antigüedad aproximada de 4.300 años, fue explorado por los arqueólogos durante las décadas de 1980 y 1990. Pero en 1999, la construcción de la presa de Tishrin, en el Éufrates, lo sumergió todo bajo las aguas del río. En las cercanías del yacimiento se alza un montículo de 22 metros de alto por cien metros de diámetro que se conoce como Monumento Blanco. Ese enorme túmulo contiene los restos de al menos treinta guerreros, que fueron enterrados allí. El monumento recuerda un poco en su forma a la pirámide escalonada del faraón Zoser, en Egipto, excepto por su material de construcción, en este caso tierra y yeso. Es este último material el que ha hecho que la estructure brille bajo la luz del Sol, de ahí el nombre que le han dado los habitantes de la región.
¿UN MONUMENTO A LOS CAÍDOS?
Un reciente estudio de este túmulo, llevado a cabo por Anne Porter, profesora de civilizaciones antiguas del Cercano y Medio Oriente en la Universidad de Toronto, y publicado en la revista Antiquity, sugiere que esta estructura podría tratarse del monumento de guerra más antiguo jamás descubierto y el primer ejemplo de un tipo particular de construcciones, descritas en algunas antiguas inscripciones mesopotámicas, en las que los cuerpos de los enemigos o locales muertos en combate se apilaban para formar una estructura organizada. Este descubrimiento también sería un ejemplo de "que los pueblos antiguos honraban a los muertos en la batalla, tal como lo hacemos nosotros. No sabemos si fueron los vencedores o los perdedores de ese conflicto. Lo que sí sabemos es que ellos [los habitantes de Tell Banat] trasladaron los cuerpos de los muertos desde algún otro lugar, quizá mucho después del acontecimiento, y los enterraron en un montículo enorme que era visible kilómetros a la redonda", ha explicado Porter.
Esta estructura podría tratarse del monumento de guerra más antiguo jamás descubierto y el primer ejemplo de un tipo particular de construcciones, descritas en algunas antiguas inscripciones mesopotámicas.
Pero esta curiosa estructura, el Monumento Blanco, ya había sido excavada con anterioridad por Porter y su colega, el arqueólogo Thomas MacClelland, en el marco del Euphrates Salvage Project, años antes de la construcción de la presa, aunque entonces los investigadores no llegaron a comprender completamente su propósito. Hasta ahora. Tras las excavaciones, los arqueólogos, junto con estudiantes de la Universidad de Toronto, examinaron a fondo los hallazgos que se hicieron en el lugar y determinaron que el edificio era probablemente un monumento a los caídos, tal vez el ejemplo más antiguo conocido en el mundo. También descubrieron que el monumento se construyó sobre una estructura anterior.
Los investigadores afirman que los cuerpos fueron enterrados meticulosamente. "Se depositaron huesos humanos en el relleno a medida que se construían las capas horizontales [del monumento]. Se colocaron directamente en el suelo, sin una cobertura especial o demarcación. Aunque pequeños, fragmentarios y algo difusos, los huesos se dispusieron intencionalmente en grupos discretos", explican los arqueólogos en el estudio.
HUESOS Y PROYECTILES
Los restos humanos allí inhumados son fragmentarios, y en muchos casos no se ha podido identificar ni la edad ni el sexo de los fallecidos. Aquellos que pudieron ser identificados eran varones y el abanico de edades abarcaba desde adultos hasta, sorprendentemente, niños de 8 a 10 años. Los huesos parecen haber sido desenterrados de algún lugar y vueltos a enterrar en el monumento. "Los huesos podrían haber procedido de un antiguo campo de batalla o de un cementerio. Independientemente de ello, fueron seleccionados, arreglados y finalmente monumentalizados con cuidado, mucho después de su muerte", según el artículo. Algunos de los fallecidos fueron enterrados acompañados de kungas, "una raza de équidos parecida al burro que aparece tirando de carros en el arte antiguo", explica Porter. Esos soldados enterrados con kungas podrían haber actuado como conductores de carromatos, según los investigadores. Además, el equipo descubrió también proyectiles enterrados cerca de algunos de los cuerpos. Los pueblos antiguos a menudo usaban proyectiles disparados con hondas y estas armas pueden haber simbolizado el papel que desempeñaban los difuntos cuando estaban vivos.
Los huesos podrían haber procedido de un antiguo campo de batalla o de un cementerio. Independientemente de ello, fueron seleccionados, arreglados y finalmente monumentalizados con cuidado, mucho después de su muerte.
"Reconocimos que había un patrón distinto en los enterramientos: cuerpos enterrados en parejas cubiertos con pieles de équidos en una zona del monumento, e individuos enterrados en solitario junto con pequeños proyectiles de barro en otras", comenta Porter, agregando que el arreglo sugiere que los individuos pertenecían a un antiguo ejército, que probablemente se habría dividido en diferentes unidades, como una de conductores de carros y varias unidades de soldados de infantería equipados con hondas y perdigones. "Surgen patrones que sugieren que los individuos colocados en [el monumento] no solo participaron en la batalla, sino que lo hicieron de manera formalizada: eran parte de un ejército organizado, dividido en conductores de carros y soldados de infantería", explican los arqueólogos. El equipo también encontró en el túmulo un modelo de un carro cubierto, una figura que representa un kunga y una rueda hecha de arcilla, posiblemente vestigios de algún antiguo ajuar funerario...
No hay comentarios:
Publicar un comentario