Allí está el monasterio entre colinas
que le resguardan del invierno helado;
pero, en ese retiro sosegado,
abandonado sigue entre sus tuinas
Apenas quedan de él rotos murales
como testigos de lo que fue... En la entrada,
algún arco en la iglesia derrumbada
evoca las salmodias monacales.
Un bello claustro gótico que vibra
en toda plenitud de su hermosura
en el patio interior, se alza y se libra
de hundirse entre las sombras del olvido.
Una lágrima brota de amargura
al contemplarse, Fresdelval derruido.
Mariano Sedano
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