Sabíamos que, en esta temporada de premios, Netflix iba más que sobrada de opciones entre las impecables críticas que han recogido 'El irlandés' de Martin Scorsese y 'Historia de un matrimonio' de Noah Baumbach. Lo que no esperábamos es que otra más de sus producciones originales se colase entre las nominadas a los próximos Globos de Oro 2020, e incluso contase con posibilidades de éxito. Hablamos de 'Los dos papas' de Fernando Meirelles ('El jardinero fiel'), una crónica papal a dos niveles: por un lado, el cambio de paradigma entre la tradición y los escándalos de Benedicto XVI y la renovación de Francisco I, y por otro el nacimiento de una amistad entre dos pontífices que no podrían ser más diferentes. Las carismáticas interpretaciones de Anthony Hopkins y Jonathan Pryce convierten a esta película en una 'feel good movie' que ha enamorado a la crítica.
Pero con este tipo de historias tan apegadas a la realidad (como en 'The Crown', a cuya tercera temporada sometimos a un 'fact-check') siempre nos hace preguntarnos cuánto hay de realidad y cuánto de ficción. Donde acaban los hechos reales y empiezan las licencias creativas de su guionista Anthony McCarten ('La teoría del todo'), autor también de la obra teatral en la que se basa todo este relato. Y lo cierto es que quizás habría que entender el filme más como una representación de dos visiones enfrentadas de la Iglesia Católica más que como un biopic al uso. Al fin y al cabo, la relación entre ambos papas dista mucho de ser como la representa Meirelles. Repasamos los principales aspectos de la historia según lo que sabemos.
El verdadero pasado de Jorge Bergoglio
Como bien indica su título, 'Los dos papas' tiene dos protagonistas, pero la historia de uno de ellos domina por encima de la otra. Y es que la película podría ser perfectamente un relato de orígenes de Jorge Bergoglio (que se convertiría en unos años en el Papa Francisco I), al estilo superheroico, y por eso viajamos hasta su pasado. El primer evento que conocemos en su vida es que tenía una novia a la que abandonó cuando sintió la llamada de Dios. Una estratagema inteligente para pintar al futuro Papa como un hombre de vocación divina, pero lo cierto es que esta parte de la historia no es del todo cierta. Según la BBC, se basa muy libremente en una carta que Bergoglio envió a una chica (Amalia Damonte) cuando tenía 12 años, en la que le decía que, si no se casaba con él, se metería a cura. Los padres de la niña prohibieron la "relación" y ahí quedó todo.
El siguiente evento de su vida tiene que ver con su relación con la dictadura militar argentina, de la que la película no huye (como sí lo hace, muy sutilmente, de las conexiones nazis de Joseph Ratzinger, que fue miembro de las Juventudes Hitlerianas). Bergoglio era jefe superior de los Jesuitas en Argentina cuando se impuso el gobierno militar en 1976, y se le ha acusado en numerosas ocasiones de colaborar con los golpistas liderados al principio por el general Jorge Videla. El Papa ha admitido con anterioridad reunirse con él, pero para interceder por los curas encarcelados. En su libro autobiográfico 'El Jesuita', publicado en 2010, escribía: "Hice lo que pude con la edad que tenía y las pocas relaciones con las que contaba, para abogar por personas secuestradas". Y así lo muestran en la película, con el caso real de dos curas a los que retiró la protección por desobediencia y a los que más tarde intentó salvar. Cuando acabó la dictadura en 1983, efectivamente, Bergoglio fue retirado de su cargo y enviado a Córdoba, donde tuvo tiempo de reflexionar inmerso en una crisis interna.
