en el sector de Santa Margarida, al oeste de la colina de Empúries, en la localidad gerundense de L'Escala, las ultimas excavaciones arqueológicas que aquí han tenido lugar han sacado a la luz los restos de la basílica-catedral del antiguo obispado de Empúries, una de las edificaciones más importantes del conjunto episcopal emporitano de época tardoantigua, una imponente construcción de tres naves situada inmediatamente al norte del yacimiento. El objetivo de estas excavaciones ha sido determinar la naturaleza y la función de las edificaciones situadas al norte de la actual iglesia de Santa Margarida, un lugar en el que los anteriores trabajos ya habían confirmado que se emplazaba el conjunto episcopal tardoantiguo de Empúries y que sus estructuras constituían el epicentro del nuevo núcleo de hábitat surgido tras el abandono de la ciudad romana.
Las ultimas excavaciones arqueológicas han sacado a la luz los restos de la basílica-catedral del antiguo obispado de Empúries, una de las edificaciones más importantes del conjunto episcopal emporitano de época tardoantigua.
Las excavaciones arqueológicas, que han sido llevadas a cabo entre el 6 de abril y el 12 de mayo por un equipo de arqueólogos del Museo de Arqueología de Cataluña-Empúries, se incluyen dentro del actual proyecto de investigación arqueológica, que empezó en 2018 y se alargará durante este año 2021. Los trabajos, que se han centrado sobre todo en el estudio de las antiguas áreas portuarias de Empúries, se han impulsado desde el Museo de Arqueología de Cataluña y el Servicio de Arqueología y Paleontología del Departamento de Cultura de la Generalitat de Cataluña, y han contado, también, con la financiación del Ayuntamiento de L'Escala. También ha sido fundamental para ello la colaboración de los propietarios de los terrenos donde se han descubierto los restos.
UN EDIFICIO MONUMENTAL
A pesar de la superposición de restos medievales posteriores, los arqueólogos están convencidos de que el avance de las excavaciones permitirá reconstruir la planta completa del edificio. De este conjunto episcopal de Santa Margarida conocemos ahora varios edificios, entre los que se encuentran el baptisterio, de planta cuadrada y con la piscina bautismal en el centro y, ahora también, la basílica. La excavación del sector del ábside y de una parte de la nave central y lateral sur ha permitido, por primera vez, conocer con bastante detalle el aspecto de esta construcción.
El ábside de la basílica estaba orientado a Levante y constaba de una zona donde se disponía el altar, que se sustentaba con un antiguo pedestal de escultura con una inscripción, proveniente del foro de la ciudad romana, posiblemente dedicada a un tal Manio Cornelio Saturnino, que fue magistrado de Emporiae durante siglo II d.C. A ambos lados del altar, y debajo del pavimento, yacían dos sarcófagos de piedra, uno de ellos con un agujero superior para ver y tocar las reliquias de un personaje que, según la inscripción conservada en uno de los lados, se llamaba Secundus. Delante del altar había también un espacio o presbiterio, y a un nivel inferior, la zona del coro reservada a los miembros del clero. En torno a esta zona privilegiada, con el tiempo se dispusieron también otros enterramientos con sarcófagos de piedra y cubierta a doble vertiente. En relación con una de las reformas de la basílica, se ha recuperado un tesorillo compuesto por 184 monedas de bronce, que fueron acuñadas entre los siglos IV y V d.C.
A ambos lados del altar, y debajo del pavimento, yacían dos sarcófagos de piedra, uno de ellos con un agujero superior para ver y tocar las reliquias de un personaje que, según la inscripción conservada en uno de los lados, se llamaba Secundus.
La intervención llevada a cabo por los arqueólogos sólo ha permitido descubrir de momento una parte de la planta de la basílica, pero los elementos conservados, como los pilares de la nave sur, permiten estimar que la anchura del edificio fue aproximadamente de entre 13 y 14 metros y que su longitud sería superior a los 20 metros. La basílica y el baptisterio se emplazaban en la parte este de una plaza, en la cual se supone había también las otras edificaciones que completarían el complejo episcopal, como el palacio del obispo, y que todavía no se han descubierto.
VARIOS SIGLOS DE USO
El origen de este complejo se remonta a finales del siglo IV y, con las sucesivas reformas, parece que perduró hasta finales del siglo VII o inicios del siglo VIII. La pérdida de la sede episcopal emporitana, que ya en el siglo IX había quedado incorporada en la de Gerona, explica las transformaciones posteriores. A partir de entonces, sobre de los restos de la nave central y el ábside de la antigua basílica se erigió una pequeña iglesia, que presenta varias fases y reformas que han permitido a los investigadores seguir la evolución de este sector hasta el siglo XIV. Paralelamente, en el espacio del antiguo baptisterio se construyó una segunda iglesia, dedicada a Santa Margarida, que perduró como espacio de culto hasta el siglo XVIII. Al abrigo de estas edificaciones religiosas se desarrolló un importante cementerio, con varias fases de enterramientos.
Sobre de los restos de la nave central y el ábside de la antigua basílica se erigió una pequeña iglesia, que presenta varias fases y reformas que han permitido a los investigadores seguir la evolución de este sector hasta el siglo XIV.
El proyecto arqueológico se ha centrado sobre todo en tres grandes etapas históricas del conjunto emporitano, fundamentales para entender y explicar su evolución histórica, tomando como hilo conductor los espacios portuarios. La primera etapa corresponde a la fundación del establecimiento griego focense, en el siglo VI a.C.; la segunda, al momento de llegada de los romanos hacia el siglo II a.C. y, finalmente, la tercera, datada en el siglo VI d.C., momento en el que los núcleos de población tradicionales de la ciudad griega y la ciudad romana se habían ya abandonado y en el que el poblamiento se concentró en Sant Martí de Empúries y el sector de Santa Margarida.
Asimismo, los estudios de paleopaisaje del territorio demuestran que en la última etapa, el hábitat de Santa Margarida estaba situado al lado del estuario del río Ter, que entonces desembocaba justo al norte del promontorio de Sant Martí de Empúries. Las prospecciones geofísicas realizadas en esta zona, previas a la intervención arqueológica, han confirmado así que este hábitat tenía una extensión mínima de dos hectáreas y que estaba conectado directamente con Sant Martí a través de un camino que pasaba por la parte baja de la colina de Empúries.
Este singular descubrimiento se añade al de otros conjuntos episcopales de este período en Cataluña, como los de Egara (Terrassa), Barcino (Barcelona) o Tarraco (Tarragona).
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