Los 'Vatileaks' y la crisis del Vaticano
Por supuesto, esta parte de la historia es real: sí hubo un escándalo en el centro del Vaticano a raíz de unas filtraciones que recibieron el nombre de 'Vatileaks'. En los documentos que se dieron a conocer se incluyen diversos casos de corrupción, chantajes a obispos homosexuales y por supuesto los abusos sexuales a menores que viene salpicando la reputación de la Iglesia desde hace ya un tiempo. 'Los dos papas' mencionan este asunto, aunque no se mojan demasiado. De hecho, no ahondan en los problemas que causó ni en la veracidad o no de lo que se explica, sino que más bien lo utilizan como la razón de que Benedicto XVI quisera dimitir. Lo que sí es totalmente cierto es la responsabilidad en esta filtración de Paolo Gabriele, el mayordomo del Papa en 2012, año en el que la prensa destapó todas estas informaciones.
Se menciona en la película a Marcial Maciel, cura responsable de hasta 60 crímenes de abusos sexuales, permitidos de forma sistemática durante años porque, cuando era descubierto, desde la Santa Sede se limitaban a reubicarlo. Ratzinger se muestra arrepentido por el manejo de esta situación, pero lo cierto es que nunca ha habido por su parte ninguna muestra de arrepentimiento público sobre ello. Y, al menos oficialmente, no dimitió por estar hasta el cuello de estos escándalos, sino porque no se veía con fuerzas para afrontar los retos que tenía por delante la Iglesia. Las secuelas y novedades de 'Vatileaks' siguen dándose a día de hoy.
Las conversaciones entre Bergoglio y Ratzinger
Son el grueso de la película, pero estas conversaciones nunca existieron. En un relato con tantas licencias creativas quizás habría tenido que cambiar su "Inspirado en hechos reales" por otra advertencia mucho más contundente. Todo parte de un hecho real: Bergoglio fue el segundo cardenal más votado cuando Ratzinger fue elegido Papa en 2005. Y, por tanto, si no cambiaban demasiado las cosas, era lógico que fuese el candidato ideal y con los apoyos suficientes como para ser el sucesor. Pero de ahí a que el Papa quisiera colocarlo en el camino antes de dimitir... Eso, de hecho, supondría una violación de las regulaciones del Vaticano, y contaminaría los procesos del Cónclave. Es la Iglesia, pero en esto son muy democráticos.
Tampoco es cierto el motivo por el que Bergoglio viaja hasta Castel Gandolfo, la residencia de verano del Papa, que es el de presentar su dimisión. Lo cierto es que los cardenales deben presentar su renuncia de forma obligatorio cuando cumplen los 75 años, y entonces pueden aceptar esa renuncia o seguir. El argentino tenía ya en aquel momento 76, ¿por qué la hubiese rechazado tan solo unos meses antes? Según el Derecho Canónico, esto no tiene demasiado sentido. Tampoco es cierto que, como le cuenta a una de sus compañeras en Buenos Aires, hubiese enviado una carta al Vaticano con su dimisión y estuviese esperando respuesta. Ese no es el procedimiento: debería acudir a una de las muchas embajadas, las nunciaturas apostólicas, y realizar allí los trámites.
Así que, como es de esperar, no tenía ningún motivo para hacer ese viaje, y en efecto nunca lo hizo. Nunca quedaron para discutir la sucesión del Papa Francisco, que, aunque se le muestre con reticencias a la hora de aceptar el papado, nada sugiere según las informaciones que conocemos que no estuviese ya dispuesto a ello. Y con un programa muy claro en manos, para girar la Iglesia en una dirección relativamente progresista. La primera vez que se reunieron en aquel palacete fue después de todos los eventos de la película, cuando ya ambos eran Papas. La escena final con el partido del Mundial de Fútbol, por supuesto, tampoco ocurrió. Pero el director de la película aseguraba en una entrevista para USA Today que "todo el diálogo está tomado de discursos o entrevistas o de sus escritos" y que "lo que dicen en la película es lo que dijeron en algún momento de sus vidas".
¿Y la pizza y la Fanta?
¿Os imagináis a Bergoglio y Ratzinger paseando por la Capilla Sixtina rodeado de turistas después de haberse comido un trozo de pizza a hurtadillas? Pues claro que no. Ahora bien, algo de realidad había en esto: la pasión del papa Benedicto XVI por la Fanta de naranja está bien documentada y es conocida por todos.
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